Dos noticias
Dentro del caos que ha sido la presidencia de Donald J. Trump en estos primeros 10 meses y medio al frente del gobierno de Estados Unidos, los días recientes han tenido unos vaivenes que, si Trump no sufría predemencia senil, como sugieren varias voces en el Congreso, bien pudo sucumbir a algún desorden mental dados los abruptos acontecimientos.
Como pasa con frecuencia, Trump recibió de manera casi simultánea dos noticias: una buena y una mala.
Primero la buena: su iniciativa fiscal fue aprobada en el Senado por 2 votos, con todos los demócratas y un solo republicano (Bob Corker, de Tennessee) en contra. El asunto no se dio sin sobresaltos. Hubo alteraciones de última hora para satisfacer intereses particulares que quedaron escritos a mano en la iniciativa, un documento de más de 500 páginas que fue circulado a los senadores con sólo 30 minutos de anticipación al voto, que finalmente se dio a las 2:30 de la mañana del viernes.
Ahora, la iniciativa tiene que volver a la Cámara baja, donde se redactará la versión final que satisfaga a la mayoría republicana en ambas cámaras. Siendo este el único logro legislativo mayor en lo que va de la administración, será imperativo lograr la percepción de que, a corto plazo, los cambios fiscales se traduzcan en beneficios tangibles para los ciudadanos antes de un año, pues en noviembre de 2018 hay elecciones intermedias para renovar la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado (33 asientos). En juego está la mayoría republicana en ambas cámaras y arrancan cargando el lastre en que se ha convertido Trump (como Meade con el PRI).
¿Qué hará la reforma fiscal? Los demócratas dicen que aumentará la deuda enormemente y que subirán los impuestos de la clase media y baja, mientras que da enormes beneficios a las grandes corporaciones y los más ricos. Los republicanos argumentan que la inversión y el crecimiento económico que provocarán los cambios, beneficiará a todos. Es la apuesta para 2018.
Pero en el marco de esta indudable victoria para Trump, apenas unas horas después de la aprobación de la iniciativa, llegó la mala noticia, y es malísima:
El general Michael Flynn, asesor de seguridad nacional de la administración Trump durante apenas 24 días, se declaró culpable, en una Corte Federal, de mentir al FBI, y anunció que ahora coopera con la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre los lazos de la campaña de Trump con Rusia.
Sorprenden varias cosas del episodio. Mueller pudo haber acusado a Flynn de delitos mucho más graves. Por ejemplo, mientras formaba parte del círculo cerrado de Trump, Flynn recibió pagos de por lo menos dos gobiernos extranjeros (Rusia y Turquía), llegando incluso a conspirar para secuestrar a un clérigo turco enemigo del gobierno del autócrata Recep Tayyip Erdogan y llevarlo en un avión privado a una prisión turca, a cambio de 15 millones de dólares. En esta conspiración también es vulnerable su hijo Michael. Y, como esto, probablemente haya otros delitos.
Aparentemente, según analistas jurídicos, la información que Flynn estaría aportando a la investigación es de tal valor que Mueller presentó solo este cargo, relativamente menor, y nada contra su hijo… mientras Flynn siga cooperando. Ya se sabe, porque así quedó asentado en documentos de la Corte, que Flynn recibió instrucciones de “altos oficiales” de la campaña de Trump para negociar con Sergey Kislyak, el entonces embajador ruso en Washington, sobre las sanciones que impuso Obama a Rusia por interferir en las elecciones. Pero eso no es ilegal. El delito fue mentir al FBI.
¿Por qué mintió Flynn? ¿Por qué Trump no lo despidió sino hasta 18 días después de que Sally Yates, del Departamento de Justicia, advirtió a la Casa Blanca que Flynn era vulnerable a un chantaje ruso? ¿Por qué, aun después de todo esto, Trump le pidió al director del FBI, James Comey, que cerrara la investigación sobre Flynn, y cuando Comey se negó, fue despedido? ¿Por qué Kushner, Manafort, Trump Jr., Jeff Sessions y tantos más han mentido respecto a sus contactos con Rusia?
Flynn sabe, y si Flynn sabe, Mueller sabe.
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