El Financiero

SERGIO NEGRETE

- Sergio Negrete Cárdenas Opine usted: snegcar@iteso.mx @econokafka

La larguísima campaña se caracteriz­ó por la infinidad de promesas imposibles. Por inercia o incapacida­d de ver la realidad, esos ofrecimien­tos siguen, ya desde Palacio Nacional. Todo indica que es lo segundo: el titular del Ejecutivo construye un mundo paralelo, y cuando se estrella contra la realidad culpa a otros o presenta pretextos, pero sigue su camino, estrellánd­ose. El golpe contra la pared no le afecta, se obstina en decir que no hay pared, o que esta habrá eventualme­nte de derrumbars­e ante su fuerza y empuje.

Si algo muestra el desabasto de gasolina es al mesías empecinado: la estrategia no se cambia porque va a funcionar o porque, aunque no lo parezca, está funcionand­o. Los costos de paralizar parte del país no cuentan porque no se registran en su balance mental. Lo que cuenta es que las acciones contra el huachicole­o ahorraron 2,500 millones de pesos. Hubo ahorro porque se recortaron salarios. Se pagan bonos del aeropuerto con dinero provenient­e de esos mismos bonos y por tanto no hay deuda. Los costos del desabasto (imposibles de estimar), las renuncias o despidos de personal altamente especializ­ado, el impacto de tirar a la basura un aeropuerto de talla internacio­nal con un avance importante en construcci­ón no existen. Cuando cuenta el dinero, solo considera el que aparece en el cajón.

Ese empecinami­ento es lo preocupant­e cuando se derrumben los numerosos castillos de naipes que está construyen­do López Obrador. Porque en dos años México no tendrá un sistema de salud como el inglés, danés o canadiense. Quizá en papel, claro, con acceso universal gratuito a la infraestru­ctura de salud existente en todo el país, pero sin médicos, enfermeras, aparatos o medicinas ni siquiera remotament­e suficiente­s. Porque en tres años no estará funcionand­o la refinería de Dos Bocas, y muchos menos México habrá dejado de importar gasolina. Porque Santa Lucía tampoco estará terminado como aeropuerto civil en tres años, y menos existirá el sueño guajiro de un Sistema Aeroportua­rio Metropolit­ano que sería superior al destruido “hub” internacio­nal de Texcoco.

¿Cuál será la defensa, los

“La estrategia no se cambia porque va a funcionar o porque, aunque no lo parezca, está funcionand­o”

“En tres años... mucho menos México habrá dejado de importar gasolina”

pretextos, a esgrimir cuando el mesías se estrelle contra la realidad de que sus castillos de arena no resistiero­n las olas de la realidad? Imposible de saber, pero el desabasto de combustibl­es muestra que lo que se carece en conocimien­to se suple con imaginació­n, y que los funcionari­os del gobierno estarán listos para secundar a su jefe. Los inteligent­es y preparados, no abundan pero los hay, han mostrado lo que se necesita para el cargo: obedecer y justificar. Algunos mesías empecinado­s no dañan, o tienen escaso impacto, entre aquellos seguidores que encuentran. Eso cuando la falta de poder no les permite concretar sus fantasías sin cimiento financiero o técnico. Pero en ocasiones se les otorga un mandato democrátic­o, en el caso mexicano masivo. A diferencia de los cuentos de hadas o aquellos encabezado­s por mesías, esas fantasías no tienen finales felices.

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