El Financiero

USO DE RAZÓN

- PABLO HIRIART

Hoy veremos si López Obrador tiene el valor de definirse en el debate sobre economía y desarrollo, o habrá que encomendar­se a los dioses porque el país se va a ir al precipicio si gana.

Desde que inició su carrera política en el PRD todo su discurso ha sido en contra de las políticas neoliberal­es.

Todavía el miércoles de la semana pasada, en Puebla, dijo que iba a subir los salarios para que recuperen “lo que han perdido en estos 30 años de política neoliberal”. Muy bien: defínase candidato: ¿va a cambiar el modelo como ha dicho, o no lo va a cambiar como dice su jefe de asesores, el empresario Alfonso Romo? Combatir la corrupción no es “cambiar el modelo”, porque corrupción tenemos en el capitalism­o, en el socialismo, en la Edad Media y en la Roma antigua. López Obrador es un personaje con tan escasa formación en materia económica que, de ganar, entraremos en un túnel de incertidum­bre.

Su ignorancia en la materia es tal, que combatió con fuerza el Tratado de Libre Comercio, acusó a su artífice –Carlos Salinas– de traidor a la patria por haberlo firmado, y el domingo dijo en Tapachula que pugnará por ampliar el TLC a Centroamér­ica.

Es decir, hace poco era tan malo el Tratado que acusaba a su promotor de “traidor a la patria”, y de pronto lo encuentra tan bueno que es preciso extenderlo a toda América Central.

No sabe de economía. No tiene idea. Tan frágiles son sus conviccion­es que, desde que se anunció la construcci­ón del Nuevo Aeropuerto de la CDMX, manifestó su oposición porque era muy caro, técnicamen­te inviable y un nido de corrupción.

Pero hace una semana se reunió con los grandes empresario­s y les dijo que sí, que era viable. ¿Entonces? ¿Sabe de qué habla? No, no tiene idea.

Para tranquiliz­ar a los empresario­s, su equipo cercano echó a andar la versión de que al equipo gobernante, si gana, entrarían personas como Guillermo Ortiz y Santiago Levy, identifica­dos con Ernesto Zedillo.

¿Y todo su alegato contra el Fobaproa? ¿No que había sido la estafa más grande contra el país?

Sus artífices, al gabinete, filtra AMLO.

Es la ambigüedad en persona. Así como dice una cosa dice otra, totalmente contraria. ¿Qué va a hacer si gana? No lo sabemos. ¿A él le vamos a confiar la conducción del país en los años de extrema turbulenci­a que se vienen? ¿En serio?

Si quiere dar certezas, las filtracion­es de nombres no son el camino, sino las definicion­es de cara a la nación. Hoy debiera ser el día. ¿Cuál de todas las reformas “neoliberal­es”, que ha señalado como culpables de la desigualda­d, la pobreza y pérdida de fortaleza del Estado, va a cancelar?

¿Va a echar abajo la reforma energética o no?

¿La privatizac­ión de la banca, para atrás?

¿El TLC y la apertura comercial al mundo, a la basura?

¿La reforma al 27 constituci­onal la va a tirar para regresar a las expropiaci­ones?

¿Va a revertir la privatizac­ión de empresas que fueron del Estado? ¿Para atrás la competenci­a en televisión?

¿Anulará la reforma en telecomuni­caciones que alentó la competenci­a y bajó las tarifas? ¿Dará reversa a la autonomía del Banco de México, o lo va a controlar con incondicio­nales? ¿Volverá el control de precios y el control de cambios, como era la economía en el modelo anterior, que añora?

Todas esas interrogan­tes están vivas porque López Obrador ha acusado a esas reformas como causantes de los males del país. Si eso piensa, que lo sostenga hoy, de cara a la nación.

Pero si ya tiene otra opinión, que se lo diga a sus votantes, a los que ha entusiasma­do con un “cambio de modelo”.

No va a hacer ni una cosa ni otra, porque ignora qué camino va a seguir si gana.

O aún peor: esconde sus intencione­s antes de la elección. Contra esa incertidum­bre, no hay defensa para la economía del país.

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