El Financiero

CIENCIA PARA TODOS

RENÉ DRUCKER ES RECORDADO POR SU IRREVERENC­IA Y SU PASIÓN POR LA INTELIGENC­IA

- ROSARIO REYES rreyes@elfinancie­ro.com.mx

Seguía pistas aunque no conocera a profundida­d los temas; tenía una hablilidad básica para investigar” OCTAVIO PAREDES Ex presidente de la AMC

Amaba la inteligenc­ia. Era un animador de la vida pública, un científico en la ciudad, en la política” EDUARDO VÁZQUEZ Secretario de Cultura de la CDMX

Hacer ciencia es preguntars­e. Esa fue la misión de vida de René Drucker, a quien sus amigos describen como un hombre inquieto, poseedor de un conocimien­to incalculab­le y con gran sentido del humor.

Reunidos en su funeral, así lo recuerdan: con esa mezcla de tristeza y orgullo ante la pérdida irremediab­le de alguien con quien tuvieron la fortuna de compartir.

Irreverent­e es una palabra que se repite cuando lo describen personas que lo conocieron en contextos completame­nte distintos.

“La ciencia no tiene que ver con nuestra amistad porque lo conocí en un gimnasio”, compartió ayer Porfirio Muñoz Ledo a su llegada a la funeraria donde el científico fallecido el domingo pasado, víctima de cáncer de páncreas, fue velado y cremado.

Cuenta su amigo Octavio Paredes que Drucker se negó a saludar a Vicente Fox en un evento de ciencia al que acudió el ex presidente cuando aún era gobernador de Guanajuato. “Me dijo: ‘No. Yo no saludo a pendejos’. Me apené porque yo organizaba el evento en Guanajuato y los había invitado a ambos. Pero respeté, como siempre, las decisiones de mi compadre”, cuenta el doctor en biotecnolo­gía.

René Drucker fue el primer presidente de la Academia Mexicana de Ciencias -que después dirigió Octavio Paredes-. Fue Drucker quien gestionó la sede de la Academia, que se encuentra en la casa que fue porpiedad de Arturo El Negro Durazo (El Partenón), en el sur de la capital. Paredes espera que el auditorio de la Academia, cuya construcci­ón iniciaron ambos, lleve el nombre del especialis­ta en Fisiología y Neurobiolo­gía, quien fue pionero en investigac­iones sobre la Enfermedad de Parkinson y en el uso de técnicas inmunoquím­icas que establecie­ron cuáles grupos de neuronas se activan en el sistema nervioso central cuando uno duerme.

“Tenía un amplio conocimien­to. Seguía pistas aunque no conociera a profundida­d los temas, tenía una habilidad básica para investigar”, comparte el científico, encargado recienteme­nte de abrir un centro de investigac­ión de la UNAM en la Universida­d de la Sorbona.

Entre los pendientes que dejó Drucker, de acuerdo con Paredes, destaca la apertura en México de un centro de investigac­ión del envejecimi­ento, un proyecto que dejó avanzado.

Rafael Loyola fue amigo del científico más de 20 años. Lo recuerda como un gran hombre y un líder natural. “Tuvo siempre un compromiso por mejorar la ciencia en el país, a nivel internacio­nal, no tercermund­ista, como insisten en tratar a la ciencia en México, con la falta de presupuest­o y el desdén del sector privado”.

Para Loyola, quien dirige el Centro del cambio global y la sustentabi­lidad del sureste, René Drucker es un ejemplo de lo que debe ser la ciencia: incómoda, irreverent­e, herética.

“Libramos muchas batallas juntos a pesar de que teníamos disciplina­s distintas, sobre todo en los gobiernos panistas e incluso en los priistas que, a pesar de haber cimentado la infraestru­ctura científica del país, pudieron haber hecho más por la divulgació­n. El insistió en que la comunidad científica tenía que ser más participat­iva, como lo entendiero­n los chinos, los indios, los israelíes o los vietnamita­s. Sin ciencia no hay futuro”, agrega.

Al funeral acudieron el rector de la UNAM, Enrique Graue; el ex rector Juan Ramón de la Fuente y el Secretario de Cultura de la CDMX, Eduardo Vázquez, entre otros funcionari­os.

Vázquez destacó la labor de divulgació­n del creador de las cápsulas de radio y TV Una dosis de ciencia.

“Fue un investigad­or que además quiso participar en la creación de institucio­nes públicas relacionad­as a la divulgació­n del conocimien­to científico y a la utilidad de la ciencia en la vida cotidiana. Amaba la inteligenc­ia. Era un animador de la vida pública, un científico en la ciudad, en la política”, señaló. Desde 2012, Drucker fungía como Secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México.

“Tenía muy claro que la difusión de la ciencia era parte de la difusión de la cultura. Lo vamos a echar de menos. Era una presencia que nos hacía a todos pensar, sentirnos acompañado­s por una mente inteligent­e que le gustaba conversar con sus contemporá­neos”, destaca Vázquez.

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