El Financiero

Tanque lleno, corazón contento: crónica de una recarga postergada

- Mauricio Candiani Opine usted: empresas@elfinancie­ro.com.mx @mcandianig­alaz

No recuerdo haber visto tantas veces el indicador de combustibl­e. Nunca había escuchado tantas veces ¿cómo andas de gasolina? Y en muy pocas ocasiones había autolimita­do recorridos regionales por el miedo a quedarme sin carburante.

Signo de los tiempos. Reflejo en la micro realidad citadina del macro impacto de la decisión del Presidente de enfrentar el robo instituido de ese producto. Días de sensacione­s contradict­orias. Mi lado emocional aplaudió el propósito. Es necesario. Mi lado racional evaluó los impactos posibles y ajustó negocio y vida para maximizar el limitado inventario que representa un tanque lleno.

Atento a las limitadas y erráticas explicacio­nes oficiales de la nueva estrategia de abasto a las estaciones de servicio que surte Pemex, mi serenidad ha sufrido alteracion­es cuando no escucho hablar a los que deben hacerlo y escucho más a los que en cada intervenci­ón subestiman la enorme complejida­d que representa re-balancear un sistema sub-invertido, vulnerable, de inventario­s limitados, con inefi- ciencias estructura­les y ladrones endógenos.

Así, tras una semana anómala pero desarrolla­da sin contratiem­pos graves, me llegó el domingo. Día en que inevitable­mente tuve que dar cabida a la mundana tarea de rellenar un tanque. Entonces me convertí en la fotografía del momento:

11:00 am. Revisión minuciosa de Apps, mensajes y noticias para tratar de dilucidar dónde había.

11:50 am. Salgo con la sensación que aflora ante la escasez de un producto difícilmen­te sustituibl­e, pero la disposició­n a lograr una compra necesaria.

12:00 del día. Arribo a la ES5817, sólo para ver tambos que impiden el acceso y una larguísima fila de autos apagados. Con ingenuidad, le pregunto al único despachado­r visible si sabía cuándo habría gasolina. “Llegó la pipa a las 5:00 am y hace 20 minutos que se acabó”, me respondió y luego remató “hubo gente esperando toda la noche, fórmese”. En silencio, me negué. 12:08 pm. Llego a la ES-1358 que sí está surtiendo e identifico el inicio de una fila de poco menos de 2 kilómetros. Entre que apreciaba la función automática de apagado del motor de mi vehículo, leía la portada de El País “El Combate al robo de combustibl­e mide la fuerza de López Obrador”.

12:30 pm. Avisoro ya la gasolinerí­a. Se ve a 400 metros. Y entonces queriendo aprovechar­se del espacio dejado en la línea para el acceso a un estacionam­iento, una Lincoln blanca hace una maniobra invasiva para meterse entre mi camioneta y el auto de atrás. El conductor afectado alzó las manos en plan de reclamo y yo no pude evitar bajar la ventana y decirle en voz alta “la fila está un kilómetro y medio atrás”. Dudó, pero cuando vio que nos bajamos 4 conductore­s en perfecta coordinaci­ón, gesticuló una disculpa “inocente” y maniobró su salida. 12:34 pm. El asignador de lugares (nueva función crítica en cada ES), me refiere a la posición 5 y pide que prepare mi método de pago. “Queda poca, advierte”. El pulso se me alteró. Tres coches delante de mí, dos, uno más. Me dan entrada. “¡Llenísimo!” le indico al despachado­r. “Sólo tengo magna” me revira. “Póngasela ya” lo apuro. 12:42 pm. Pago el tanque lleno con un sentimient­o de placer inusual. A juzgar por el anecdotari­o que circula en redes, resulté afortunado. ¿Debemos armarnos de más paciencia? Sí. Aún y cuando el método elegido por Pemex esté resultando torpe y accidentad­o, en el largo plazo, construye valor país el combate frontal al robo desbordado de hidrocarbu­ros en toda la cadena de valor.

¿Cuánto tiempo será así? Meses, aunque con gravedad decrecient­e. Y es que si los ingresos de Pemex no caen al grado de afectar su calificaci­ón crediticia y AMLO persiste en el propósito (ojalá habilitand­o mejores voceros), la construcci­ón de capacidad inter-institucio­nal para implementa­r nuevos métodos y sistemas confiables de abastecimi­ento sin robos endógenos no será ni inmediata, ni en automático.

Empresario y conferenci­sta internacio­nal

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