¿Tú haces dinero, o el dinero te hace a tí?
Es tan variada la forma de abordar la relación con el dinero; desde personas que consideran es lo más importante en la vida; hasta quienes lo desprecian y le atribuyen el origen de todos los males. ¿Cómo te llevas con tus finanzas?
No existe una fórmula única; lo crucial es reflexionar al respecto para buscar un balance. A final de cuentas, la intención es la misma: elevar el nivel de bienestar. La mayoría afirman estar en lo correcto, pero ¿cuáles podrían ser los límites de esos comportamientos?
1.- Una de las posturas que parecen adecuadas es la de cuidar en “exceso” el dinero y convertirte en un tacaño. Es el hecho de evitar gastar, incluso en las cosas necesarias. Esta postura genera un ahorro considerable; sin embargo, llega en el extremo, a ser dañina para la familia porque nunca alcanzan a disfrutar del recurso.
2.- Del otro lado, está el consumismo y pensar que “las monedas son redondas para rodar” o “pasémosla bien hoy, y mañana ya veremos”. Estos son los ejemplos en donde se viven épocas de gran abundancia en cuestiones materiales y si no se tiene cuidado, termina provocando un quebranto personal. En esta conducta encontramos los casos de sobre endeudamiento; cuando en aras de gozar hoy, se adquieren productos y servicios que luego es imposible pagar.
3.- El dinero puede causar un efecto adictivo, similar a la droga o el alcohol; de tal manera que se quiere siempre más a cantidades estratosféricas. A esto se le llama avaricia y de ahí se desprenden pésimas decisiones como, por ejemplo, incurrir en un riesgo excesivo en el mercado bursátil; olvidarse de los hijos y trabajar solo para acumular riqueza; la corrupción o la malversación de fondos.
4.- Hay quien siente miedo permanente sobre su situación económica y eso lleva a tener una indefinición en sus resoluciones; lo sitúa al límite del “¿qué haré si sucede algo malo?” . Se imagina sin empleo, con enfermedades o con problemas familiares. Si bien, esto podría conducirlo a ahorrar, también lo induce a dejar de invertir y tomar riesgos “razonables” que le permitan crecer en su patrimonio e, irónicamente, en su seguridad.
Como en mucho órdenes de la vida, el manejo del dinero es un balance que cada uno debe descubrir entre el nivel de consumo y los satisfactores, pero con la responsabilidad de guardar e invertir para el futuro, con el fin de tener tranquilidad y pasar una vejez plena.