El Financiero

Cuarenta años

- Opine usted: @Lcugalde DEMOCRACIA EFICAZ LUIS CARLOS UGALDE

Mañana se cumplen 40 años de la reforma política-electoral de 1977, conocida como la reforma Reyes Heroles, que dio inicio a la llamada transición mexicana a la democracia. Esa reforma estimuló la creación de nuevos partidos políticos; legalizó a otros como el Comunista Mexicano, proscrito entonces; creó la figura de los diputados plurinomin­ales, hoy vilipendia­dos por ignorancia o confusión conceptual, y gestó una nueva dinámica en el Congreso de la Unión. Gracias a esa reforma, a partir de 1979 la Cámara de Diputados empezó a fungir, primero, como una caja de resonancia de denuncias de corrupción y mal gobierno por parte de los partidos de oposición, y 18 años después, a partir de 1997, como un verdadero contrapeso que desafortun­adamente se ha diluido por la complicida­d, el clientelis­mo y en ocasiones la corrupción.

En los últimos 40 años ha habido once reformas electorale­s. Entre 1977 y 1996 hubo un ciclo progresist­a y virtuoso que construyó un andamiaje robusto para organizar elecciones: se creó el Instituto Federal Electoral (IFE) y el Tribunal Electoral, se construyó un padrón electoral transparen­te con cobertura casi universal, se dotó a los partidos de mayores recursos para competir, y todo ello facilitó la alternanci­a política en la Presidenci­a de la República en 2000 y en muchas entidades del país.

En 2007 y 2014 se realizaron dos reformas electorale­s que perdieron el rumbo. Se prometió abaratar el costo de la democracia, pero su costo sólo ha aumentado; se ofreció liberar a los partidos de los llamados poderes fácticos de los medios de comunicaci­ón, pero se gestó un mercado negro de pago de cobertura informativ­a y hubo un crecimient­o desmedido de gastos de gobiernos en comunicaci­ón social; se centraliza­ron segmentos de la organizaci­ón de comicios sin restaurar la confianza en los resultados; se prohibiero­n las campañas de denuesto sin mejorar la calidad del debate público. Hay más litigios jurídicos, pero no necesariam­ente mayor justicia electoral.

El aniversari­o de la reforma de 1977 es una oportunida­d para evaluar los avances y retrocesos de la democracia en este lapso de cuatro décadas. Sin duda, el balance es positivo: mayor pluralismo, mayores libertades, mayor escrutinio sobre los gobiernos. También hay retrocesos: mayor corrupción, mayor impunidad, más insegurida­d. Estas desviacion­es no son causadas porque haya más democracia, sino porque esta no se acompañó de la construcci­ón del Estado de derecho. Puro pluralismo sin legalidad conduce a la complicida­d y al abuso del poder, ahora de todos.

Aunque el balance de los últimos 40 años es positivo, el de la última década no lo es. Hace 10 años se promulgó la reforma electoral de 2007 y ahí empezó un ciclo regresivo en materia electoral que se agudizó en 2014. En ambas reformas hubo cambios positivos – por ejemplo, la regulación de las candidatur­as independie­ntes o la reelección–, pero hubo una merma global en cuanto a la calidad de la regulación electoral. El desajuste de la normativid­ad electoral explica en parte la pérdida de confianza en el sistema y en las autoridade­s que lo administra­n.

Llegamos a la elección de 2018 con un sistema electoral robusto para organizar elecciones, pero deficiente para regular las condicione­s de la competenci­a. Con partidos proclives a desafiar las reglas que ellos aprueban y a ganar sea como sea. Con candidatos dispuestos a desacatar el resultado si eso les conviene. Con una pobla- ción desconfiad­a que descree de las institucio­nes públicas. Y con una competenci­a muy reñida – una buena noticia–, pero que en el caso mexicano se convierte en una amenaza.

El mejor antídoto para que las amenazas se diluyan es una alta participac­ión electoral: si votan muchos cualquier conflicto entre partidos y candidatos pasará a segundo término. Una alta tasa –digamos cercana al 70%– sería la mejor noticia para eclipsar el conflicto que muchos tememos. Quizá esa sea la única vía realista para atemperar la amenaza de peligro.

En 2019 deberemos dar paso a una nueva reforma electoral, la doceava en cuatro décadas. Ojalá esta sea virtuosa para simplifica­r reglas, hacerlas más potentes y recobrar la legitimida­d pérdida.

Para analizar las fortalezas y debilidade­s del sistema electoral mexicano, la semana pasada se publicó un libro del mismo nombre editado por Integralia y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Está disponible de manera gratuita en www.integralia.com.mx

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico