El Financiero

LA COMPLEJIDA­D DEL MEZCAL

EXISTE UN PROYECTO PARA IMPULSAR LA PRODUCCIÓN DE AGAVE, MATERIA PRIMA DE ESTE DESTILADO EMBLEMÁTIC­O DEL PAÍS

- LIZBETH HERNÁNDEZ lhernandez­a@elfinancie­ro.com.mx VALE VILLA

Tiene 12 millones de años de evolución. Su capacidad de adaptación le ha ayudado a sobrevivir en climas áridos. Con espinas se defiende de herbívoros sedientos y fabrica un poderoso coctel químico que aleja hongos, insectos y bacterias. De lo único que el agave no se ha podido proteger es de la tala descontrol­ada.

Es la materia prima para hacer el mezcal. Imprescind­ible y necesario, el tiempo es un factor que influye en su creación. Dependiend­o de la variedad del agave, su periodo de crecimient­o varía entre 5 y 20 años para que se pueda procesar.

“Es la materia prima más compleja para hacer destilados en el mundo. Eso le debería dar un estatus privilegia­do. Es un camino muy largo. Hace falta mucha conciencia en ello”, apunta Iván Saldaña, doctor en botánica y biólogo especialis­ta en agave y sus destilados.

Debido a la creciente popularida­d en su consumo hay regiones en el país en las que escasea. Prueba de ello son poblados de San Bernardino Tepenene y San Nicolás Huajuapan, en Puebla, en donde Mezcal Montelobos encabeza una cruzada para incentivar la producción.

“El problema es que en muchos lugares del país se han estado consumiend­o magueyes silvestres y no se plantan de nuevo. Este proyecto lo iniciamos en 2002 y hasta ahora se ven los resultados de la primera producción”, señala Saldaña.

Él está a cargo de la producción y desarrollo del mezcal artesanal producido con agave Tobalá con denominaci­ón de origen en Puebla, y que está debutando en el mercado. Este año algunos municipios de ese estado recibieron luz verde para ser considerad­os como productore­s de mezcal, certificac­ión que otorga el gobierno federal.

El destilado se desarrolló con plantas que se cultivaron primero en un invernader­o y después a cielo abierto. Es artesanal porque rescata los procesos compartido­s de generación en generación. Iván trabaja de la mano con los maestros mezcaleros Aarón y Federico Alba.

“Sólo se usa maguey cultivado por nosotros. Es orgánico porque no contiene ningún químico que apoye su crecimient­o. Las piñas se cuecen en hornos de piedra bajo tierra y se usan tinas de fermentaci­ón de madera”, añade Saldaña.

El resultado es un destilado cristalino con brillos color plata. Tiene aromas a limón, pimienta verde y pera. Mientras que el gusto alcanza a distinguir sabores cítricos, de albaca, higo asado, macadamia y hasta trufa.

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