Piden al Ejército en Roma-Condesa-Centro
El llamado, tanto de la delegación como de comerciantes, es para frenar las extorsiones
El jefe delegacional en Cuauhtémoc, Rodolfo González, pidió la presencia del Ejército en la demarcación para combatir delitos de alto impacto, principalmente en la zona comercial Centro-Roma-Condesa, atribuidas a la Unión de Tepito.
A esa organización se le señala como responsable de las extorsiones en otras zonas comerciales de la capital entre ellas Polanco, donde están algunos de los hoteles y restaurantes más prestigiados del país.
“Me dirijo a usted, junto con organizaciones del comercio establecido y la sociedad civil, para evaluar la posibilidad de integrar una mesa de trabajo que incorpore a los tres órdenes de gobierno para atender la problemática de inseguridad que aqueja a esta demarcación”, dijo. En una carta dirigida a Marco Antonio Álvarez Reyes, comandante de la Primera Zona Militar, reveló que en la Cuauhtémoc ocurren ejecuciones extrajudiciales, extorsión, tráfico de drogas, trata de personas y secuestro, entre otros. Asegura que el gobierno delegacional carece de mando y cuerpo de seguridad para afrontar eficazmente las situaciones de inseguridad.
El objetivo, agregó, es garantizar las condiciones básicas de seguridad para los casi 5 millones de personas que diariamente transitan, trabajan, visitan o residen en esa delegación.
Señaló que la demarcación aloja innumerables de importancia nacional como Palacio Nacional, Suprema Corte, Senado, Jefatura de Gobierno y Asamblea Legislativa, Catedral y 44 por ciento de la infraestructura turística local. “Previamente hemos formulado esta misma solicitud de cooperación y apego a otras dependencias federales de seguridad como la Secretaría de Marina y la Policía Federal, encontrando aceptación”, apuntó. Explicó que la solicitud de la presencia militar la hicieron vecinos, empresarios y comerciantes de las colonias Centro Histórico, Roma y Condesa, que “valoran la importancia estratégica del Ejército en las tareas de seguridad”. La disputa entre La Unión que dirige Roberto Moyado, El Betito, y la Fuerza Anti-Unión, que comanda Sergio Flores, El Tortas, hizo escalar la violencia desde hace unos meses. sacar una ley tiene dinero de por medio, frenar una ley tiene dinero de por medio, un voto a favor, uno en contra tienen su precio, hasta las ausencias tienen valor económico (por supuesto que todas las generalizaciones son injustas, pero las excepciones también confirman la regla en este caso).
La cultura del abuso y el privilegio está muy arraigada en nuestra clase política. La distancia entre los partidos y la ciudadanía se refleja claramente en el bajísimo concepto en que los ciudadanos tienen a los diputados. Ser parte del Poder Legislativo puede ser lo más parecido a sacarse la lotería sin necesidad de comprar cachitos. Se gana buen sueldo y se puede hacer millonario en menos de tres años. Además, le dan coche, teléfono, boletos de avión, celulares, dispone de choferes, no paga ni su café ni sus galletas ni sus refrescos, nada. Tiene restaurantes en su centro de trabajo y hasta peluquería. Lo mejor es que sólo trabajan unos cuantos. Así que hay vacaciones prácticamente todo el año. Se pagan pocos impuestos o casi nada y hay la oportunidad de hacer espectáculos de todo tipo que salen en la televisión, ya sea dormir, ver porno, jugar solitario o insultar a la gente del gobierno y a los miembros de otras bancadas. Se pueden contratar familiares, amantes, compadres y amigos de toda la vida. Ahí se generan asociaciones con constructoras y otro tipo de proveedores así que con suerte puede uno salir siendo socio de un negocio del que jamás tuvo idea. Si López Obrador –con sus gigantescas bancadas– logra meter en la austeridad y la rendición de cuentas a ese poder, será un notable avance en nuestra vida pública. Durante décadas, el Legislativo se ha mantenido a la zaga del esfuerzo nacional. Es hora de que se paguen sus cosas, que desquiten su sueldo y de que rindan cuentas. No hay necesidad de esperar más escándalos. Hay que saludar por eso, sin dejar de criticar en lo demás, la intención del candidato ganador de acabar con los abusos de nuestra clase política.