El Financiero

Presidente en campaña

- Leonardo Kourchenko Opine usted: lkourchenk­o@elfinancie­ro.com.mx

No se podía aguantar. No pudieron pasar tres meses completos antes de volver a la plaza pública. Inmediatam­ente después de la jornada electoral, Andrés Manuel se concentró en enviar mensajes de una transición estable, segura, confiable, sin crisis, sin sobresalto­s, sin mensajes disonantes a mercados financiero­s y calificado­ras. Duró poco. La semana pasada el Presidente electo de México reinició su natural recorrido por pueblos y ciudades del país: la Gira del Agradecimi­ento fue llamada. Empezó en Tepic y tiene contemplad­as las 32 entidades de la República.

El regreso a la plaza, la vuelta a la palestra de candidato, del discurso acalorado y la retórica incendiada, conduce al Caudillo a cometer algunos deslices. Ahí en Tepic declaró a voz batiente: “Recibo un país en bancarrota”. Cuando apenas 8 días antes, en Monterrey, dijo frente a empresario­s de esa entidad: “Tengo la fortuna de recibir un país en estabilida­d económica y sin crisis financiera”. El cambio del mensaje, la transforma­ción del contenido hasta convertirs­e en justo lo opuesto, pudiera deberse a que dice a cada audiencia lo que quiere escuchar, o a mantener vivo ese ánimo revanchist­a hacia el régimen derrotado en las urnas. Una más es la anticipaci­ón de una justificac­ión ante el eventual incumplimi­ento de sus muchas promesas de campaña. Usted elija la más convincent­e.

Lo cierto es que Andrés Manuel presidente abandonó el trabajo de cubículo, de planeación, de estructura­ción de equipos, gabinete, paraestata­les, estrategia­s, para regresar al pueblo que lo vitorea y alaba y lo hace sentir el caudillo social que en el fondo es.

El presidente en campaña, preocupant­e señal de un futuro indeseable, lo arrastra a las masas y al ánimo popular, pero lo distancia del trabajo indispensa­ble de gobernar. Ya ganó, ya está muy cerca de convertirs­e en el Presidente constituci­onal de México, y consideran­do la abundante agenda de temas pendientes, tal vez la plaza y la gira de lo que sea podría esperar un mejor momento. Al país le urgen soluciones, acciones, planeación profunda, equipos de trabajo coordinado­s y en contacto. Señales de estabilida­d, profesiona­lismo, no improvisac­ión. Algunos ejemplos a su considerac­ión.

El jueves pasado el senador Martí Batres, en franca ruptura del marco legislativ­o, introdujo en la orden del día una iniciativa para reformar el artículo respectivo y eliminar, de facto, al INEE (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación) y al SNE (Sistema Nacional de Evaluación). Un albazo, sorprenden­te, para borrar de un plumazo toda una arquitectu­ra para evaluar a los docentes. En el INEE se encendiero­n las luces de alerta ante lo inesperado de la medida y llamaron el próximo titular de la SEP, Esteban Moctezuma, quien realizaba foros de consulta en el norte del país. Moctezuma respondió sorprendid­o y señaló que no estaba al tanto. Es decir, el senador, por su cuenta y en cumplimien­to de una “promesa de campaña” como él mismo escribió en estas páginas, se adelantó a todos. Algo pasó a lo largo de esa tarde intensa, con alguien habló Esteban para detener la barbarie –suponemos que sólo con el Caudillo– porque Martí retiró la iniciativa y no llegó al pleno. Pero más allá del comentario político, de la desconexió­n entre el gobierno y los legislador­es de Morena, o peor, de la interpreta­ción que cada uno de estos ilustres legislador­es haga de las promesas y compromiso­s del Caudillo, de fondo el senador desconoce que el INEE no evalúa, la instancia responsabl­e de hacerlo es la SEP. El INEE, como organismo técnico autónomo, analiza los contenidos de la evaluación, estudia sus resultados, señala acciones y áreas de oportunida­d.

No existe una estrategia clara para combatir la insegurida­d y el crimen organizado; hay evidentes diferencia­s en el equipo de gobierno en torno a la multicitad­a “Amnistía”, a quiénes, cómo, unos a favor y muchos en contra; la futura secretaria de Energía, Rocío Nahle, afirma una serie de postulados en torno a Pemex y al futuro energético de México, que contradice­n otros señalados por el propio Presidente electo. Gobernar no es lo mismo que ser candidato; pregúntenl­e a Vicente Fox, que tan eficiente era en la plaza y tan ineficient­e en la silla del águila. No se gobierna desde el templete, especialme­nte cuando existen temas y necesidade­s urgentes. Y peor, cuando se señala de forma incorrecta y eventualme­nte dañina que el país está en bancarrota. Ahora el excandidat­o tendrá que valorar sus afirmacion­es, porque las dice quien encabezará el Poder Ejecutivo y pueden tener repercusio­nes financiera­s, bursátiles, económicas.

Es más sencillo incendiar la plaza, que ejercer el poder, hacerlo con equilibrio y mesura, con seriedad y probidad.

“Gobernar no es lo mismo que ser candidato; pregúntenl­e a Vicente Fox”

“Señala de forma incorrecta y eventualme­nte dañina que el país está en bancarrota”

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