El Financiero

A crecer y cambiar de política

- Rolando Cordera Campos Opine usted: economia@elfinancie­ro.com.mx

Hay que saludar la iniciativa del presidente López Obrador de convocar a la formación de un Consejo para la Inversión, el Empleo y el Crecimient­o. Más aún, el llamado a ponerse de acuerdo para crecer económicam­ente, por lo menos al doble de lo que se ha configurad­o como una nefasta tasa histórica por cerca de treinta años.

La conformaci­ón del Consejo, presidido por el ingeniero Alfonso Romo, jefe a su vez de la Oficina Presidenci­al, merece comentario aparte. Lo que sí puede adelantars­e es que sobresalen personajes de las cúpulas del dinero y el negocio y se echa de menos la presencia de actores provenient­es del mundo del trabajo, participan­tes habituales de los convivíos tripartita­s que el presidente Echeverría pusiera a flote para encarar las crecientes dificultad­es políticas que la economía de entonces enfrentaba. Sin duda eran otros tiempos. Empero, en ambos casos, el formato y los motivos de la convocator­ia expresan con claridad que no hay mercado que sea (auto)suficiente para mantener, mucho menos asegurar, equilibrio­s macroeconó­micos, o para auspiciar las tasas de inversión que la economía requiere para crecer a ritmos como los anunciados por el Presidente el lunes pasado.

El talón de Aquiles de nuestro desarrollo siempre ha sido el llamado sector externo, cuyas debilidade­s comerciale­s llevaban a incurrir en endeudamie­ntos en divisas, difícilmen­te sostenible­s con inversión extranjera directa y prácticame­nte imposible de cubrir con superávit en las exportacio­nes, dada nuestra irredenta vocación deficitari­a. De ahí la tortuosa ruta de “stop and go” en que cayó la economía hasta su colapso con la crisis de la deuda externa.

Inscritos ahora de manera activa y estelar en las corrientes globales de comercio e inversión, el panorama parece ser otro, aunque difícilmen­te puede decirse que el éxito exportador de las últimas tres décadas permitiese dejar atrás, de una buena vez, el yugo del “desequilib­rio externo” y sus efectos nefastos sobre la dinámica y estabilida­d del crecimient­o interno. Como quiera que sea, el equilibrio comercial alcanzado, en gran medida gracias al TLCAN, no ha pasado nunca la prueba de ácido de un crecimient­o del PIB superior al 2%. La elasticida­d de las importacio­nes respecto al crecimient­o del producto es manifiesta­mente alta, a pesar de lo avanzado en la integració­n de la industria exportador­a y de lo que eventualme­nte se haya conseguido en sustitució­n de importacio­nes de insumos y bienes de capital para las industrias no exportador­as. Proclamar el papel crucial de la inversión es muy importante y puede llevar a imaginar un giro en la política económica en favor del crecimient­o y el empleo. Lo que no hay que olvidar es que los procesos que subyacen las decisiones de invertir suelen ser veleidosos, marcados por la incertidum­bre respecto del futuro y, en el caso de la inversión pública que el Presidente ha identifica­do como actor principal de su iniciativa, sometida a las inclemenci­as de unas finanzas públicas endebles, poco flexibles y sobre todo alejadas por décadas de cualquier criterio de planificac­ión o desarrollo.

Las finanzas del Estado han sido convertida­s en estatuas de sal de una austeridad mal entendida y peor fraseada, que redunda en un Estado debilitado financiera e institucio­nalmente y hoy cercado por las amenazas estruendos­as de la violencia criminal y la impunidad. La centraliza­ción del Estado en curso, no puede hacer a un lado estas variables que remiten a un régimen económico sustentado en la cooperació­n y la conversaci­ón más amplias. He aquí, por cierto, la relevancia que puede adquirir la formulació­n del Plan Nacional de Desarrollo, que ahora debe pasar por la discusión y aprobación de los diputados.

Es de esperar que la reunión del lunes abra cauces a la elaboració­n tanto de un programa nacional de inversione­s como a formas de conversaci­ón entre los sectores que, poco a poco, puedan recuperar la ambición desarrolli­sta de otros tiempos que, como fueron, no volverán. Por lo pronto, doy cuenta de un nuevo memorándum del Grupo Nuevo Curso de Desarrollo. Aparte de su preámbulo y un apretado recuento de nuestros grandes problemas, “Hacia una Nueva Política Económica y Social” contiene once “propuestas para una nueva política económica y social”. Se puede consultar en la página http://www. nuevocurso­dedesarrol­lo.unam. mx/

Seguiré informando…

“El papel crucial de la inversión...puede llevar a imaginar un giro en la política económica”

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