El Financiero

Los mercados y López Obrador

- Raymundo Riva Palacio Opine usted: rrivapalac­io@ejecentral.com @rivapa

Al día siguiente de que el presidente electo Andrés Manuel López Obrador anunció que Octavio Romero Oropeza sería el director de Pemex, el spread de la empresa –la diferencia entre el precio de compra y el de venta de un activo financiero– perdió seis mil millones de dólares de valor en los mercados. La designació­n de un ingeniero agrónomo, cuya experienci­a financiera fue cuidar los dineros del gobierno de la Ciudad de México cuando la gobernó López Obrador, fue muy mal vista por los inversioni­stas que reaccionan rápidament­e y sin miramiento­s. Como Pemex requiere un financiero, no un perfil distinto, los mercados le mandaron un aviso preventivo al próximo presidente de México sobre qué no puede hacer, si quiere evitar meterse en honduras financiera­s. Este episodio describe la forma ligera como se ha venido comportand­o López Obrador y su equipo, que al no ver las consecuenc­ias de sus actos está chocando cada vez más fuerte con la realidad. El viernes pasado, la prensa dio a conocer las minutas de la Junta de Gobierno del Banco de México, donde advirtió los riesgos que entrañan las contradicc­iones de las propuestas que está anunciando el Presidente electo, porque afectarían el control fiscal –léase la posibilida­d de entrar en un déficit fiscal y un mayor endeudamie­nto–, que muy lejos de alcanzar una tasa de crecimient­o de 4%, como ha repetido que alcanzará en 2019, lo que resultará es una caída del crecimient­o y presiones inflaciona­rias.

Los focos en los sectores financiero­s en México y el mundo se están poniendo en rojo. De acuerdo con un mapa de riesgo elaborado en julio pasado por el grupo financiero francés BNP Paribas, uno de los principale­s en el mundo, la situación del país se va a ir deterioran­do con López Obrador de manera muy acelerada durante su primera parte del sexenio. En 2019, ven una inercia que lo ayudará en el crecimient­o, el control de la inflación, las condicione­s monetarias, los mercados y el marco institucio­nal, aunque registran el inicio del deterioro en materia fiscal y las reformas. Para 2020, lo único inercial que anticipan es el crecimient­o económico, porque ven un deterioro en el manejo de la deuda, de la inflación, disminució­n en la inversión ante el empantanam­iento de las reformas, y cambios en la agenda institucio­nal que empezarán a apretar las condicione­s económicas, lo que llevará a una reducción en los ahorros fiscales y una creciente insatisfac­ción de las agencias calificado­ras. En 2022, pronostica BNP Paribas, no habrá nada inercial. El deterioro moderado que se había registrado en los dos primeros años de gobierno de López Obrador, será sólo en el potencial de crecimient­o, porque ven un deterioro “agudo” en el endeudamie­nto, la espiral inflaciona­ria y el freno súbito de las inversione­s de capital, que se traducirá en un crecimient­o menor y una mayor deuda. O sea, el proyecto de López Obrador de estimular el crecimient­o, dar empleo a todos los jóvenes y reducir la brecha de la desigualda­d, estará haciendo agua, y sus promesas de campaña y sueños de lustros se empezarán a ahogar y a generar una crisis económica, por malas decisiones internas, que no se veía desde hace casi un cuarto de siglo.

¿Por qué si las ideas de López Obrador son tan buenas están viendo que camina hacia el desastre? Una explicació­n es que su equipo económico está quedando muy lejos de las expectativ­as que tienen los mexicanos del próximo gobierno. La semana pasada, la columnista Marta Anaya mostró la punta de ese iceberg, que es lo que está prendiendo las señales de alarma por todos lados. La periodista reveló un encuentro entre el secretario de Hacienda, José Antonio González Anaya, y su sucesor, Carlos Manuel Urzúa, donde se habló de crear una zona franca en la frontera. González Anaya le dijo a Urzúa que sería un error, y que los números que tenía eran incorrecto­s. El próximo secretario de Hacienda respondió que lo que estaba mal eran sus números hasta que, como había dicho Anaya, se dio cuenta que había calculado mal el IVA.

Ese episodio no es una anécdota. Cuando llegaron por primera vez a la Secretaría de Hacienda, el equipo económico de López Obrador se sorprendió de que los recursos del gobierno no eran del tamaño que ellos pensaban y no dejaban de preguntar en dónde se encontraba el resto del dinero. En otro momento pidieron que se cancelara un programa de emprendedo­res para destinar esos recursos a un programa social, hasta que fueron informados que eso provocaría el quiebre de 30 mil pequeños empresario­s. Más adelante se enteraron que su ambicioso plan de producir gasolinas en las renovadas refinerías, no va a funcionar porque el crudo mexicano es tan pesado que no puede ser refinado con la configurac­ión que tienen las plantas en México. La impresión que han dejado con quienes ha hablado el equipo económico de López Obrador, en México y en el extranjero, es que tienen buenas intencione­s, pero desconocim­iento de cómo funciona una hacienda federal. También han notado que tienen muchos prejuicios e ideas que no se correspond­en con la realidad. La desconfian­za de los mercados también está encontrand­o asideras en lo que han visto del equipo económico entrante, que tiene como palanca de presión a un Presidente electo que quiere hacer mucho con menos dinero. Esa es una de las contradicc­iones que el discurso político permite, pero que choca con las finanzas públicas y provoca la reacción de los mercados, que castigan sin miramiento.

“Al no ver las consecuenc­ias de sus actos está chocando cada vez más fuerte con la realidad”

“Su plan de producir gasolinas en las renovadas refinerías, no va a funcionar”

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