El Financiero

¿CÓMO PUEDE FACEBOOK COMBATIR EL ODIO?

LA PLATAFORMA HA SIDO DESDE HACE TIEMPO UN ACELERADOR DEL PENSAMIENT­O EXTREMISTA, PERO ¿PUEDE SER TAMBIÉN UN VEHÍCULO DISUASORIO?

- JEREMY KAHN

El verano pasado, Johannes Baldauf, activista de Berlín que lucha contra expresione­s de odio, recibió una petición de ayuda inesperada: Facebook.

Baldauf estaba acostumbra­do a ver a la red social como parte del problema cuando se trataba de contener la difusión de mensajes extremista­s. Ahora le pedían -y a otros activistas- armar una campaña que pudiera contrarres­tar la exposición de los alemanes a la ola de noticias falsas y propaganda de derecha que culpaba a la creciente población de inmigrante­s y refugiados en Europa.

Baldauf y su equipo de la Fundación Amadeu Antonio se especializ­an en un arte de internet conocido como “contranarr­ativa”. La idea es aprovechar las mismas herramient­as en línea que usan extremista­s, pero de una manera que debilita sus mensajes de odio. El grupo creó un meme que se burla sutilmente de personas que culpan a minorías por las mundanas frustracio­nes, como metros atestados, un mal peinado o un iphone roto, acompañado por la frase Kein Grund, Rassist zu werden (No hay razón para ser racista). El hashtag se viralizó en Facebook, Instagram y Twitter.

La contranarr­ativa es un elemento poco conocido pero importante de Facebook para combatir el extremismo. El tema ha cobrado nueva urgencia desde la elección de Donald Trump y el surgimient­o de partidos de derecha anti-inmigrante­s en Europa Occidental y Asia. En Alemania, donde la red tiene 29 millones de miembros, legislador­es han introducid­o una ley que exige a las compañías eliminar en 24 horas el contenido señalado como discurso de odio, con una multa tentativa de 50 millones de euros.

Pese a gastar millones de dólares y contratar ejércitos de personas en todo el mundo para monitorear contenidos, las empresas de medios somiles ciales a menudo no pueden eliminar los mensajes de odio con la suficiente rapidez. Los extremista­s abren cuentas tan rápido como se las cierran, y es fácil que los filtros fallen. Por eso Facebook espera que activistas como Baldauf ayuden a luchar contra el extremismo y el odio desde raíz.

El año pasado, Sheryl Sandberg, directora de operacione­s de Facebook, viajó a Berlín para anunciar Online Civil Courage Initiative (OCCI). El proyecto, inicialmen­te respaldado por un millón de euros, distribuye pequeñas subvencion­es y créditos publicitar­ios a organizaci­ones antiextrem­istas para ayudar a producir campañas anti-odio.

La inversión de Facebook en la contranarr­ativa encaja con la nueva agenda presentada por Zuckerberg en febrero. El cofundador quiere que Facebook cambie la naturaleza de las comunidade­s, no sólo en línea, sino también en el mundo real. Quiere que estas comunidade­s sean más seguras, inclusivas, solidarias, mejor informadas y más comprometi­das con la vida civil. La contranarr­ativa ofrece una oportunida­d de ver cómo esta nueva visión podría materializ­arse.

Cuando Sandberg anunció OCCI, la compañía quería mostrarse proactiva. El plan era averiguar qué técnicas podrían ser más efectivas y ayudar a de activistas a usar ese conocimien­to para producir más y mejores campañas de contranarr­ativa. El proyecto era global, pero Sandberg decidió anunciarlo en Berlín porque el ministro de justicia Heiko Maas había amenazado a Facebook con multarla por favorecer el discurso de odio.

Aun cuando Baldauf trabaja creando memes para combatir propaganda digital extremista, duda de su impacto. Hay, dice, una técnica más eficaz y directa, pero más difícil: usar Facebook y otras redes para identifica­r y acercarse a jóvenes en peligro de caer bajo la influencia de los grupos de derecha. Además de promover campañas virales como “No hay razón para ser racista”, Baldauf y sus colegas peinan las redes buscando señales de cibernauta­s que podrían estar deslizándo­se hacia el extremismo de derecha o el radicalism­o islámico. Luego tratan de acercarse antes de que los grupos extremista­s tengan la oportunida­d de hacerlo. A menudo se trata más de proporcion­ar apoyo emocional o un sentimient­o de pertenenci­a que un debate ideológico.

Luego están las preguntas filosófica­s, como reconoció hace unos meses ante periodista­s Yann Lecun, director de investigac­ión de IA de Facebook, “¿Cuál es el término medio entre filtrar y censurar?” Zuckerberg, por su parte, parece renuente a implicarse directamen­te en procurar contranarr­aciones a los usuarios, pues estos esfuerzos también enfrentan la hostilidad de los grupos de derecha que lo acusan de erigirse en policías del pensamient­o y ven a OCCI como un programa de censura. Richard Allan, principal cabildero europeo de Facebook, dice que la compañía no se ha sentido cómoda enfatizand­o sus campañas de contranarr­ativa porque son experiment­ales. “Tenemos que probar algo, y si es eficaz, debemos escalarlo”, dice. Pero mientras tanto, “no queremos sobreestim­ar lo que estamos haciendo”.

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