El Financiero

El dilema de AMLO

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

“Hay que tomar en cuenta que los indecisos serán los que van a definir la elección”

Pasado el trago amargo que significó el segundo debate, ahora Andrés Manuel está evaluando su participac­ión en el tercero y último encuentro entre candidatos, en virtud de que ya no es obligatori­o participar, y con ello evitar la monserga que representa debatir con sus adversario­s políticos.

Para nadie es un secreto que la confrontac­ión de ideas no es el fuerte del tabasqueño y menos contra tres políticos que son más articulado­s, preparados e inteligent­es que él, quienes harán todo para hacerlo tropezar o más aún, sacarlo de sus casillas como ocurrió el domingo pasado, donde fue agresivo y grosero.

En lo acordado en el INE quedó plasmada la obligato- de que por lo menos a dos debates deberían asistir los candidatos. Con este requisito cumplido, AMLO estaría liberado legalmente de acudir y con ello evitar cometer errores que le impidan alcanzar el triunfo en la elección del 1 de julio. Sin embargo, esa inasistenc­ia le podría resultar muy costosa, sobre todo si recordamos que en 2006, en plena recta final de la campaña presidenci­al, López Obrador decidió no acudir al debate en virtud de la enorme delantera que tenía en las encuestas, y ello fue un factor fundamenta­l para que Felipe Calderón se alzará, a la postre, con la victoria.

En ese proceso electoral la contienda se cerró a dos opciones: PAN y PRD, el PRI ya no pintaba.

El 25 de abril de ese año se presentaro­n al primer debate con el tema de economía y desarrollo, el panista Felipe Calderón, Roberto Madrazo, del PRI; Patricia Mercado, del Socialdemó­crata, y Roberto Campa, de Nueva Alianza.

López Obrador, en esa ocasión, justificó su ausencia argumentan­do que la mafia del poder tenía toda una estrategia en medios de comunicaci­ón para derrotarlo en el posdebate, y que por ello prefirió ausentarse.

Decisión costosísim­a para sus aspiracion­es ya que tenía, de acuerdo a Consulta Mitofsky, siete puntos porcentual­es de ventaja sobre Calderón. Ahora, con el pretexto de que los estudios demoscópic­os lo dan como el indiscutib­le ganador en la elección y por dos dígitos sobre su más cercano competidor, pues está evaluando no acudir al tercer debate y así no exponerse nuevamente.

Se podría cuestionar si un político tiene los tamaños para aspirar a ocupar la presidenci­a de un país sino tiene la habilidad de discutir, de confrontar ideas con argumentos y no con insultos. Lo que no está en tela de juicio es precisamen­te que en la elección más relevante de los últimos lustros, todos los candidatos deben cumplir con una serie de requisitos que permitan evaluarlos a fondo, y en ese sentido es relevante el debate. Hay que tomar en cuenta que los indecisos, lo que aún no deciden por quién votar, serán los que van a definir la elección. Vale la pena recordar que el 20% de los votantes deciden la intención de su voto dos semanas antes de la elección, y otro 10% lo hace a pie de casilla. Ahora, lo relevante es que estos 37 días que faltan para el Día D, los adversario­s de AMLO no centren sus baterías en un tercer debate, que quizá sólo quede en una parafernal­ia inacabada.

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