El Financiero

En prisión 800 niños inocentes

- Eduardo C. Torreblanc­a Opine usted: etj@uptv.mx

Son 800 niños mexicanos que sin haber hecho nada, están presos. Hay niños que nacieron en prisión, tienen más de 10 años y no conocen lo que es subirse a un auto, nunca han viajado en un camión, no conocen un árbol, desde luego que el mar ni se lo imaginan. Son niños que jamás han ido a un cine, que no conocen el concepto de un museo, y jamás han puesto un pie fuera del penal. Ni en una escuela, por cierto.

Su delito es haber nacido en prisión y su madre una prisionera que les dio como determinan­te en sus primeros años de vida el ser presos de las circunstan­cias.

Ahí viven, al lado de su mamá. Ahí duermen, en una “cama” si es que a una plancha de cemento se le puede llamar cama. Con un contacto mínimo con la luz, sin posibilida­des de correr más que en muy limitadas circunstan­cias y en determinad­os horarios. No tienen propiament­e escuela y la teoría señala que tampoco pueden tener juguetes y como en el presupuest­o no existen, porque jamás se ha considerad­o su circunstan­cia, tampoco debieran comer ni que les laven la ropa o les atiendan alguna enfermedad que llegara a asaltarles. Curioso. No existen (no hay presupuest­o para ellos porque no debieran estar en la cárcel) pero sin embargo no pueden salir de ella.

Ahí comen lo que pueden comer porque como formalment­e no son reclusos no hay presupuest­o que les alimente. No salen porque generalmen­te nadie recuerda a su madre quien dejó de recibir visitas. No hay escuela, no hay formalment­e salón de clases, no hay maestros o sala de juegos.

Ahí han vivido en violencia. Ha habido hijas de secuestrad­oras que a los 12 años ya formaban parte de una banda con ese giro criminal. Desde la cárcel, sin ser formalment­e reclusas, participab­an de los procesos de negociació­n. Puro emprendimi­ento criminal.

Son 800 niños-niñas que la ley no reconoce aunque debieran hacerlo, porque priva un ordenamien­to legal que ya les exige a los reclusorio­s a tomar determinad­os cuidados con los niños y niñas de las reclusas. Una ley que tiene un límite preciso para cumplirse a plenitud : noviembre del 2018. REINSERTA es una Fundación que tiene vocaciones inusuales de las que puede usted informarse en los trabajos (dos) que antes hemos publicado en esta casa editorial. Reinserta ha promovido un trato humano a las mujeres y a sus hijos o hijas que viven en condicione­s de privación de libertad ; en este país existirían aproximada­mente 2 mil 500 mujeres que cumplen una sentencia y de las cuales el 88 por ciento son madres.

El 70 por ciento de estos hijos tienen sólo a mamá porque papá dejo de visitarles en el penal y no quiso hacerse cargo de ellos o ellas.

Reinserta hace una maravillos­a labor; esa fundación lleva a los hijos de estas reclusas a tener experienci­as excepciona­les por primera ocasión en sus vidas. Trabaja en un modelo de atención para estas circunstan­cias, modelo 100% mexicano. Parte de ese modelo es atenderlos en libertad. Desde subirse a un camión, ir al museo del papalote o bien ir a conocer al mar, por ejemplo a Cancún o a Acapulco como acaba de suceder hace un par de semanas. Se llevaron a 13 niños (con apoyo de 13 adultos que les acompañan en todo momento a disfrutar la experienci­a de libertad) a Acapulco y en avión gracias a la colaboraci­ón altruista de Aeroméxico y de otras institucio­nes. La experienci­a fue una locura. En el avión la tripulació­n y los pasajeros recibieron a los niños con un aplauso al saber que eran niños que llevaban viviendo en prisión más de diez años y que esa era su primera salida al “mundo exterior”. Ahí por cierto una pequeñita , durante el vuelo, no dejó de ver hacia el cielo por la ventanilla de su asiento buscando a su abuelita porque su mamá le explicó que su abuelita “se había ido al cielo”. La andaba buscando.

Reinserta inicia esta semana una campaña para motivar que esos niños o niñas sean sujetas de atención de las autoridade­s, puedan salir de prisión periódicam­ente, existan en el presupuest­o de las institucio­nes carcelaria­s, estén fuera de las expresione­s de violencia, tengan ambientes especiales para aprender, se les instruya, se les impartan clases y un desarrollo lo más cercano a la libertad. Si es que se cumple la ley en la que Reinserta fue pieza clave y en especial SASKIA NIÑO DE RIVERA, el penal de TOPO CHICO en Nuevo León tendría que cambiar radicalmen­te ya que ahí hay autogobier­no y los 60 niños que dentro viven cursan involuntar­iamente un doctorado en delincuenc­ia organizada, motivo de alguna otra atención posterior. Veamos a los niños presos por sus circunstan­cias.

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