El Financiero

BELO HORIZONTE / 8 DE JULIO DE 2014

- Brasil Alemania

La ausencia de Neymar, que había sufrido un golpe en la espina dorsal ante Colombia en cuartos de final, no era asunto menor, Igual, por jugar en casa, muchos pensaban que Brasil podría resistir ante una Alemania que había avanzado sin convencer demasiado, con triunfos cortos ante Estados Unidos, Argelia y Francia. Ese martes 8 de julio de 2014 en Belo Horizonte nadie pudo anticipar lo que sucedería. Alemania arrasó con Brasil como no lo había hecho nunca antes y no lo hará nunca jamás. Un gol de Thomas Müller a los 11 minutos puso contra las cuerdas al equipo de Luiz Felipe Scolari, que vivió seis minutos terribleme­nte calamitoso­s. Entre los 23 y los 29 minutos Alemania convirtió el triunfo en humillació­n y fabricó un 5-0 que merecía que el árbitro mexicano Marco Antonio Rodríguez diera por terminado el juego anticipada­mente. El silencio de la afición brasileña en Belo Horizonte fue tan sepulcral como con el Maracanazo ante Uruguay en 1950. Se contó días más tarde que en el descanso, consciente­s de que todo estaba definido, los alemanes decidieron bajar los decibeles de la intensidad y no ensañarse con su liquidado rival. El problema es que el joven Andre Schürrle, que ingresó como relevo a los 58 minutos, no se enteró del acuerdo y se atrevió a aprovechar la oportunida­d agregando dos goles más a la cuenta. Sólo Oscar, al 90’, pudo romper el cero brasileño. Ese día debieron darle la copa a Alemania, porque una exhibición de tanta superiorid­ad como esa no la pudo repetir ante Argentina en la final, que ganó con un gol solitario.

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