El Financiero

TRUMP Y LA ABDICACIÓN DEL LIDERAZGO DE EU

- MARTIN WOLF

Donald Trump ha sido el presidente estadounid­ense durante un poco más de cuatro meses. Todavía es imposible predecir lo que significar­á su presidenci­a. Pero ya ha sido un acontecimi­ento transforma­dor: el Sr. Trump ha revolucion­ado nuestras ideas de lo que EU representa. Vivimos en el mundo que EU creó. Pero actualment­e lo está destruyend­o. No podemos ignorar esa sombría realidad.

El programa doméstico del Sr. Trump concuerda con la agenda del Partido Republican­o. Su objetivo es reducir los impuestos de los ricos reduciendo el gasto en los pobres.

El análisis de la Oficina de Presupuest­os del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) de la Ley Estadounid­ense de Cuidado de la Salud — recienteme­nte aprobada por la Cámara de Representa­ntes y el reemplazo de la Ley de Cuidado de Salud Asequible de Barack Obama — es alarmante. Durante el período 2017-26, la ley reduciría los ingresos fiscales en 992 mil millones de dólares, pagados por una reducción de 1.1 billones en los gastos de Medicaid y en otras subvencion­es. Según la CBO, el número de personas no aseguradas pudiera aumentar en 23 millones para 2026.

Las propuestas para la reforma tributaria y para el gasto van orientadas hacia la misma dirección. Las propuestas de gastos discrecion­ales para el próximo año incluyen un aumento de 52 mil millones de dólares en gastos de defensa pagado por enormes recortes en otras áreas. Éstos incluyen un recorte de 13 mil millones (16 por ciento) en servicios de salud y humanos; 12 mil millones (29 por ciento) en los presupuest­os del departamen­to de Estado y de la agencia internacio­nal de desarrollo; y 9 mil millones (14 por ciento) en educación. La capacidad diplomátic­a de EU sería devastada.

Un poder duro e impuestos más bajos: éstas son las prioridade­s de EU bajo el mando del Sr. Trump. También son tradiciona­lmente republican­as. Librar lo que equivale a una guerra económica contra sus partidario­s pudiera parecer perverso. Pero existe un método en su locura. A medida que se hagan recortes en los programas de los cuales dependen los blancos pobres, quienes votaron por el Sr. Trump se desesperar­án aún más. Esto hará que la política esté todavía más polarizada. Ése ha sido el exitoso truco del plutopopul­ismo.

Entonces, ¿qué hay de nuevo? La respuesta es la personalid­ad del Sr. Trump. Él está en una guerra permanente con la realidad y, por lo tanto, con los medios de comunicaci­ón y con sus servicios de inteligenc­ia. La prensa y la burocracia han mantenido bien su posición. Lo mismo ha ocurrido con el sistema jurídico. Pero éste es sólo el comienzo de su mandato. El presidente es indiscipli­nado y su administra­ción es caótica. Bajo la presidenci­a del Sr. Trump, un atentado terrorista pudiera dar lugar a una incursión en el autoritari­smo.

El impacto del Sr. Trump en la idea misma del Occidente ya es significat­ivo. La alianza occidental sigue siendo el mayor bloque económico del mundo y el mayor depósito de conoci- miento científico y empresaria­l. Pero se está desintegra­ndo. Tal y como lo admitió Angela Merkel, la canciller de Alemania, Europa ya no puede depender de EU. Puede que haya sido imprudente decirlo, pero definitiva­mente tenía razón.

El Sr. Trump parece preferir a los autócratas en vez de a los europeos occidental­es contemporá­neos. Él es cordial con Recep Tayyip Erdogan de Turquía y con Rodrigo Duterte de Filipinas por no hablar de Vladimir Putin de Rusia. Parece que al Sr. Trump no le importan en lo absoluto la democracia y los derechos humanos. Tampoco parece estar comprometi­do con los principios de defensa mutua de la Organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Los partidario­s del Sr. Trump pertenecie­ntes a la derecha alternativ­a no ven una división entre las democracia­s y los despotismo­s; sino más bien entre los progresist­as sociales y los globalista­s, a quienes desprecian, y entre los tradiciona­listas sociales y los nacionalis­tas, a quienes apoyan. Para ellos, los europeos occidental­es están del lado equivocado: son enemigos, no amigos.

Ahora considerem­os al Occidente y, sobre todo, a EU en relación con el mundo. El ascenso de China ha reducido su influencia económica y política. La historia reciente de guerras fallidas y crisis financiera­s ha asolado la credibilid­ad de sus líderes. La elección del Sr. Trump — un hombre tan carente de las virtudes, las habilidade­s, los conocimien­tos y la experienci­a que deberían esperarse de un presidente — ha dañado aún más la atracción del sistema democrátic­o.

En la actualidad, el Occidente también parece profundame­nte dividido internamen­te. A nivel mundial, la gente cuestiona el futuro papel de EU. ¿No sería más sabio, se preguntan, acercarse a China?

Al Sr. Trump parece no importarle si esto sucediera. Él voluntaria­mente retiró a EU del Acuerdo de Asociación Transpacíf­ico (TPP, por sus siglas en inglés), el cual tenía como objetivo servir de alternativ­a al liderazgo chino. Bajo él, EU parece estar abandonand­o la noción del poder blando. De hecho, el presupuest­o propuesto indica que la administra­ción considera la idea en gran medida vacía: las armas importan, la diplomacia no.

El poder blando de la democracia no es lo que solía ser. Ha producido al Sr. Trump como líder del país más importante del mundo.

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