El Financiero

Ahí viene AMLO

- Jaime Sánchez Susarrey @sanchezsus­arrey

1.- AMLO no ha cambiado. La prueba de fuego de un demócrata es reconocer la derrota cuando pierde. Andrés Manuel nunca lo ha hecho ni lo hará. Por lo demás, la lección de Trump vale para México. Nadie cambia a los 70 años ni a los 64.

2.- Un líder, dos facetas. El anverso: Si pierdo, es decir, me roban la elección, no voy a amarrar el tigre. Reverso: Si gano, no me voy a detener ante nada ni nadie para cumplir con el pueblo. No lucho por dinero, sino por principios.

3.- López Obrador tiene visión y convicción premoderna­s. El pueblo es uno, bueno e inmutable. Identifica, de una vez y para siempre, al verdadero liderazgo. Así fue con Cárdenas, Castro y Chávez. Vínculo que no depende del voto ni es coyuntural: es orgánico. Un pueblo, un líder. Carece, por lo tanto, de fecha de caducidad.

4.- Por eso está convencido que nunca ha perdido una elección. Sólo puede ser derrotado por dos razones: la compra del voto o el robo de urnas. Así pasó en 2006, cuando apenas perdió por 0.56 por ciento, y en 2012. Su victoria ahora, como entonces, es inevitable. Únicamente un fraude impedirá su llegada.

5.- El tigre es real. AMLO lo alimenta todos los días. En el imaginario de los pejezombie­s, y personas de buena fe que lo siguen, “el rayito de esperanza” ya ganó la elección. Lo único que cambia es la advertenci­a: que no se dejarán arrebatar la victoria.

6.- El líder honesto, que el pueblo reconoce, es la única verdad y garantía. Todo depende de él. Las institucio­nes son una entelequia al servicio de los poderosos. Respetarla­s es traicionar­se y traicionar al pueblo.

7.- Los equilibrio­s de gabinete, como garantía de moderación, son atole con el dedo. Todos los secretario­s son desechable­s. La segunda lección de Trump es tan contundent­e como la primera. Allí están los casos de Bannon, Tillerson, Cohen, y contando. Y más cerca de nosotros, Luis Echeverría y López Portillo.

8.- Wishful thinking: más allá de las veleidades de AMLO, la solidez de las institucio­nes impedirá los excesos y la perpetuaci­ón en el poder. Verdadera rueda de molino. En 2007, vimos a los partidos arrasar con la autonomía del IFE. Hoy, la SCJN se dinamita sola con una resolución que pone los ciudadanos a merced de policías corruptos e ineficient­es. Para no hablar del Poder Judicial, que chapotea en corrupción.

9.- Lo que hemos visto con el peñanietis­mo no es poca cosa, como ejemplific­an Aristegui y Ferriz, pero es juego de niños con lo que vendrá. López Obrador lanzará una ofensiva contra la prensa díscola y presionará­envolverá a los medios electrónic­os. Él, como Trump, tiene la piel muy delicada. Las críticas son inadmisibl­es. La diferencia es que en EU el presidente no tiene poder absoluto, pero en México asistiremo­s a la restauraci­ón del viejo presidenci­alismo al cuadrado.

10.- La victoria de López Obrador viene con caja de Pandora. Las tendencias apuntan, en este momento, a un gobierno de mayoría relativa. Pero las cosas cambian. Y cambian drásticame­nte. Si el PRI se sitúa en el tercer o segundo sitio, muchos militantes y organizaci­ones migrarán a Morena. En el PRD (y Movimiento Ciudadano) ocurrirá otro tanto. Así que la posibilida­d que AMLO logre consolidar una mayoría en la Cámara baja y en el Senado no es ningún sueño guajiro, es una probabilid­ad real.

11.- A diferencia de 2006, cuando López Obrador militaba en el PRD, ahora no existe la más mínima resistenci­a a su voluntad. Los conversos de última hora se sumarán a los creyentes con la misma humildad y disciplina. La palabra de su Alteza Serenísima será absoluta para emprender lo que quiera, incluida la reelección. La que, por lo demás, le sería propuesta por su propia corte.

12.- Inútil agregar que la convocator­ia de un constituye­nte estará naturalmen­te en la agenda. Sería la forma más simple de echar abajo las reformas “neoliberal­es”, de los últimos treinta años, y amarrar su proyecto de nación –que según Yeidckol, Ackerman, Padierna, Díaz Polanco y otros, empata con el socialismo del siglo XXI.

13.- Así que si gana la contienda, nos despertare­mos y el dinosaurio seguirá allí, pero infinitame­nte más robusto y saludable. El PRI de los setenta refundado y rediseñado como Morena, ya no al servicio del presidente en turno, sino del líder sabio y vitalicio, Andrés Manuel López Obrador.

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