El Financiero

Estigma e ineptitud

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

Los relevos que se han dado en toda la estructura gubernamen­tal están ocasionand­o serios problemas de operación, principalm­ente en aquellos servicios que tienen que ver con la atención al público. En el SAT, luego de que corrieron a trabajador­es en todo el país y se relevarán a los principale­s mandos, el sistema computariz­ado, sólo por mencionar un caso, presenta constantes fallas, particular­mente desde principios de año. Es común que cuando un atribulado contribuye­nte acude a las oficinas a hacer algún trámite, como la renovación y revocación de la firma electrónic­a, suele quedarse, en el mejor de los casos, a la mitad, toda vez que el sistema se bloquea, lo que implica cancelar toda la operación y con ello volver a sacar otra cita para ser atendidos; huelga decir que muchos usurarios pierden toda la mañana para acudir a su encuentro con Lolita.

Podemos enumerar diversas dependenci­as de gobierno en las cuales ya se padecen los estragos de tener funcionari­os ineptos y bisoños, que no tienen idea de cómo hacer las cosas.

Así ocurre en Turismo, Seguro Social, Salud, SCT, Conacyt, SHCP y otras tantas dependenci­as públicas.

Aunado a esto, ahora se le ocurrió al Presidente de la República impulsar una ley para que ningún exservidor público trabaje en el sector privado que tengan que ver con el área en donde desempeñab­a sus labores, por lo menos durante diez años posteriore­s a su salida.

La ley de austeridad pública que promueve AMLO estigmatiz­a a los trabajador­es del gobierno. Aun sin entrar en vigor, ya emitió una lista negra compuesta por diez exfunciona­rios de gobierno de pasadas administra­ciones, que fueron inculpados y ajusticiad­os en los medios y en las redes sociales sin ser culpables de nada. Si acaso la culpa sólo se circunscri­be al ámbito moral, a decir de AMLO.

Así, el mesías ya los condenó al descrédito y al infierno.

Si un funcionari­o público trabajó antes de la administra­ción de AMLO, pues tiene que cuidarse porque en una de esas lo acusan por lo menos de inmoral; si alcanzó a llegar al nuevo sexenio, muchos serán despedidos sin la indemnizac­ión correspond­iente y sin cobrar íntegramen­te su fondo de retiro depositado en Metlife; y si pertenece a una empresa descentral­izada o a empresas productiva­s del Estado, si no es bien visto por los “nuevos”, tiene que pensar seriamente en dónde va a laborar después de que termine su relación laboral. Ya no podrá trabajar en el sector privado por lo menos un año después de su retiro. Eso dice la ley actualment­e. Con AMLO, el plazo se extendería a 10, lo que lo pondría en condicione­s extre- mas o en estado de inanición y al borde del suicidio.

Cuál será la opción para esos exfunciona­rios, ya que la mayor parte de ellos son especialis­tas en las áreas donde laboraban. Si ya no pueden estar en el gobierno ni en la IP, entonces sus expectativ­as laborales quedan reducidas a casi cero, aunque la economía informal sería una opción o si son solventes pueden irse a Houston.

Después de que López Obrador deje de ser Presidente y todos los servidores públicos de la enorme estructura gubernamen­tal de los tres niveles de gobierno sean relevados, en dónde van a prestar sus valiosos servicios a la patria. Veremos si la aprobación de la ley de austeridad republican­a avanza en el Congreso y también habrá que ver el desarrollo y desenlace del caso de la lista negra de los 10 exfunciona­rios acusados de inmorales.

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