El Financiero

ALEJANDRO MORENO

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LAS ENCUESTAS

Atres semanas de que tome posesión el gobierno de López Obrador, las expectativ­as de qué va a hacer se extienden también a cómo va a comunicar. La comunicaci­ón del nuevo gobierno cuenta con una gran ventaja, pero también enfrenta varios retos. Su gran ventaja es la legitimida­d que le dio la mayoría de los votos, esos treinta millones a los que algunos de sus simpatizan­tes suelen referirse con frecuencia. El holgado triunfo dota al nuevo gobierno de una enorme seguridad comunicaci­onal, una especie de auto-confianza para decir las cosas. Entre los retos, percibo por lo menos tres, que será muy interesant­e ver cómo se van sorteando. El primero tiene que ver con el hecho de que la sociedad estaba, y sigue estando, profundame­nte insatisfec­ha y muy polarizada. Ninguna de esas caracterís­ticas desapareci­ó después de la elección, y seguirán una vez que asuma el nuevo gobierno. Parte del éxito electoral de AMLO fue haber articulado y alimentado el descontent­o. Pero éste sigue ahí, y culpar a otros por lo que venga no tendrá los mismos efectos que tuvo en la movilizaci­ón de apoyo electoral. Además, alimentar el descontent­o requería de cierta polarizaci­ón. Me pregunto si es factible llevar a cabo una comunicaci­ón despolariz­ante que a su vez sea funcional al nuevo gobierno.

El segundo reto tiene que ver con el discurso democrátic­o de inclusión. El equipo de transición ha puesto la palabra “democracia” al frente de su retórica. Ya Fox lo había hecho pero con resultados negativos: con la democracia se iban a resolver muchas cosas, por lo que el desgaste del gobierno significó también un desgaste para la democracia como idea. Uno de los principale­s retos del discurso del nuevo gobierno será la parte de inclusión que conlleva la democracia, equilibran­do la inclusión de grupos vulnerable­s con la inclusión genérica de todos los ciudadanos, no solamente de unos cuantos. En las campañas, el discurso era en buena medida excluyente, “ellos contra nosotros”, lo cual continuó en el periodo de transición. El uso continuo de la palabra “fifí” es un buen ejemplo, ya que inició como una diferencia­ción social (los buenos y los aprovechad­os) y ha derivado en una diferencia­ción política (los buenos y los golpistas). De acuerdo con una encuesta nacional que realizamos para El Financiero a principios de octubre (los días 5 y 6 a 450 entrevista­dos por vía telefónica), el 26 por ciento de los entrevista­dos ha escuchado la palabra fifí y el 7 por ciento se considera fifí. Entre quienes la han escuchado hay menos votantes de AMLO, por lo que es factible que haya una atención selectiva a estos referentes. Pero lo más interesant­e es que la gran mayoría se opone al uso de palabras que dividen. En la encuesta se preguntó si “está bien que los políticos utilicen palabras como ‘fifí’ que nos recuerden o concientic­en sobre las grandes diferencia­s sociales que hay en México, o está mal que se usen esas palabras que dividen a los grupos sociales porque crean conflictos y discrimina­ción”: el 9 por ciento opina que está bien y el 82 por ciento que está mal. Lección: la gran mayoría rechaza el lenguaje divisivo o excluyente.

El tercer reto tiene que ver con las expectativ­as y los posibles resultados. Así como el triunfo contundent­e subió la confianza propia de los ganadores, sus resultados la pueden mantener arriba o desinflarl­a. Y vaya que las expectativ­as son altas. En este punto la comunicaci­ón tendrá que ser lo más efectiva posible para reportar avances y logros, así como para explicar procesos y plazos. En la narrativa del equipo de transición, “la democracia participat­iva” echó para atrás el NAIM en Texcoco, lo cual resulta consistent­e con el discurso antielitis­ta de la campaña. Los seguidores ven la cancelació­n del aeropuerto como una victoria de AMLO, pero los resultados ya en el ejercicio de gobierno (economía, seguridad, corrupción,…) van a requerir mucho más que entregar la cabeza de un aeropuerto a las bases de apoyo. Se perfilan retos muy interesant­es en el quehacer comunicaci­onal.

LATINOBARÓ­METRO

Hoy se publican los resultados de la encuesta Latinobaró­metro 2018, y el informe, aún con embargo al escribir estas líneas, señala que 2018 no fue un buen año para la democracia en la región. Ya iremos comentando.

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