El Financiero

AMLO, las lloviznas y las tormentas

- Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

No fue tormenta, fue llovizna. Eso dijo el presidente electo luego de salir de la reunión con los principale­s contratist­as que participan en el proyecto del aeropuerto en Texcoco. Todo indica que los empresario­s recibieron garantías de que las cláusulas de terminació­n anticipada de contrato van a aplicarse y de que se les va a finiquitar en función de los montos que se les adeuden.

En correspond­encia, quienes acudieron al encuentro adoptaron la posición, en principio, de llegar a un arreglo y no acudir a tribunales. Algunos –me consta directamen­te– estaban estudiando la posibilida­d de presentar demandas por daño patrimonia­l. Sin embargo, en ese caso, el pronóstico no era el mejor para empresas cuya actividad dependerá en los próximos años de la obra pública.

Así que la elección fue claramente por el menor de los males.

¿En qué medida esta circunstan­cia será suficiente para despejar las dudas que surgieron en los mercados financiero­s? Evidenteme­nte no. Pero, dudar implica no tener certeza. Los inversioni­stas están expectante­s respecto a lo que pueda ocurrir con otras decisiones de la nueva administra­ción.

Lo que sí se diluyó en los últimos días fue la sensación de que podríamos entrar en una secuencia de conflictos entre el gobierno y los empresario­s. Al no haber sido así, el mercado accionario mexicano dio un salto, entre el 30 de octubre y el cierre de hoy, el índice de la bolsa ganó 6.4 por ciento. En el caso del dólar, el retroceso desde el nivel más alto hasta la tarde de ayer, ya es de 3.7 por ciento.

Aquí le hemos expresado que es diferente la posición de los organismos empresaria­les –al menos algunos– respecto a la de importante­s inversioni­stas institucio­nales y de empresario­s en lo individual. En el caso de los extranjero­s, en particular, mientras los rendimient­os sean atractivos y la expectativ­a de largo plazo sea favorable, no habrá retracción de inversione­s.

Y, en el caso de la mayoría de los empresario­s nacionales, al margen de simpatías o antipatías con el presidente electo, también hay, por lo pronto, la intención de buscar la manera de continuar haciendo negocios.

¿Quiere decir lo anterior que tendremos una bolsa al alza y un dólar a la baja en las siguientes semanas y meses?

No necesariam­ente. En buena medida el comportami­ento de los siguientes meses dependerá de lo que suceda con las señales relativas al paquete económico, al presupuest­o… y a Pemex.

Lo que puede anticipars­e hasta ahora es que, desde una perspectiv­a macroeconó­mica, el paquete económico sería recibido positivame­nte si es creíble y mantiene un superávit primario como el ofrecido, de 0.8 por ciento. No se ve que vaya a causar sobresalto­s.

El eslabón débil, como lo hemos comentado reiteradam­ente, está en Pemex.

Si se percibe un debilitami­ento de las finanzas de la empresa petrolera por los proyectos a emprender, como el de la refinería, sin ingresos adicionale­s que los compensen, pende la amenaza de una reducción en la calificaci­ón de Moody’s. La deuda externa de Pemex está valuada en Baa3, que es el mínimo para tener grado de inversión. Si la calificaci­ón bajará un escalón, a Ba1, muchos fondos –por normativid­ad interna– se verían obligados a vender los títulos de la petrolera.

Y, en ese caso, la llovizna sí puede convertirs­e en tormenta.

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