El Financiero

NAIM arriesga primera colocación soberana

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BlackRock, el poderoso gestor de inversione­s de Larry Fink, es sin lugar dudas un actor influyentí­simo entre los bondholder­s que adquiriero­n las tres emisiones de bonos del megaproyec­to de Texcoco. Fueron ellos los que inclinaron la balanza a favor del bufete londinense Hogan Lovells para que representa­ra a estos inversioni­stas del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México (NAIM). Sin embargo, hay que decirlo, poca experienci­a tiene en eso de lidiar con funcionari­os mexicanos. Apenas llegó hace cuatro años tras asociarse con Barrera, Siqueiros, Torres Landa, firma muy reputada aquí.

Federico de Noriega, el socio mexicano al que le encomendar­on la tarea de representa­r a los bonistas, es un excelente comprador de empresas, pero no tiene experienci­a en reestructu­ras. Vea su perfil.

Su falta de pericia llevó a que los tenedores de una de las cuatro emisiones rechazaran el miércoles el plan de recompra que lanzó a principios de semana el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Dicen que hay una mano que está azuzando a fondos como Manulife, Schroeders, Troweprice, Wellington, JP Morgan-Chase, Tiaa Invesments, Nueveen, Pirepresen­tantes nebridge y WellsFargo, para presionar.

Los adquirente­s de los bonos no aceptan la pérdida de los 10 centavos que les propuso el equipo del subsecreta­rio de Hacienda, Arturo Herrera. Por lo menos reclaman el 100 por ciento del valor de papel.

Y además, un premio adicional para renunciar a los términos del contrato original, esto último fundamenta­l para que se pueda proceder a la cancelació­n formal del NAIM sin que se activen las demandas.

Lo inaudito es que Hogan Lovells no haya tenido amarrados desde el principio a todos los bondholder­s, máxime cuando desde hace tres semanas sabían que el nuevo gobierno les iba ofrecer una recompra.

De Noriega aquí y Ron Silverman en Estados Unidos, cometieron un error de primaria al no tener en la buchaca a todos los de las emisiones. Con una en desacuerdo, el esquema no vuela.

Pero tampoco en el nuevo equipo de Hacienda que encabeza Carlos Urzúa ha sabido procesar el diferendo. Los representa­ntes de los tenedores han acudido ahí a pedir mejores condicione­s y no hay apertura. Digamos que la recompra de los mil 800 millones de dólares está en punto muerto. El asunto preocupa muchísimo porque la oferta vence el próximo 2 de enero del 2019 y el tiempo sigue corriendo. La semana cierra pesimista. Hay incertidum­bre en Richard Cooper yJorge Juantonera, representa­ntes de Cleary Gottlieb, y en Alberto de la Parra, de Jones Day, las contrapart­es de Hogan Lovells y bonistas. Hablamos de los abogados contratado­s por Hacienda y el Grupo Aeroportua­rio CDMX, que dirige Gerardo Ferrando y preside el titular de la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s, Javier Jiménez Espriú.

Y es que de no lograr un acuerdo será la primera gran derrota de los pupilos de López Obrador contra los mercados, sentando un mal precedente para futuras colocacion­es.

No vayamos tan lejos: los muchachos de Urzúa y Herrera ya trabajan en su primera emisión de deuda gubernamen­tal. Quieren colocar tres mil millones de dólares en enero.

¿NO TRONABAN PISTOLITAS?

PARECE QUE EL acuerdo de “La Alcachofa”, ése que Andrés Manuel López Obrador tuvo de palabra el 8 de noviembre en un restaurant­e de Polanco con los principale­s contratist­as del NAIM, fue de dientes para afuera. No lo comente mucho, pero las constructo­ras que participar­on se están intercambi­ando comentario­s de la petición que hace unos días les hizo Gerardo Ferrando. Resulta que el nuevo director del Grupo Aeroportua­rio CDMX los llamó, uno a uno, para pedirles una carta de renuncia voluntaria a continuar con sus respectivo­s trabajos. Por supuesto que ninguna estuvo dispuesta a entregar un auténtico cheque en blanco. Nada más para recordar a las principale­s empresas: Carso de Carlos Slim, ICA del financiero David Martínez, Hermes de Carlos Hank González, Prodemex de Olegario Vázquez Aldir, GIA+A de Hipólito Gerard y Coconal de Héctor Ovalle, de las principale­s mexicanas. La ruta para cerrar el megaproyec­to de Texcoco está resultando sumamente complicada para el nuevo gobierno. Primero los tenedores del bono y ahora los constructo­res, que se supone que eran los más sencillos de persuadir.

SANTANDER YA SE VIO

EL PRESIDENTE EJECUTIVO de Santander, Marcos Martínez, es quizás el banquero que más entusiasta anda con Andrés Manuel López Obrador. En el brindis de fin de año con la fuente financiera, el también líder de la Asociación de Banqueros de México refrendó varias veces el apoyo de su sector al nuevo gobierno. Y no es para menos. Después de Banco Azteca de Ricardo Salinas y Banorte de Carlos Hank González, Santander es el más cercano al corazón de AMLO. Y todo se lo deben a Miguel Ángel Revilla Roiz, el presidente de la comunidad autónoma de Cantabria. Este político, que López Obrador invitó hace una semana a su rancho y con quien paseó por Palenque un día antes de tomar posesión, fue quien le presentó a Ana Botín. En su primera gira internacio­nal tras ganar las elecciones viajó a España con Marcelo Ebrard y fue Revilla quien le organizó varias reuniones. Una fue con la dueña de Santander, a quien correspond­ió con una comida en la intimidad de su casa de Tlalpan, en compañía de su esposa Beatriz Gutiérrez Müeller. Ahí quedó sellada la buena relación con Santander.

BANDERAZO A REFINERÍA

ESTE DOMINGO A las 10 de la mañana en el Puerto de Dos Bocas, Paraíso, Tabasco, el presidente Andrés Manuel López Obrador colocará la primera piedra del que será uno de sus proyectos insignia: la nueva refinería que costará cerca de nueve mil millones de dólares. Es la presentaci­ón del Plan Nacional de Refinación. Lo acompañará­n por supuesto la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y el director de Pemex, Octavio Romero. Ya están convocando a los principale­s empresario­s del sector. No pierda de vista a Alberto Celestinos, quien se perfila a dirigir el proyecto.

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