Miradas que no matan y pueden evitar accidentes
Hace varios años trabajé en Viena un concepto denominado “permanencia de objetos” que propone una condición cognitiva que asevera, experimentalmente, que los humanos llegamos a 6-7 meses de nuestra existencia con la total y absoluta incertidumbre de que si dejamos de ver a nuestros padres, los volveremos a ver.
Mi trabajo era programar robots para lidiar con la necesidad de seguir objetos aunque tuvieran oclusiones parciales o totales ante sus ojos (cámaras de video). A diferencia de los robots, nosotros llorábamos desesperadamente a esa edad cuando nuestra progenitora de pronto desaparecía.
Un robot puede perfectamente programarse para llorar, pero también para esperar a que los algoritmos hallen una solución aproximada a sus requerimientos, eso depende de su poder de cómputo y la efectividad del algoritmo.
Era 2005 y el cómputo visual comenzaba a dar idea del tipo de aplicaciones que podrían desarrollarse en el futuro cercano con tecnologías electrónicas de dimensiones tan minúsculas como las que tenemos en teléfonos celulares. Según la Ley de Moore, el poder de cómputo se va duplicando año con año, aunado al avance de las tecnologías de semiconductores en su miniaturización.
Hace unos meses causó gran revuelo la adquisición por parte de Intel de la empresa Mobileye (NYSE:MBLY), fundada con los trabajos de Ammon Shashua (@amnonshashua profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalém).
Mobileye ha capitalizado la puesta en operación de visión artificial para la asistencia de sistemas de conducción: mientras uno maneja, una cámara puede detectar si hay un vehículo o un peatón cerca, y en una pantalla se proyecta una alarma del vehículo o el avatar de la persona; genera una alarma sonora si uno cambia de carril sin la direccional, e incluso identifica patrones numéricos de la señalización de velocidades máximas en carretera.
Por ahora, dicho sistema no reconoce ni el vehículo ni a la persona: es realmente limitado y no podría depender de conectarse a la nube para responder, sobre todo, por la necesidad de tener una respuesta en tiempo real a la conducción del vehículo. A diferencia del robot que podemos programar, el sistema de cómputo embebido en el Mobileye debe responder en tiempo y forma que requiere el conductor con tal de evitar un accidente.
Es muy interesante el momento tecnológico que nos toca vivir: hay varios avances tecnológicos cuya convergencia permite hacer cosas realmente útiles. Muchas de esas tecnologías son consideradas gadgets, pero si uno reconoce que dicha tecnología, con un solo accidente que evite, implica una enorme aportación a la humanidad. El gran reto actual de la innovación, además de generar ganancias y ahorros, es también el coadyuvar a la seguridad, la convivencia social y, sobre todo, enseñarnos sobre nuevas formas de interactuar entre humanos y máquinas, gracias a sistemas de apoyo a la toma de decisiones, que por su efectividad, pueden ser considerados inteligentes.
Presidente Regional Sureste y VP de Innovación de CANIETI. Desde 2009 es Director de Innovación de Grupo Plenum