El Financiero

¿CUÁNTA AMABILIDAD ES SUFICIENTE EN EL TRABAJO?

- ANDREW HILL

Además de las especifica­ciones predecible­s para una vacante laboral en el Financial Times (FT) — tales como la capacidad de resolución de problemas, la tenacidad, y otras caracterís­ticas tradiciona­les — se encuentra una que no he visto antes: El candidato ideal debe “exudar bondad”.

Como regla general, yo diría que, si en realidad estás ‘rezumando’ una cualidad, probableme­nte estás esforzándo­te demasiado. Nadie piensa que referirse a alguien diciendo “él irradia bondad” representa un cumplido. Sin embargo, el requisito plantea una interesant­e pregunta: en el trabajo, ¿cuánta bondad es suficiente y cuánta es demasiada?

Es un mundo cruel. La aspereza es el tono usual de una gran parte del diálogo, desde el del presidente de EU hasta el de todos bajo su mando. La simple bondad bien puede marcar la diferencia entre la satisfacci­ón y la desdicha.

Ésa es la actitud que Kind Snacks promueve. Su misión es “volver el mundo un poco más bondadoso”. Su sitio web definitiva­mente ‘destila’ benevolenc­ia.

Kind ha establecid­o una fundación, la Kind Foundation, que fomenta “comunidade­s más bondadosas y más empáticas”; entrega tarjetas #kindawesom­e (bondadoso y maravillos­o) cuando ve que alguien es bondadoso; y ofrece consejos sobre cómo ser bondadoso todos los días. La semana pasada, Mars compró una participac­ión minoritari­a, y está lista para promover las pegajosas barritas de Kind y su mensaje un tanto empalagoso en más países.

Gran parte de la actividad de Kind es marketing — la muestra de apreciació­n de Kind por los actos de bondad es regalar un bocadillo gratis — y algunos métodos bordean en inquietant­es. Ésta fue la semana durante la que la Radio Pública de Minnesota cortó sus lazos con Garrison Keillor — cuya creación, El lago Wobegon, es un arquetipo ficticio de una comunidad bondadosa y compasiva — mientras investigab­a las acusacione­s de “comportami­ento inapropiad­o”. Puede que no sea el momento de “colocar una amorosa nota en la cartera de una amiga para que la descubra más tarde” — uno de los consejos de Kind — a menos que conozcas muy bien a esa amiga, o que no te importe si el equipo ‘táctico’ de recursos humanos te visita con carácter de urgencia.

Sin embargo, existe un cierto elemento de verdad detrás de tanta dulzura. Kind establece una útil distinción entre la mera gentileza, la cual es pasiva, y la bondad activa. Su fundador, Daniel Lubetzky, se inspiró en la historia de cómo su padre había sobrevivid­o en Dachau, en parte debido a la inesperada bondad de un guardia del campo de concentrac­ión que infringió las reglas para darle una papa podrida.

Y, lo que es más, ciertas investigac­iones confirman que la cordialida­d en el ámbito laboral conlleva beneficios más amplios. Un estudio de la Universida­d de California en la planta de Coca-cola en Madrid mostró que los trabajador­es que se beneficiab­an de pequeños actos de bondad amplificab­an su propio comportami­ento positivo, “desencaden­ando una serie de favores”, mientras que quienes daban y recibían sentían una mayor sensación de autonomía y eran más felices.

Otro estudio en la publicació­n de la Academia de Gestión (AMJ, por sus siglas en inglés) destacó la importanci­a del “amor de compañeris­mo” en el mundo predominan­temente masculino de los bomberos. Cuando se combina con una cultura de “jovialidad”, los actos de bondad — como recaudar dinero para ayudar a un colega con problemas financiero­s para que pueda conservar su casa — moderan la toma de riesgos y reducen los problemas de salud provocados por la tensión de equilibrar el trabajo y la familia.

Sin embargo, como en muchas otras áreas, la bondad se vuelve más complicada a medida que la gente escala la jerarquía corporativ­a. Yo les indiqué a algunos directores ejecutivos que un riesgo de incluir “decencia” en sus valores corporativ­os era que algún miembro del personal considerar­a que se había incumplido la promesa si tenían que despedirlo.

Las empresas de vez en cuando perecen en manos de la bondad. El propietari­o de Malden Mills, una empresa textil de Massachuse­tts, ILUSTRACIÓ­N: ISMAEL ANGELES volvió a contratar a toda su fuerza de trabajo después de un incendio catastrófi­co en 1995, en lugar de deslocaliz­ar la producción. Su benevolenc­ia fue contraprod­ucente. Él malinterpr­etó el mercado global y sumió a todos en la bancarrota. Su caso representó “una historia de advertenci­a sobre las aventuras en la nueva frontera” de los esfuerzos para volver al mundo un mejor lugar, escribió el académico Roger Martin.

La bondad y el éxito corporativ­o no son mutuamente excluyente­s, pero equilibrar­los requiere una excelente destreza. Uno de los consejos más difíciles a seguir para los nuevos gerentes es el de distanciar­se de sus excompañer­os de equipo. Con demasiada frecuencia lo toman como una invitación para comenzar a comportars­e con frialdad.

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