Barranquilla y el gobierno que odió al deporte
Todos los atletas mexicanos que asisten a competencias internacionales han ganado antes de participar en las justas. Han vencido al sistema, a la familia, a los maestros, a su entorno, a su federación nacional y la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, la maltrecha y rebasada Conade. Siguen siendo los padres de familia y una mayoría de entrenadores los que mantienen la esperanza y el espíritu de los deportistas nacionales. No hay Estado, no hay gobiernos, federal, estatales o municipales a los que el deporte les importe mínimamente. A todo pulmón, van y dejan lo mejor que tienen sin escatimar una pizca de su aliento. Son, muchos de ellos, estudiantes que mendigan el mentado -Ibargüengotia se burlaba de ello- “apoyo” para sus cargadas preparaciones.
Si algo caracterizó al gobierno de Enrique Peña Nieto fue su profundo desprecio por el deporte. Nunca lo vio como un mecanismo de integración social, como un vehículo para la recuperación de la salud emocional de niños y jóvenes ni como el más firme antídotodo contra las adicciones de todo tipo. Su desafortunada actitud no queda en el desdén. Se sabe que el deporte ayuda a que bajen los niveles de violencia en las ya muy ensangrentadas calles de la República. En lugar de bajar el trabajo de los aparatos policiales con la promoción efectiva de la educación física, el todavía presidente decidió que fue mejor llevar a un policía -ex procurador de Justicia del Estado de México y ex comisionado para la Seguridad y Desarrollo Integral de Michoacán- al despacho federal que, antes que otra cosa, debe difundir la práctica deportiva en la población mexicana. Así lo determinan los estatutos de la Conade: antes que las medallas, centroamericanas, panamericanas y olímpicas, la labor sustancial de ese organismo debiera ser que los mexicanos tengan más y mejores oportunidades para ejercer las sanas actividades deportivas. Las Federaciones Nacionales son las responsables de los criterios de selección de los atletas que compiten por México en las reuniones internacionales. El Comité Olímpico Mexicano, el encargado de la acreditación de esos competidores en certámenes que vigila el COI. Castillo, ajeno al conocimiento del edificio institucional, no ofreció ninguna idea productiva para restablecer el funcionamiento del organismo creado en 1988 por Carlos Salinas de Gortari. En estos seis años, la Conade tuvo un logro: acabar con la práctica deportiva entre la población. Los índices de obesidad, diabetes y horas dedicadas a la televisión entre los niños y jóvenes son alarmantes. Peña Nieto entrega un país menos deportivizado que el de Calderón, que ya es decir bastante. Las medallas de los juegos de Barranquilla esconden, como suelen hacerlo los premios, la aridez de un gobierno que tuvo la oportunidad de llevar la Reforma Educativa al deporte y no lo hizo. Lástima.