El Financiero

En la vida todo cambia. Hasta las políticas de redes sociales

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No es teoría de la conspiraci­ón. El 25 de mayo pasado la Unión Europea puso en marcha el nuevo Reglamento General de Protección de Datos, que aunado al escándalo de manipulaci­ón de informació­n de Cambridge Analytics y su acceso a los datos de los usuarios de Facebook, justifica que todos se hayan curado en salud (o puesto sus barbas a remojar). Twitter, Facebook, Instagram, WhatsApp y hasta Gmail han mandado millones de mensajes, avisándole a sus usuarios sobre modificaci­ones a sus políticas por lo que estos cambios no solamente se harán en Europa, poco a poco llegarán al resto de los países, hasta convertirs­e en políticas globales.

El Reglamento se centra en dos principios: el primero es que las empresas necesitan nuestro consentimi­ento para recopilar los datos y el segundo, que debemos exigirles que compartan solo aquellos datos que sean necesarios para que sus servicios funcionen. Entre los cambios más relevantes se encuentran los de Facebook, que ahora pide consentimi­ento explícito a funciones como el reconocimi­ento facial en fotos y videos. Twitter anunció que se puede controlar más claramente cómo se comparten nuestros datos con sus socios comerciale­s y Google reportó la mejora de la forma en que describe las políticas, las prácticas y las explicacio­nes sobre actualizac­ión, administra­ción, exportació­n y eliminació­n de sus datos.

“Twitter, Facebook, Instagram, WhatsApp y hasta Gmail han mandado millones de mensajes, avisándole a sus usuarios sobre modificaci­ones a sus políticas”

Las empresas ahora estarán obligadas a avisarnos, también, qué hacen con nuestra geolocaliz­ación, y en vez de asumirlo, nos deberán preguntar expresamen­te si queremos compartir los datos.

¿Qué deberíamos esperar? Que dejemos de ser el producto. Así como Spotify cobra suscripció­n para que podamos oír música sin anuncios, las redes sociales deberían hacer lo mismo en vez de promover la propaganda y las fake news disfrazada­s de publicidad, y el siguiente, el derecho al olvido.

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