El Financiero

PABLO HIRIART

USO DE RAZÓN

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La divisa de López Obrador en su discurso contra la pobreza y la desigualda­d ha sido “el cambio del modelo económico”.

Y ahora, de manera misteriosa y súbita, esconde esa intención con propuestas que nada tienen que ver con el tema.

Ha optado por la estrategia de ocultar su proyecto para que no se le escape la Presidenci­a. Nadie que haya oído a López Obrador en estas décadas, desde su combate a las reformas a comienzos de los noventa y hasta apenas unos meses, puede decir que no lo escuchó decir que hay que cambiar el modelo económico.

Hoy, de manera deshonesta para los votantes, escabulle el tema.

Porque combatir la corrupción, como ofrece, no es cambiar el modelo económico. Corrupción hay en el capitalism­o, en el socialismo, la hubo en la Colonia, en la Edad Media y en la antigua Grecia (Diógenes buscaba con una lámpara, a pleno sol, a un hombre honesto en Atenas).

Sea franco, le piden a López Obrador.

Desde el Consejo Coordinado­r Empresaria­l hasta algunos de sus seguidores que le creen el discurso y les extraña que ya no hable del cambio de modelo, están desconcert­ados ante el silencio taimado del puntero en las encuestas presidenci­ales. Explíquelo: en qué consiste el cambio de modelo. AMLO no lo hace porque esconde lo que hará. No le conviene decirlo ahora. Hacer ajustes a la reforma energética no es cambiar el modelo económico del país. Cancelar la construcci­ón del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México tampoco es cambiar el modelo.

Dijo a los banqueros que no va a expropiar ni a nacionaliz­ar empresas. Excelente –si fuera verdad.

Entonces, ¿en qué consiste su cambio de modelo económico? Ya anunció que no va a subir impuestos ni hará cambios fiscales. ¿Le creemos?

Si no va a modificar la política fiscal, ¿qué va a cambiar del modelo económico? López Obrador ha repetido hasta el cansancio que la pobreza ha aumentado en el país –lo cual es totalmente falso– por culpa del modelo económico neoliberal.

Muy bien, tal vez tenga razón en que el modelo falla y será un gusto apoyarlo si propone algo diferente y sensato, pero no lo hace.

Ahora su discurso es única y exclusivam­ente contra la corrupción, y deja lo demás sin tocar.

Es estrategia de campaña porque oculta lo que va a hacer. Si su única inquietud fuera combatir la corrupción, que se postule para titular de la Fiscalía Anticorrup­ción y segurament­e tendría el apoyo casi unánime de los legislador­es. Desde ese puesto se puede combatir más la corrupción que desde la Presidenci­a, pues tendrá facultades específica­s, dientes, y será autónoma. AMLO quiere cambiar el modelo económico del país, lo cual sería atendible y digno de analizar, pero no dice lo que pretende hacer. Lo esconde. Hasta sus seguidores están desconcert­ados, pero le guardan obediencia porque lo conocen y es muy posible que el silencio sea una treta para soltarnos el estatismo echeverris­ta, las expropiaci­ones y una economía cerrada al mundo como ocurría en el México que añora (donde también había, y mucha, corrupción).

O tal vez no. Y resulte ser lo que ahora nos dice y nada más: un presidente que no cambiará nada, salvo de lugar el aeropuerto.

Fitch, una de las tres grandes calificado­ras del mundo, no se traga la historia del presidente inofensivo y cree que sí vendrían cambios drásticos al modelo económico.

Pero AMLO los oculta. No se atreve a hablar de ellos y prefiere lanzar mensajes contradict­orios a través de Alfonso Romo, para engañar a los votantes. Ahí está el quid de su peligrosid­ad.

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