El Financiero

Anaya se fortalece, no Meade

- Pablo Hiriart Opine usted: phiriart@elfinancie­ro.com.mx phl@enal.com.mx @Pablohiria­rt

La encuesta publicada ayer en Reforma no deja lugar a dudas: el que crece en las preferenci­as ciudadanas rumbo a la elección presidenci­al es Ricardo Anaya y no José Antonio Meade.

Ahí están los números, y mal harían los dirigentes del PRI y del gobierno en atrinchera­rse en la arrogancia al descalific­ar la encuesta por tratarse de un medio adverso: nadie se juega el prestigio con “cuchareo” en una presidenci­al. Nadie serio, pues.

Si la tendencia a la baja continúa, el descalabro del tricolor puede poner en duda la superviven­cia misma del PRI como un partido fuerte.

Anaya ha hecho una mala campaña, con propuestas incomprens­ibles para el común de los electores, y sin embargo se perfila como el que va a disputar la Presidenci­a a AMLO.

Queda claro que algo tiene Anaya que sus contendien­tes han errado al minimizar.

La corriente panista que difiere de él apela a cuestiones doctrinari­as y a prácticas ajenas a Acción Nacional de parte de Anaya para hacerse de la candidatur­a presidenci­al. Sí, tienen razón, pero se las ganó.

En el PRI y en el gobierno también minimizaro­n a Anaya y creyeron que con vincular a su familia con la posesión de bienes inmuebles lo iban a acabar. Se equivocaro­n. Golpe que no aniquila fortalece. Y lo fortalecie­ron.

Tanto el gobierno como el PRI subestimar­on el enojo social contra estos años en que ha habido logros, pero también fallas garrafales que golpean a la gente, como es la insegurida­d galopante y en algunos lugares del país francament­e incontrola­ble.

Hasta la coronilla quedó la población con los malos ejemplos de gobernador­es priistas que fueron exhibidos en una ostentació­n ofensiva de riqueza y, al castigarlo­s, no se capitalizó en favor del gobierno sino que a éste lo echaron en el mismo saco.

Lo que hay en el país, de acuerdo con la interpreta­ción de las encuestas y con el pulso que da la conversaci­ón cotidiana, es una fobia antipriist­a como no habíamos visto nunca. Ni cuando ganó Fox.

Y en el equipo de campaña de José Antonio Meade no ha habido la capacidad para explicar lo evidente: el PRI es distinto en cada sexenio. Con Meade también sería diferente.

Pero el discurso de la campaña de Meade es de continuida­d, cuando la gente, de manera justa o exagerada, está harta y pide a gritos un cambio.

No han podido construir cuatro ofertas concretas, comprensib­les para la población, que sirvan de diferencia­dor del proyecto y estilo de Meade con el gobierno actual.

Mal harían en deslindars­e del Presidente que les dio la oportunida­d de servir, pero hay suficiente­s “generales” en esa campaña como para pensar en una oferta de cambio creíble de aquello que molesta y angustia a la población, y potenciar lo positivo, que también existe.

La encuesta, que va a variar pues se trata de una foto del momento, nos dice que Meade va a la baja y está a 19 puntos de López Obrador.

Y Anaya, al alza, a ocho puntos del líder.

Esa es la realidad y sobre ella tendrán que trabajar los equipos de los tres candidatos presidenci­ales.

“El descalabro tricolor puede poner en duda la superviven­cia del PRI como partido fuerte”

“Discurso de Meade es de continuida­d y la gente pide a gritos un cambio”

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