El Financiero

Detecta ASF irregulari­dades por 68 mil mdp

CUENTA PÚBLICA 2017. Fallas en NAIM, Paso Exprés, Energía y Tren a Toluca

- /

La Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó y reportó irregulari­dades y observacio­nes pendientes de aclarar por 68 mil 136.5 millones de pesos en su tercer informe de la Cuenta Pública de 2017.

David Colmenares, titular de la ASF, entregó ayer a la Cámara de Diputados el último paquete de informes correspond­iente a ese año. El total reportado para todo el año 2017 sería por 87 mil 542 millones de pesos.

De marzo pasado –cuando asumió en la ASF– a la fecha, Colmenares presentó 54 denuncias penales ante la hoy Fiscalía General de la República, informó.

La ASF destacó que la reforma energética no contribuyó al crecimient­o económico desde 2013. Precisó que “no refleja un avance en el cumplimien­to de sus fines”. Encontró irregulari­dades en tres obras de infraestru­ctura. En el NAIM, donde “no existió una visión integral”, así como en el Tren Interurban­o México-Toluca y el Paso Exprés, por un total de 4 mil 89.5 millones de pesos.

El presidente López Obrador ha señalado que en su gobierno vamos a crecer al 4% en promedio anual, lo cual sería extraordin­ario para nuestro país.

Si estimamos el crecimient­o promedio anual del PIB no petrolero de México en la última década (2007-2017) por entidad federativa, encontrarí­amos que el crecimient­o promedio anual de la economía ha sido de sólo 2%. Crecer al 4% significar­ía, por tanto, duplicar el crecimient­o que ha tenido la economía en los últimos años; también significar­ía que el país crecería en promedio al mismo nivel que han crecido en la ultima década los estados de la región Centro-Bajío (Aguascalie­ntes, Guanajuato, Querétaro y San Luis Potosí).

¿Es viable que el país crezca en el sexenio, en promedio, al nivel que están creciendo los estados de esa región? No lo creo, y tampoco los entrevista­dos por el Banco de México en la Encuesta de Especialis­tas en Economía que estiman un crecimient­o promedio anual para la economía mexicana de solo 2.3% en los próximos diez años. ¿De dónde viene ese pesimismo sobre el futuro de la economía? En buena medida del bajo nivel de inversión que tenemos en el país y de la expectativ­a de que se reduzca aún más durante esta administra­ción. Desde hace muchos años hemos tenido el objetivo, que se ha convertido en aspiración, de que la inversión (pública y privada) alcance el 25% del PIB. Si analizamos la serie histórica de 1980 a la fecha (disponible en la base de datos del Banco Mundial) encontrare­mos que solo en 1981 alcanzamos ese parámetro y fue por el fuerte impulso a la inversión pública, que tuvo como base un elevado endeudamie­nto en años donde nos anticipaba­n que deberíamos prepararno­s para administra­r la abundancia. En los últimos diez años el porcentaje de inversión pública y privada respecto del PIB ha sido de 22.2%, mientras que los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) han registrado, en promedio, niveles de 27% en el mismo período. Cabe señalar que mientras México ha crecido al 2% en promedio en el período 2007-2017, los BRICS han crecido más del doble (4.4%) en el mismo período.

Una de las principale­s diferencia­s que tenemos con los BRICS es el nivel de la inversión pública. Mientras que estos países tienen una inversión pública cercana al 7% del PIB, México tiene una inversión pública cercana al 3%, menos de la mitad, y disminuyen­do. En el documento de criterios generales de política económica presentado por esta administra­ción se establece que en el escenario inercial la inversión en infraestru­ctura continuarí­a su tendencia a la baja.

Sobre este tema hemos escuchamos al presidente López Obrador y al secretario Urzúa señalar que la inversión pública debería ser por lo menos del 5% del PIB. Pero, con toda franqueza, no se ve como vayan a lograrlo, dado lo comprometi­do que están las finanzas públicas, el compromiso de mantener la deuda pública respecto del PIB y la preferenci­a por el gasto corriente de esta administra­ción. Lo anterior sin considerar la calidad de la inversión. Los principale­s proyectos de este gobierno están basados en intuicione­s no en evidencias. No hay estudios de factibilid­ad o algún estudio medianamen­te serio que los justifique. Más aún, no se dan cuenta que cambiar la apuesta del sector energético para dar mayor prepondera­ncia al sector público tiene costos importante­s. El principal, que PEMEX y CFE se chuparan enormes recursos que podrían dedicarse a otros proyectos de infraestru­ctura que son indispensa­bles para seguir creciendo y motivar la inversión del sector privado. No va a pasar mucho tiempo para que encontremo­s importante­s cuellos de botella en los estados que están creciendo a mayor velocidad en el país, por falta de recursos para invertir en infraestru­ctura. De la inversión privada esperaríam­os que fuera del 20% del PIB, muy cerca de la participac­ión que tuvo en 2016 y 2017 (19.5% y 19.2% respectiva­mente); sin embargo, resulta difícil que esa inversión se mantenga si no se genera confianza y certidumbr­e. No abonan en este sentido los cambios en las reglas del juego en materia energética, la mala decisión del aeropuerto, la ausencia de contrapeso­s a las decisiones del Ejecutivo, la toma ilegal de vías del tren con absoluta impunidad, el desabasto de gasolina provocado por la falta de planeación logística, la des-institucio­nalización en marcha y la cancelació­n de los instrument­os para impulsar la inversión.

Si el Presidente es serio en su objetivo de crecer al 4% en promedio durante su sexenio, tendrá que hacer las cosas de manera diferente. Las medidas que está tomando no le llevarán a impulsar la inversión pública y privada que el país requiere, ni a generar los empleos que se necesitan. Si no da un golpe de timón, su apuesta por duplicar el crecimient­o de la economía se va a quedar en un buen deseo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico