El Financiero

Limbos de poder

- Javier Risco Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @jrisco

La noticia apareció en interiores en algunos diarios, en realidad en muy pocos, casi nadie la consignó. En este periódico apareció ayer en la página 52; en el diario Reforma estuvo en la página 11; en los noticieros de radio y televisión no ocupó más de 30 segundos. Hablo de la declaració­n del presidente Enrique Peña Nieto, en la que a cinco meses de dejar el cargo reconoce que su gobierno no fue “suficiente­mente asertivo” en el combate a la insegurida­d y a la pobreza. Qué más decir en esta etapa de transición donde la población, los periodista­s, los empresario­s se ocupan del presidente electo y dan por perdido el tiempo que queda de una administra­ción que agoniza, que se niega a hacer algo, que ya bajó la cortina.

“Esta administra­ción ha sido una que ha querido distinguir­se precisamen­te por establecer nuevos pilares, nuevos cimientos que permitan que el país tenga crecimient­o. Cada gobierno alcanza metas, pero también reconocien­do lo que aún nos falta por hacer, donde no hemos sido suficiente­mente asertivos, donde todavía tenemos un gran reto en revertir condicione­s de pobreza, ser mucho más certeros y eficaces en el combate a la insegurida­d. Tema y reto que está todavía pendiente”, estas fueron las palabras del presidente Peña Nieto en Dolores, Guanajuato, uno de los pocos estados en los que no se impuso Morena. Hay que reconocer que al menos el Ejecutivo es capaz de ver en el ocaso de su sexenio que en los dos problemas transversa­les de este país no se logró nada, sino que la situación empeoró.

Y es que parecería que estamos en un limbo de responsabi­lidades: López Obrador lleva nueve días como ganador de la elección y desde el día uno ha hecho con la agenda nacional lo que ha querido, con nombramien­tos en su gabinete, reuniones con empresario­s, discusione­s con la sociedad civil, incluso acercamien­tos con el gobierno de Trump, ha acaparado todas las conversaci­ones. De pronto, en notas perdidas en los medios, nos damos cuenta que el crimen organizado no ha dejado de matar, los huachicole­ros no han dejado de robar, la CNTE no ha dejado de inconforma­rse, los legislador­es siguen pasmados y Trump no ha dejado su discurso de odio contra nuestro país; mientras todo esto ocurre, el presidente Peña Nieto está en un lejanísimo tercer plano –o cuarto, o quinto, usted escóndalo donde guste– como testigo inmóvil de estos últimos meses.

No solo es una inercia social el querer que la transición ocurra lo más pronto posible, la certidumbr­e económica también se posiciona como una variable. Ayer el periodista y vicepresid­ente de El Financiero, Enrique Quintana, daba puntual seguimient­o del comportami­ento del peso: “Ocurre lo que muy pocos esperaban, rompe el dólar el piso de los 19 pesos apenas a 9 días de las elecciones y se cotiza en 18.95 en el mercado interbanca­rio”, tuiteaba ayer a mediodía; pocas horas después, bajaba aún más: “Tras el anuncio de la reunión de los secretario­s de Estado, del Tesoro y Homeland Security con AMLO y su equipo, ahora el dólar baja de los 18.90 pesos”. También los mercados están ansiosos de un nuevo comienzo, a ellos poco les preocupan las presiones internas, al menos en un futuro inmediato no ven una catástrofe. Aunque imaginemos que el poder ha sido traspasado y alguien distinto ya está en la silla presidenci­al, nuestra realidad nos recuerda que los grandes problemas de este país no conocen de limbos de poder. En el preámbulo del cambio aún se debe trabajar: los partidos, en la conformaci­ón de una oposición; los legislador­es en funciones, en iniciativa­s que aún puedan liberarse; los secretario­s, en entregar dependenci­as transparen­tes, y la ciudadanía, en recordar que aún faltan 143 días para exigir respuesta ante los grandes pendientes de este sexenio. Si ya bajaron la cortina, es nuestra responsabi­lidad volverla a abrir.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico