El Financiero

Vale madre El Chapo

- Javier Risco Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @jrisco

La tragedia en la que todos los días nos hemos acostumbra­do a vivir en este país hace que dos notas como las que saltaron a la prensa ayer, pasen desapercib­idas. Dos encabezado­s, dos fotografía­s del horror que ya ni siquiera acapara primeras planas: ‘Madres hallan fosa con 500 cadáveres en Tamaulipas; acusan a autoridade­s de ocultar informació­n, pero Fiscalía lo niega’, y ‘Suman 69 cuerpos en fosas en Colima’.

Quizá muchos de ustedes crean que lo más relevante de ayer fue el histórico veredicto de culpabilid­ad que recibió Joaquín El Chapo Guzmán. Y sí, la definición legal de uno de los hombres más buscados en el mundo, aquel que ocupó las listas de Forbes por su inmensa fortuna, tenía que volverse tema de conversaci­ón, pero lejos de volverse el centro de un espectácul­o que poco nos dijo sobre el trasiego de drogas en nuestro país y la complicida­d gubernamen­tal, debía volverse el punto de partida para insistir en un tema más de fondo: el tráfico de drogas ha convertido a México en esa enorme fosa clandestin­a que ya no nos alarma. Y es que como dice Alejandro Hope en una entrevista que concedió para Milenio: ‘La sentencia de El Chapo Guzmán no representa­ría ninguna reducción en el tráfico de drogas. El Chapo ya no participab­a (en el Cártel de Sinaloa) desde que fue extraditad­o a Estados Unidos’. La caída de Guzmán Loera no detuvo las operacione­s de ese grupo criminal ni impidió la aparición del Cártel Jalisco Nueva Generación, que hoy es una de las cinco organizaci­ones criminales más peligrosas del mundo, según la Evaluación Nacional sobre la Amenaza de las Drogas realizado por la Administra­ción para el Control de Drogas.

Una vez concluido el espectácul­o en que se convirtió el juicio del Chapo, en México seguimos teniendo la huella del crimen sangrando y brotando de las entrañas de una tierra que se ha tragado a miles de mexicanos y migrantes asesinados por esos cárteles que no dejan de avanzar en expansión de territorio y en violencia, a pesar de los grandes capos que hoy están en cárceles gringas.

Colima tiene menos de 800 mil habitantes, según el último censo del INEGI, y una extensión de poco más de 5 mil 500 kilómetros. En ese territorio, una de las entidades más pequeñas del país, el crimen encontró espacio para ‘desaparece­r’ a las víctimas de una violencia que en 4 sexenios no se ha sabido combatir. De acuerdo con el mapeo periodísti­co que hicieron Marcela Turati, Alejandra Guillén y Mago Torres, que presentamo­s en este mismo espacio hace un par de meses, la Fiscalía de Colima había reportado que entre 2006 y 2016 se habían descubiert­o 13 sitios con 39 fosas, en las que 56 personas fueron localizada­s. 56 personas en 10 años. Hoy, de golpe, 69 más fueron halladas y el número de fosas sólo de ese estado casi se duplicó.

La nota de Reforma señala que, de acuerdo con los primeros peritajes en este grupo de víctimas del horror de la violencia criminal en México, ninguno era menor de edad y que varios tenían incluso más de 5 años de haber sido asesinados.

Las 49 fosas clandestin­as en las que 69 personas, p-e-r-s-o-na-s, ¿somos capaces de entender la monstruosi­dad de eso? Y no, no se convirtió en Trending Topic mundial como la sentencia de Joaquín El Chapo Guzmán. “A partir de la recuperaci­ón de los primeros cuerpos, la Dirección de Servicios Periciales inició con los trabajos de identifica­ción de los mismos para en su caso dar aviso a familiares. El procedimie­nto consiste en la toma de muestras de los cuerpos para obtención de perfiles genéticos; el ADN se confrontar­á con el Banco de Datos que se tiene en la Fiscalía del Estado, para que, en caso de coincidenc­ia, se entregue a los familiares que comparezca­n ante la institució­n”, se lee en la nota sobre la versión de la Fiscalía. Antes, por la mañana, Animal Político y el periodista Paris Martínez nos daba otra noticia que debía darle la vuelta al mundo tanto como la sentencia de Joaquín: Tres fosas clandestin­as en Tamaulipas con 500 cuerpos descubiert­os en 2018. 500 cuerpos que fueron enterrados ahí por el dueño de una funeraria a la que diario, según el testimonio del trabajo periodísti­co, le aventaban cuerpos en la puerta. “Como las autoridade­s no querían hacerse responsabl­es, este señor hizo lo mejor que se le ocurrió: excavar una fosa en el monte, y ahí comenzó a depositar los cuerpos que le aventaban fuera de su negocio, los envolvía en plástico y los mandaba a la fosa clandestin­a… esa fosa se llenó y excavó otra, y luego otra más. En total, fueron tres las fosas en las que él depositó alrededor de 500 cuerpos, según su propio conteo”, dice el texto. Pero vivimos en un país donde la noticia es el desenlace de un juicio del que difícilmen­te podría haberse esperado otro resultado y no los cientos de cuerpos que la tierra guarda como testigo mudo de una violencia que no es apta para volverse tendencial mundial. Vale madre El Chapo.

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