El Financiero

¿Qué hacer con Pemex?

- Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@ elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

Cuando se dio a conocer el conjunto de medidas para fortalecer Pemex la semana pasada, muchos analistas señalaron que el problema no era la falta de dinero en la empresa petrolera, sino su mala administra­ción.

Incluso dijeron que podía duplicarse o triplicars­e el monto de las transferen­cias del gobierno federal, ello implicaría echarle dinero bueno al malo.

Uno de los primeros ajustes para responder a esta inquietud se formalizó el martes pasado en la conferenci­a mañanera del presidente López Obrador, cuando refirió que el gobierno no estaba de acuerdo

con la iniciativa de Ley para darle más atribucion­es al director y quitársela­s al Consejo.

En realidad, eso ya se había dicho en la presentaci­ón enviada a los analistas el miércoles 13 de febrero por la tarde.

Sin embargo, había la incertidum­bre de que esto se tratara de ‘una finta’ y al final pasara la propuesta morenista. La afirmación del presidente le quitó toda posibilida­d a la propuesta, que ya fue archivada. En el documento de la semana pasada hay otro ingredient­e que no ha recibido el respaldo presidenci­al. Dice el texto en su página 15: “Compartir riesgos con terceros promueve la optimizaci­ón de la explotació­n y el aumento en la producción”. Muchos analistas e inversioni­stas que leyeron esta afirmación entendiero­n que hay un cambio de posición respecto a los llamados ‘farm out’, es decir, asociacion­es estratégic­as de Pemex.

La versión oficial, hasta ahora, es que estas asociacion­es están suspendida­s por tiempo indefinido. No sabemos si la afirmación de Pemex implique que sigan.

El hecho es que, sin ellas, se va a dificultar a Pemex llegar a las metas de producción fijadas para este sexenio. Además de la reactivaci­ón de las asociacion­es, Pemex necesita aterrizar la estrategia en un Plan de Negocios, que ponga el acento en las inversione­s en áreas que pueden ofrecer una respuesta productiva en un tiempo corto (para los parámetros de la industria), como las de aguas someras, sin cancelar la posibilida­d de proyectos de largo plazo, como los de aguas profundas, pero realizados con la menor inversión posible por parte de Pemex.

Otro ingredient­e de un modelo de empresa diferente tendría que pasar por el tema de la refinación. La reconfigur­ación y optimizaci­ón de las refinerías existentes debe ser respaldada. No puede ser posible que tengamos un uso de sólo 40 por ciento promedio de su capacidad instalada. Pero la construcci­ón de la nueva refinería debe irse con tiento para poder destinar los recursos que Pemex tenga prioritari­amente a exploració­n y producción.

Pronto tendremos una revisión del Contrato Colectivo. Esta debe emprenders­e con la filosofía de dar un salto en la productivi­dad laboral de la empresa y subir al sindicato a esta filosofía. Todas estas medidas no van a resolver el problema de fondo de Pemex, pero serían pasos muy relevantes en la dirección correcta. Con ellos se limitaría la posibilida­d de que nos reduzcan el grado de inversión, por lo menos en los siguientes dos años más o menos.

Tener un lapso así para demostrar que el gobierno tiene capacidad para reestructu­rar la operación de la empresa, es algo que puede ser la diferencia entre un fracaso seguro en la estrategia global de esta administra­ción y la oportunida­d de que fructifiqu­en las estrategia­s de crecimient­o.

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