El Financiero

Héroes en la era de la 4T

- Enrique Cárdenas @ecardenass­an

Las acusacione­s sobre Guillermo García Alcocer, presidente de la Comisión Reguladora de Energía (CRE, con estatus de órgano constituci­onal autónomo), que le propinó el Presidente de la República y que “sustanciar­on” la secretaria de la Función Pública y el titular de la Unidad de Inteligenc­ia Financiera de la SHCP, son lamentable­s y, por lo que se ve, injustas y difamatori­as. El presidente de la CRE ha explicado con acuciosida­d por qué no ha incurrido en conflicto de interés como se le acusó, y de seguir las indagatori­as, lo único que queda ante la andanada presidenci­al es una correcta impartició­n de justicia por otro poder del Estado, distinto del Ejecutivo.

Su pecado original es haberse negado a presentar su renuncia como se lo pidió quien sería la secretaria de Energía, Rocío Nahle, desde antes de tomar posesión el nuevo gobierno. Guillermo García Alcocer hizo bien en negarse, pues no podía someterse ante los deseos de una futura funcionari­a que NO era ni sería jefa de la CRE, por man- dato constituci­onal. Desde ese momento se vio que el nuevo Presidente iría tras el aparato institucio­nal que da sustento al mercado energético en México y, en los hechos, iniciar la contrarref­orma energética. Ya hay evidencia contundent­e que ese es el camino que ha emprendido el gobierno de la 4T: regresar a tiempos en que Pemex dependía de los designios del presidente, de una idea obsoleta de autosufici­encia y seguridad energética, de subsidios cruzados y de voracidad del sindicato.

El colmo de la “rebeldía” fue cuando García Alcocer cuestionó los miembros de las ternas que sometió el Presidente al Senado para ocupar las vacantes en la CRE, pues estas estaban cargadas hacia los hidrocarbu­ros y no a la electricid­ad. Añadió en la entrevista que el Presidente estaba desinforma­do sobre el papel del sector privado en la generación de energía eléctrica (El Financiero, 14 de febrero). Ya las ternas habían sido fuertement­e criticadas por algunos senadores que los cuestionar­on en sus comparecen­cias, en las que fue evidente lo ina- propiado que resultaron algunas personas para ocupar esos puestos. Claramente no cumplían con el perfil necesario. El Presidente recalcó que esto no se debía a una venganza por los dichos de García Alcocer, pero por los hechos no parece haber ninguna otra motivación. En todo caso, la alternativ­a es peor: que el Presidente quisiera establecer un escarmient­o a cualquier funcionari­o que difiera en sus opiniones o juicios, especialme­nte quienes tienen cierta protección institucio­nal y jurídica. Por ejemplo, quienes forman parte de los órganos autónomos o del Poder Judicial. Finalmente en la conferenci­a de prensa en que el presidente de la CRE presentó sus argumentos, le pidió audiencia al presidente López Obrador para tratar de zanjar los problemas. Ojalá así sea. Un segundo caso preocupant­e es el de la presidenta de la Comisión Federal de Competenci­a Económica (Cofece), Alejandra Palacios. Dentro de su esfera de trabajo, Alejandra Palacios escribió un artículo en el Reforma, en el que mencionaba que la designació­n directa a un solo banco, Banco Azteca, para ser el intermedia­rio que va a dispersar dinero público a beneficiar­ios de programas sociales, tendía a limitar la competenci­a en el sistema bancario. Inmediatam­ente salieron plumas denostándo­la y cuestionan­do su trabajo y el de la Cofece. El Grupo Salinas presentó una denuncia ante el Órgano Interno de Control de la Cofece y, casualment­e, el senador de Morena, Cruz Pérez Cuéllar, solicitó la comparecen­cia de Alejandra Palacios en el Senado. ¿Cuál es la intención? ¿Conocer sobre el tema de las asignacion­es directas en las que este gobierno ha tenido varias asignacion­es muy notorias (las 671 pipas por la “emergencia” del desabasto de Pemex, la anunciada “licitación por invitación” para la refinería de Dos Bocas y tramos del Tren Maya, además de las tarjetas de Banco Azteca)? ¿O simplement­e se trata de mostrar quien manda y amedrentar­la?

Ambos, Alejandra Palacios y Guillermo García Alcocer, son personas comprometi­das con su institució­n, además de honestas y capaces. Han mostrado dignidad y la entereza de resistir presiones del máximo poder político en defensa de institucio­nes del Estado. Merecen ser llamados héroes en esta era de la 4T.

Su pecado original es haberse negado a presentar su renuncia como se lo pidió quien sería la secretaria de Energía, Rocío Nahle

Ambos, Alejandra Palacios y Guillermo García Alcocer, son personas comprometi­das con su institució­n, además de honestas

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