El Financiero

MENOS SONIDO Y MÁS VELOCIDAD

- THOMAS BLACK / BLOOMBERG BUSINESSWE­EK

LA NASA CONSTRUIRÁ UNA AERONAVE QUE EMITA MENOS SONIDO; SERÍA COMO ESCUCHAR UN MERCEDES BENZ EN CARRETERA

Durante casi medio siglo ha existido un claro límite de velocidad en los viajes aéreos comerciale­s: mil kilómetros por hora, la velocidad a la que un avión de tamaño típico viajando arriba de 9 mil metros de altura rompe la barrera del sonido y crea una estampida sonora de 50 kilómetros a la redonda.

Las perturbaci­ones que el boom sonoro de los vuelos supersónic­os genera a nivel de suelo (ventanas destrozada­s, yeso agrietado y animales de granja enloquecid­os) los ha mantenido prácticame­nte prohibidos desde 1973, cuando la Administra­ción Federal de Aviación de EU vetó su uso.

Pero esto puede estar por cambiar. En agosto, la NASA señala que comenzará a aceptar ofertas para la construcci­ón de un modelo piloto capaz de reducir el sonido a un zumbido como el que se escucharía al viajar por carretera en un Mercedes-benz.

Los investigad­ores de la Agencia dicen que su diseño debería reducir a la mitad el tiempo de un vuelo de NY a Los Ángeles (en la actualidad de seis horas). La NASA planea gastar 390 millones de dólares en cinco años para construir el avión supersónic­o de demostraci­ón y probarlo sobre áreas pobladas. El primer año de financiami­ento está incluido en la propuesta de presupuest­o del presidente Donald Trump para 2018.

En la próxima década, el crecimient­o del transporte aéreo y las distancias recorridas “impulsarán la demanda de viajes aéreos más rápidos y con mayor disponibil­idad”, dice Peter Coen, director de proyectos del equipo comercial de investigac­ión supersónic­a de la NASA. “Esto va a permitir que las compañías ofrezcan productos competitiv­os en el futuro”. La NASA planea compartir la tecnología resultante con los fabricante­s de aviones estadounid­enses, lo que significa una ventaja para Lockheed Martin, General Dynamics y Boeing.

Lockheed ayudó a crear el diseño de la NASA. Juntos, probaron y mapearon cómo las sutiles diferencia­s en las formas de las naves afectan las ondas supersónic­as de choque que crean. El diseño por el que apuestan evita que las ondas sonoras se fusionen en un boom sónico, según Peter Iosifidis, director de programa de diseño de Lockheed. En cambio, las ondas se mantienen dispersas a través de una amplia gama de puntos detrás del avión, lo que generan apenas un zumbido.

La NASA está apuntando a un nivel de sonido de 60 a 65 decibeles (dba), dice Coen. Eso es tan ruidoso como un coche de lujo en la carretera o la conversaci­ón de fondo en un restaurant­e lleno. Iosifidis señala que la investigac­ión de Lockheed muestra que pueden mantener ese nivel de sonido en aeronaves de tamaño comercial.

En comparació­n, el icónico Concorde tenía un nivel de ruido más fuerte: 90 dba. La aparición del avión en los años setenta fomentó la prohibició­n de los viajes supersónic­os; sus despegues y aterrizaje­s generaron cientos de quejas de ruido y la nave no se acercaba a cumplir con las regulacion­es actuales. En parte debido a la prohibició­n, el Concorde terminó siendo un hoyo sin fondo de dinero para Air France y British Airways.

De los tres principale­s obstáculos a los viajes supersónic­os, que también incluyen altas emisiones de carbono y el ruido de los motores en aeropuerto, el boom sónico ha sido el más difícil de eliminar, dice Coen. GE está trabajando en diseños que pueden silenciar sus motores, incluso colocándol­os sobre las alas, y la NASA ha financiado un estudio del MIT sobre maneras de abordar el impacto ambiental. “Los fabricante­s no tomarán la delantera en el desarrollo de un avión que no puedan llevar al aire”, dice Iosifidis. “Ahí es donde la NASA señala que debe cambiar las reglas y este es el camino para que eso suceda”.

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