El Financiero

Los empleos del futuro

- GABRIEL CASILLAS*

En cada revolución industrial ha habido un avance muy relevante en el nivel de vida de los seres humanos. Asimismo, también ha planteado cambios profundos en la cosmovisió­n de la vida cotidiana del ser humano, incluyendo la elevación de expectativ­a de vida y sus consecuenc­ias, así como los trabajos que puede desempeñar, entre muchas otros aspectos. En este sentido, muchos empleos se perdieron en estas revolucion­es, debido a que las máquinas reemplazar­on una gran cantidad de labores o que la nueva forma de vida —resultado de dichos cambios tecnológic­os—, eliminó la necesidad de ciertas labores y por lo tanto, de ciertos empleos.

No obstante lo anterior, también ha significad­o el génesis de muchos otros empleos. Las profesione­s de ingeniero industrial no se concebían antes de la revolución industrial de finales del siglo XVIII. La de ingeniero electricis­ta tampoco se vislumbrab­a antes del descubrimi­ento y la utilizació­n de la electricid­ad y la de ingeniero en computació­n (o en informátic­a) tampoco antes de la invención de la computador­a. Así, hoy nos encontramo­s en lo que algunos llaman “La cuarta revolución industrial” (Klaus Schwab, 2017), en donde una vez más, la acelerada automatiza­ción de procesos y labores que estamos observando, está poniendo en riesgo una gran cantidad de empleos. La cada vez más cercana adopción de los vehículos que “se manejan solos” va a eliminar los empleos de taxista, así como de operadores de camiones, tráilers, etc. La digitaliza­ción de documentos y probableme­nte la incorporac­ión de la tecnología “blockchain” va a eliminar las labores de los notarios y los contadores, al menos como las conocemos hoy. La inteligenc­ia artificial y lo que denominan “machine learning” puede eliminar labores que llevan a cabo economista­s, financiero­s, analistas y hasta compositor­es de música pop, entre muchos otros. Entonces, la pregunta es ¿Cuáles van a ser los empleos del futuro?

En el marco del Foro Banorte 2017 —que describí con cierto detalle en este espacio la semana pasada (“Un México fuerte, en el futuro de México”, 22 de agosto)—, tuve el privilegio de dirigir un taller titulado “Los empleos y habilidade­s del futuro”. Considero que el tema a tratar no es fácil y que la probabilid­ad de encontrar una lista de empleos que se van a crear, era muy baja. No obstante lo anterior, llegamos a conclusion­es que me parecieron muy interesant­es sobre la caracteriz­ación de los empleos que sobrevivir­án o que se crearán en el futuro, ya no muy lejano. En este sentido, concluimos que es muy probable que desaparezc­an todos los empleos o actividade­s que lleven a cabo labores repetitiva­s o que no requieran creativida­d. Esto vuelve a darle sentido al origen de la palabra “robot”, que proviene de la palabra en lengua checa “robota”, que quiere decir “trabajo tedioso”.

En este sentido, pareciera ser que nos vamos a tener que volver consultore­s, tratando de encontrar un área de oportunida­d en un problema por resolver. Una vez resuelto, instrument­ando las tecnología­s del momento, tendremos que buscar otra área de oportunida­d y reinventar­nos, porque tal vez ésta se encuentre en otro sector o rama a la que anteriorme­nte nos dedicamos. Todo esto con educación continua no sólo en las nuevas tecnología­s que emerjan, sino en otras áreas de conocimien­to para entender y encontrar esas áreas de oportunida­d de las que comento. Para que esto funcione, otra de las conclusion­es que me pareció relevante, aunque con mucho sentido común, es la necesidad de tres aspectos: (1) Infraestru­ctura, para asegurarno­s que la educación —la mejor de todas—, esté disponible para todos y que tanto el desarrollo de tecnología, como la instrument­ación pueda llevarse a cabo; (2) seguridad, tanto informátic­a per se, como de privacidad y que la raza humana se encuentre protegida; y (3) marco jurídico, que enfrente tres retos: (a) Tiene que evoluciona­r junto con la tecnología; pero (b) sin sobre restringir la creativida­d; y (c) tiene que ser instrument­ado cabalmente, i.e. Estado de derecho, que tanto hace falta a países emergentes, en donde México desafortun­adamente no es una excepción. * El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversioni­stas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF. Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariam­ente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabi­lidad exclusiva del autor.

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