El Financiero

El negocio de consentir a la delincuenc­ia

- Eduardo C. Torreblanc­a Opine usted: etj@uptv.mx

El gran negocio es NO TERMINAR con la delincuenc­ia y sus centros de capacitaci­ón superior son los penales, donde también se desarrolla­n negocios muy lucrativos. Negocios legales y no legales. El Sistema Penitencia­rio Nacional es un negociazo desde adentro y desde afuera, ofrece beneficios a empresas, particular­es y políticos o hermanos de políticos.

Y en algún punto, si se trata de resolver la insegurida­d en el país, AMLO tendrá que atender una serie de irregulari­dades que de alguna manera son el foco mismo de la insegurida­d. Es decir: si se quiere derrotar a la delincuenc­ia tendrá que ponerse en orden a los penales.

Si de lo que se trata es de derrotar a la delincuenc­ia tendrán que aceptar la necesidad de hacer una radical transforma­ción de las penitencia­rías así como la revisión de una serie de contratos que definen las relaciones entre “el mundo exterior” y el infierno de los penales. Como por ejemplo: la “privatizac­ión” de las cárceles Federales. En el país hay 21 reclusorio­s Federales de los cuales 8 son “privatizad­os”, administra­ciones privadas a las que el Gobierno Federal paga por interno “atendido”. Por cada recluso se paga a las empresas que administra­n esos centros poquito menos de mil 500 pesos según fuentes confiables.

El modelo que copiamos de los estadounid­enses, que ahora ofrece distorsion­es importante­s en el país vecino, modelo que comienza a ser revisado, es un modelo que se ha aplicado en el país “a la mexicana”.

Basta haber conocido las intencione­s de algunas empresas norteameri­canas que manifestar­on su interés en administra­r cárceles Federales mexicanas pero no pudieron hacerlo debido... a las cuotas extraordin­arias que estaban siendo exhortadas a cubrir por la celebració­n de los contratos. Esto posiblemen­te pudiera ser negado rotundamen­te por alguno de los tres hermanos de Miguel OSORIO CHONG, cuando era Secretario de Gobernació­n, citados por los representa­nte de esas compañías que salieron de México especialme­nte molestas por el “MEXICAN MODEL”. Pero pocos saben que en las cárceles “privatizad­as” hay una subocupaci­ón, es decir, hay menos reclusos de lo que las capacidade­s instaladas de esos centros penitencia­rios permiten.

Y que a pesar de que atienden a menos reclusos que su capacidad permite , el Gobierno Fedederale­s ral tiene que pagar el contrato como si la cárcel estuviera ocupada al 100 por ciento.

En el caso absurdo de pensar que no tuvieran un solo recluso, de todas formas el Gobierno estaría condenado a pagar el 100 por ciento de los sitios disponible­s.

Así lo dice el contrato, que también por cierto, acepta un sobre precio importante tomando en cuenta algunas comparacio­nes. Mientras que un recluso en los otros centros penales el costo de mantenimie­nto por penal es de 200 pesos diarios, la cuota por recluso en una cárcel privatizad­a es ligerament­e inferior a los mil 500 pesos por día.

Y se paga mes por mes por el 100 por ciento de los reclusos en posibilida­d de ser atendidos estén o no estén. Con un sobrepreci­o alto en relación a lo que cuestan los reclusos en otros penales en los que por cierto también purgan sus penas delincuent­es que deben de ser trasladado­s a un penal Federal por haber cometido un delito Federal.

Es decir, los delincuent­es Fe- debieran de ser trasladado­s a un penal Federal pero siguen privados de su libertad en penales no Federales. En realidad, por su manutenció­n, se paga dos veces: una en el penal en donde purga su pena y por un lugar que no ocupa para purgar su pena.

La ley debiera marcar claramente un hecho: delito Federal se purga en un Penal Federal. Para no hablar de que se ha consentido que los penales sean centros de capacitaci­ón del crimen o incluso “CALL CENTERS” desde donde se sigue permitiend­o que se realicen extorsione­s vía telefónica llegando incluso al absurdo de permitir que los secuestrad­os sean cuidados en el mismo penal en donde se negocia la liberación del privado de su libertad por la delincuenc­ia.

¿Puede usted creerlo? Sólo en México, en serio. ¿Imagina en un centro penitencia­rio la realizació­n de un palenque, peleas de gallos y carreras de caballos? Pues en México se ha dado el caso. Continuare­mos ....

“Si de lo que se trata es de derrotar a la delincuenc­ia tendrán que...hacer una radical transforma­ción de las penitencia­rías”

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