Los empleos del futuro
En cada revolución industrial ha habido un avance muy relevante en el nivel de vida de los seres humanos. Asimismo, también ha planteado cambios profundos en la cosmovisión de la vida cotidiana del ser humano, incluyendo la elevación de expectativa de vida y sus consecuencias, así como los trabajos que puede desempeñar, entre muchas otros aspectos. En este sentido, muchos empleos se perdieron en estas revoluciones, debido a que las máquinas reemplazaron una gran cantidad de labores o que la nueva forma de vida —resultado de dichos cambios tecnológicos—, eliminó la necesidad de ciertas labores y por lo tanto, de ciertos empleos.
No obstante lo anterior, también ha significado el génesis de muchos otros empleos. Las profesiones de ingeniero industrial no se concebían antes de la revolución industrial de finales del siglo XVIII. La de ingeniero electricista tampoco se vislumbraba antes del descubrimiento y la utilización de la electricidad y la de ingeniero en computación (o en informática) tampoco antes de la invención de la computadora. Así, hoy nos encontramos en lo que algunos llaman “La cuarta revolución industrial” (Klaus Schwab, 2017), en donde una vez más, la acelerada automatización de procesos y labores que estamos observando, está poniendo en riesgo una gran cantidad de empleos. La cada vez más cercana adopción de los vehículos que “se manejan solos” va a eliminar los empleos de taxista, así como de operadores de camiones, tráilers, etc. La digitalización de documentos y probablemente la incorporación de la tecnología “blockchain” va a eliminar las labores de los notarios y los contadores, al menos como las conocemos hoy. La inteligencia artificial y lo que denominan “machine learning” puede eliminar labores que llevan a cabo economistas, financieros, analistas y hasta compositores de música pop, entre muchos otros. Entonces, la pregunta es ¿Cuáles van a ser los empleos del futuro?
En el marco del Foro Banorte 2017 —que describí con cierto detalle en este espacio la semana pasada (“Un México fuerte, en el futuro de México”, 22 de agosto)—, tuve el privilegio de dirigir un taller titulado “Los empleos y habilidades del futuro”. Considero que el tema a tratar no es fácil y que la probabilidad de encontrar una lista de empleos que se van a crear, era muy baja. No obstante lo anterior, llegamos a conclusiones que me parecieron muy interesantes sobre la caracterización de los empleos que sobrevivirán o que se crearán en el futuro, ya no muy lejano. En este sentido, concluimos que es muy probable que desaparezcan todos los empleos o actividades que lleven a cabo labores repetitivas o que no requieran creatividad. Esto vuelve a darle sentido al origen de la palabra “robot”, que proviene de la palabra en lengua checa “robota”, que quiere decir “trabajo tedioso”.
En este sentido, pareciera ser que nos vamos a tener que volver consultores, tratando de encontrar un área de oportunidad en un problema por resolver. Una vez resuelto, instrumentando las tecnologías del momento, tendremos que buscar otra área de oportunidad y reinventarnos, porque tal vez ésta se encuentre en otro sector o rama a la que anteriormente nos dedicamos. Todo esto con educación continua no sólo en las nuevas tecnologías que emerjan, sino en otras áreas de conocimiento para entender y encontrar esas áreas de oportunidad de las que comento. Para que esto funcione, otra de las conclusiones que me pareció relevante, aunque con mucho sentido común, es la necesidad de tres aspectos: (1) Infraestructura, para asegurarnos que la educación —la mejor de todas—, esté disponible para todos y que tanto el desarrollo de tecnología, como la instrumentación pueda llevarse a cabo; (2) seguridad, tanto informática per se, como de privacidad y que la raza humana se encuentre protegida; y (3) marco jurídico, que enfrente tres retos: (a) Tiene que evolucionar junto con la tecnología; pero (b) sin sobre restringir la creatividad; y (c) tiene que ser instrumentado cabalmente, i.e. Estado de derecho, que tanto hace falta a países emergentes, en donde México desafortunadamente no es una excepción. * El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF. Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.
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