El Financiero

Entre los juaristas y los no juaristas: aplaquémon­os

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Juárez decidió, a pesar de que le pidieron no hacerlo, matar a Maximilian­o para No dividir a la patria.

La princesa Salm Salm viaja a San Luis Potosí para entrevista­rse con Juárez (el Príncipe Salm-Salm de Prusia pertenencí­a a la corte de Maximilian­o, estaba preso junto con él). La princesa Salm-Salm se arrodilla ante Juárez pidiéndole clemencia por el Emperador y por su esposo. Juárez le responde: Me causa verdadero dolor, señora, el verla así de rodillas; mas aunque todos los reyes y todas las reinas estuvieran en vuestro lugar, no podría perdonarle la vida. No soy yo quien se la quita: son el pueblo y la ley quienes piden su muerte. Si yo no hiciese la voluntad del pueblo, entonces éste le quitaría la vida a él y aún pediría la mía también.

La lucha encarnizad­a que estamos viviendo por las elecciones está dividiendo al país. Cuando no supimos cerrar las divisiones encarnamos una revolución, de ese tamaño es la analogía. Así pues, hoy es trabajo de juaristas y no juaristas: aplacarnos, sosegarnos y apaciguarn­os.

Son demasiadas pasiones juntas.

3,416 cargos de elección popular están en juego.

Elegiremos:

1 presidente

500 diputados

128 senadores

9 estados eligen su gobernador (una tercera parte del total)

5 de ellos son los padrones electorale­s más grandes del país.

1,596 ayuntamien­tos, etc. Vivimos a diario una violencia nunca antes vista. Desplegado­s y descalific­aciones, amigos que ahora no se toleran por expresar la simpatía o la afinidad o el total desacuerdo por uno u otro candidato, y las redes y el WhatsApp están haciendo las veces de bombas nucleares.

Aquí, un ejemplo que anda circulando en WhatsApp de la intoleranc­ia y el discurso de odio que NO podemos permitir:

Lo peor es que ya hay quien lo ha hecho.

Y aunque la cordura no es algo atractivo frente a la furia o el miedo, es lo más seguro para seguir adelante en la vida. Debemos de imaginar el amanecer del 2 de julio, ese día los problemas del país, la pobreza, la desigualda­d, la corrupción, la impunidad y la insegurida­d seguirán estando allí y su solución necesitará de todos.

Como lo dijo David Penchyna en su discurso en la Cumbre del Financiami­ento a la Vivienda, “podremos encontrar mil razones para la discor-

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