Una plegaria en el Congreso
ué nos faltaba en la baraja de tragedias en nuestro país? Hemos sido testigos de lo atroz, ni siquiera tengo que caer en las obviedades de la violencia anecdotaria para ilustrar de lo que nuestra realidad ha sido capaz de mostrarnos. No nos damos cuenta, pero en nuestro vocabulario se han insertado las palabras más sangrientas, como una sección de avisos oportunos infaltables en cualquier redacción. Hay diarios, como Reforma, que decide juntar la violencia en una página. Religiosamente tienen una plana salpicada de sangre, nunca falta, y agradezco que esté ahí; agradezco que estén las historias de dolor presentes y que no normalicemos el asesinato de una pareja con su hijo de tres años en una carretera perdida de Guerrero. Porque no puede ser, porque no debería de ser, porque el día que dejemos de contar estas historias habremos fallado como medios de información. Porque si ni siquiera nosotros las contamos, la autoridad está dispuesta a olvidarlas.
Hace un par de días la organidonde zación Impunidad Cero publicó un estudio titulado “Impunidad en homicidio doloso en México”, donde exhibe la ausencia de sentencias condenatorias por este delito en nuestro país, en algunos estados como Morelos y Oaxaca, ya alcanza niveles del 99 por ciento. Sí leyeron bien: hay estados en este país donde no se resuelve ningún asesinato. ¿Cómo se puede vivir en un lugar donde las autoridades no sólo están rebasadas sino son inútiles, inservibles? Pero no se trata sólo de dos estados críticos, hay otros nueve con un nivel de impunidad superior al 90 por ciento: Chiapas, Baja California Sur, Guerrero, Tamaulipas, Nayarit, San Luis Potosí, Estado de México, Baja California y Tabasco. Y a ellos se suman nueve entidades con porcentajes de 70 a 80 por ciento en cuanto a impunidad: Chihuahua, Michoacán, Tlaxcala, Guanajuato, Jalisco, Coahuila, Quintana Roo, Sonora y Nuevo León. 21 estados de este país tienen un porcentaje de impunidad en homicidio doloso mayor a 70 por ciento, en el mejor de los casos 3 de cada 10 se resuelven.
Una cosa lleva a la otra, no sólo no tenemos sentencias condenatorias, sino que los muertos se acumulan en tráileres y en Servicios Médicos Forenses que escupen cuerpos por sus puertas y ventanas. Preguntaba al inicio de esta columna, ¿qué nos faltaba ver en esta baraja de tragedias? A nuestra decena trágica agregamos los gritos de una diputada que a media sesión del Congreso rompe en llanto y se desvanece ante una plegaria que no deja de repetir: “No, mi hija no, no…. Mi hija no”. Es la voz de la diputada federal de Morena por el estado de Veracruz, Carmen Medel, que se había enterado en ese momento que su hija Valeria Cruz Medel, de 22 años, había sido asesinada en Ciudad Mendoza dentro de un gimnasio.
De pronto, decenas de legisladores se acercan, una voz desde el estrado señala: “Estamos ante un acto de suma gravedad para la diputada, ruego a las compañeras y compañeros atención, apoyo”, minutos después Porfirio Muñoz Ledo, el presidente de la Cámara de Diputados, levanta la sesión y declara: “No puedo dejar pasar este momento sin subrayar el grave estado en el que se encuentra la nación, la vulnerabilidad de las familias y, sobre todo, la impunidad. En este caso que no la haya”. Se preguntarán cuál es el porcentaje de sentencias condenatorias por homicidio doloso en Veracruz, la respuesta cabe en cuatro palabras: “No se genera información”. Según el informe de Impunidad Cero no se tienen datos sobre condenados ni absueltos, y de esta manera es imposible conocer la tasa de condena. Sólo hay algo más grave que saber que en Oaxaca y Morelos haya una impunidad de 99%, y es que ni siquiera se tengan la información.
Hoy la Cámara de Diputados sirvió como ventana para asomarnos otra vez a la violencia de este país, hoy quedó registrado en el Congreso, la escena fue dolorosa, brutal, no podía ser de otra forma, el asesinato de un hijo es algo de lo que una sociedad no se repone nunca. Los gritos de decenas de miles de madres al saber que han perdido a su hijo también los escuchamos a la distancia.
“La escena fue dolorosa, brutal, no podía ser de otra forma, el asesinato de un hijo es algo de lo que una sociedad no se repone nunca”