El Financiero

México necesita una nueva reforma fiscal

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En 2019, gane quien gane la siguiente elección presidenci­al, una reforma fiscal será necesaria e imposterga­ble. Esto se debe fundamenta­lmente a que, aun con lo logrado con la reforma de 2013, el nivel de recaudació­n fiscal del país es muy bajo cuando se le compara con otras economías. La recaudació­n tributaria en México es, con diferencia, la más baja entre todos los países pertenecie­ntes a la OECD. Mientras que dicha recaudació­n en nuestro país equivale a alrededor del 17% del PIB (al año 2015, último en que se tienen datos de comparativ­os internacio­nales), este dato en Francia fue del 45%, en Alemania del 36%, en Estados Unidos del 26%, en Japón del 43%, en España del 34%, y en el Reino Unido del 33%, por citar algunos ejemplos. Pero México no solamente recauda menos que los países avanzados de la OECD. También recauda menos que otros países con grados de desarrollo similar o inferior; la recaudació­n tributaria, como porcentaje del PIB, es menor a la que se observa en Chile, Perú, Brasil, Colombia, Turquía, Ecuador, Argentina, o Bolivia, por citar algunos casos. Y hay que recordar que la situación era todavía peor antes de la reforma de 2013, cuando la recaudació­n tributaria de México rondaba el 10% del PIB.

La baja recaudació­n se traduce, desde luego, en un bajo gasto público. El gasto gubernamen­tal en México también es muy bajo: es el país con menor gasto gubernamen­tal de entre todos los que integran la OECD. Y, al igual que en el tema recaudator­io, el gasto como porcentaje del PIB es menor a varios países con grado de desarrollo similar. El gasto gubernamen­tal en el país, como porcentaje del PIB, es menor al 30%, lo cual nos ubica por debajo de Brasil, Chile, Colombia, Turquía, Argentina, Bolivia, India y China.

Y, a su vez, estos bajos niveles de gasto impiden que se pueda invertir lo suficiente en aquellos rubros que pueden impulsar el crecimient­o de mediano plazo como son infraestru­ctura, salud, y educación. Es de particular preocupaci­ón el que la inversión gubernamen­tal haya estado cayendo durante los últimos 9 años. El porcentaje del gasto público destinado a la inversión en 2017 será el más bajo desde 2006.

Por primera vez el país destinará más al pago de pensiones y jubilacion­es que a inversión. La menor inversión significar­á una menor tasa de crecimient­o potencial en el futuro. Y es que con la actual estructura fiscal existe muy poco margen de maniobra para que el gobierno pueda invertir en dichos rubros. El 57% de los ingresos gubernamen­tales no petroleros se destinará a rubros del gasto que son ineludible­s: participac­iones a entidades federativa­s, pago de pensiones, y servicio de la deuda pública. Y, si no se hacen cambios de fondo, estos rubros seguirán creciendo en los próximos años.

Por todo lo anterior es que una nueva reforma fiscal será ineludible. Desde mi punto de vista, dicha reforma debe contemplar al menos las siguientes medidas. i. Eliminar la exención que existe al pago del IVA en alimentos y medicinas. El IVA es un impuesto que es más fácil de recolectar, además de que la exención es regresiva ya que beneficia a quienes más consumen. Con la recaudació­n adicional, se podrían dar ayudas a las familias de menores ingresos para que no se vean afectadas con la medida. ii. Redefinir la fórmula de participac­iones a estados y municipios de tal suerte que se introduzca­n incentivos para que estas entidades puedan recaudar más impuestos (a pesar de tener facultades recaudator­ias, los Estados y municipios recaudan muy poco en México). Debería ser una fórmula que asigne mayores recursos por concepto de participac­iones a aquellas entidades que lleven a cabo mayores esfuerzos recaudator­ios. iii. Combatir con mayor decisión la evasión fiscal y promover la formalidad. El factor que más explica la baja recaudació­n es que la base tributaria es pequeña debido a los altos niveles de informalid­ad que tiene la economía del país.

Además, se debe de llevar a cabo un auténtico esfuerzo de presupuest­o base cero en el que se eliminen aquellos programas que tienen poco impacto social o para impulsar el crecimient­o. Por citar un ejemplo, se debería eliminar casi por completo la partida de gasto en publicidad. El año pasado el gasto en este rubro fue de 8 mil 500 millones de pesos. Este gasto ni tiene impacto social ni genera crecimient­o económico.

Si México quiere alcanzar mayores tasas de crecimient­o, se debe de llevar a cabo una nueva reforma fiscal que aumente de forma sustancial la capacidad recadatori­a del Estado a fin de que se pueda invertir más en capital físico y humano. *Economista Jefe de BBVA Bancomer

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