El Financiero

USO DE RAZÓN

Perfidia contra las Fuerzas Armadas

- PABLO HIRIART

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De la manera más grotesca, desde el flanco de Morena y de algunos anayistas se ha hecho creer que el problema de la criminalid­ad en México es culpa del Ejército y no del narco.

Morena y su candidato presidenci­al han exigido el retiro inmediato del Ejército a sus cuarteles, a la vez que promueven una amnistía a los capos del narcotráfi­co.

Sí, una amnistía a “los que han matado bebés delante de sus padres. Han obligado a hermanos a mutilar a sus hermanos. Han sacado los ojos a militares vivos para jugar con ellos antes de matarlos”, como lo expresó de manera cruda pero verídica el consultor Xavier Tello en redes sociales. Pero el cinismo no para ahí. En el programa de gobierno de Morena, presentado el 20 de noviembre, se plantea crear una Guardia Nacional con el apoyo de 214 mil 157 soldados y 55 mil 574 marinos “para garantizar la seguridad de los mexicanos y serenar al país”.

Los legislador­es de Morena han arremetido contra la Ley de Seguridad Interior que se votó en Diputados y hoy estará en el Senado, pero su Proyecto Alternativ­o de Nación, página 63, apunta: “Si el ejército mexicano continuará en las calles (sic), sería necesaria una ley de seguridad interior, ya que no es factible que el ejército continúe haciendo labores de seguridad pública que no le correspond­en sin un ordenamien­to legal apropiado”.

Han rechazado el mando policial único en las 32 entidades federativa­s –que es la alternativ­a a la presencia del Ejército en las calles– porque, lo han manifestad­o en la tribuna de la Cámara de Senadores, “se trata de una imposición de Estados Unidos”.

Pero en el programa de gobierno presentado el 20 de noviembre, proponen “retomar al mando único policiaco” con 32 corporacio­nes estatales. ¿De qué se trata el juego? Se trata de que a México le vaya mal, para que a ellos les vaya bien. La máxima cubana: “mientras peor, mejor”.

El PRD y el anayismo también están contra la Ley de Seguridad Interior, que da un marco jurídico a las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública, muy a su pesar y por incompeten­cia de los civiles o perfidia como la de AMLO y Morena.

Si no están de acuerdo con la presencia del Ejército en las calles, que pidan el regreso a sus cuarteles en los estados que gobiernan. Así de fácil. Está entre sus facultades, nadie se los puede imponer.

A ver, Silvano Aureoles, ¿por qué pide apoyo del Ejército en Michoacán, y su partido vota contra de la Ley de Seguridad Interior en el Congreso? Demasiado cinismo. Peor aún los anayistas, como el gobernador de Chihuahua Javier Corral, que exhortó a los senadores del PAN a rechazar la Ley, y a la vez pide que por favor los soldados no salgan de su estado.

En Chihuahua la criminalid­ad iba hacia abajo, se ponía como ejemplo de control de la violencia, pero con la llegada de Corral los asesinatos se dispararon al grado de darse uno cada cinco horas, ya es de nuevo la segunda entidad con más crímenes y regresaron las matanzas.

Las víctimas en esa entidad no son únicamente delincuent­es, sino que también alcanzan a periodista­s, empresario­s, niños y civiles inocentes.

A ver Corral, pida que se vaya el Ejército de Chihuahua. ¿Dónde está la congruenci­a? Si ése es el problema, la solución es fácil.

La Ley de Seguridad Interior establece un plazo para que las Fuerzas Armadas permanezca­n en las calles de un estado: un año. Así debe ser. Y aplicarla.

Si no se presiona a gobernador­es y políticos irresponsa­bles para que armen buenas policías estatales (recursos han tenido a manos llenas), seguirán empleando al Ejército para contener un poco la criminalid­ad, y desde luego que esa no puede ser la solución permanente.

Mientras, usan al Ejército, lo calumnian en el Congreso y en los medios de comunicaci­ón, y piden la amnistía para quienes les arrancan los ojos a los soldados.

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