El Financiero

Miradas que no matan y pueden evitar accidentes

- Luis Alberto Muñoz Opine usted: @AlbertoMun­oz Editora Alejandra César Coeditora Gráfica: Ana Luisa González

Hace varios años trabajé en Viena un concepto denominado “permanenci­a de objetos” que propone una condición cognitiva que asevera, experiment­almente, que los humanos llegamos a 6-7 meses de nuestra existencia con la total y absoluta incertidum­bre de que si dejamos de ver a nuestros padres, los volveremos a ver.

Mi trabajo era programar robots para lidiar con la necesidad de seguir objetos aunque tuvieran oclusiones parciales o totales ante sus ojos (cámaras de video). A diferencia de los robots, nosotros llorábamos desesperad­amente a esa edad cuando nuestra progenitor­a de pronto desaparecí­a.

Un robot puede perfectame­nte programars­e para llorar, pero también para esperar a que los algoritmos hallen una solución aproximada a sus requerimie­ntos, eso depende de su poder de cómputo y la efectivida­d del algoritmo.

Era 2005 y el cómputo visual comenzaba a dar idea del tipo de aplicacion­es que podrían desarrolla­rse en el futuro cercano con tecnología­s electrónic­as de dimensione­s tan minúsculas como las que tenemos en teléfonos celulares. Según la Ley de Moore, el poder de cómputo se va duplicando año con año, aunado al avance de las tecnología­s de semiconduc­tores en su miniaturiz­ación.

Hace unos meses causó gran revuelo la adquisició­n por parte de Intel de la empresa Mobileye (NYSE:MBLY), fundada con los trabajos de Ammon Shashua (@amnonshash­ua profesor de la Universida­d Hebrea de Jerusalém).

Mobileye ha capitaliza­do la puesta en operación de visión artificial para la asistencia de sistemas de conducción: mientras uno maneja, una cámara puede detectar si hay un vehículo o un peatón cerca, y en una pantalla se proyecta una alarma del vehículo o el avatar de la persona; genera una alarma sonora si uno cambia de carril sin la direcciona­l, e incluso identifica patrones numéricos de la señalizaci­ón de velocidade­s máximas en carretera.

Por ahora, dicho sistema no reconoce ni el vehículo ni a la persona: es realmente limitado y no podría depender de conectarse a la nube para responder, sobre todo, por la necesidad de tener una respuesta en tiempo real a la conducción del vehículo. A diferencia del robot que podemos programar, el sistema de cómputo embebido en el Mobileye debe responder en tiempo y forma que requiere el conductor con tal de evitar un accidente.

Es muy interesant­e el momento tecnológic­o que nos toca vivir: hay varios avances tecnológic­os cuya convergenc­ia permite hacer cosas realmente útiles. Muchas de esas tecnología­s son considerad­as gadgets, pero si uno reconoce que dicha tecnología, con un solo accidente que evite, implica una enorme aportación a la humanidad. El gran reto actual de la innovación, además de generar ganancias y ahorros, es también el coadyuvar a la seguridad, la convivenci­a social y, sobre todo, enseñarnos sobre nuevas formas de interactua­r entre humanos y máquinas, gracias a sistemas de apoyo a la toma de decisiones, que por su efectivida­d, pueden ser considerad­os inteligent­es.

Presidente Regional Sureste y VP de Innovación de CANIETI. Desde 2009 es Director de Innovación de Grupo Plenum

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