El Financiero

Green Book: obvia pero dulce

- Daniel Krauze Opine usted: culturas@elfinancie­ro.com.mx

Entre un sector de la crítica y el público, el éxito de Green Book, dirigida por Peter Farrelly, ha causado escozor. La molestia se debe, en parte, a motivos que van más allá de lo que está en pantalla: un viaje por el sur de Estados Unidos, en la década de los 60, en el que un chofer racista, llamado Tony (Viggo Mortensen), entabla una amistad con su jefe, el pianista Don Shirley (Mahershala Ali), un hombre afroameric­ano y gay. Las críticas a veces se centran en chistorete­s vulgares que Farrelly hizo en otros sets y en desafortun­ados tuits de Nick Vallelonga, uno de los guionistas. En otras ocasiones atacan a la película por su mensaje bienintenc­ionado pero aparenteme­nte retrógrada: Driving Miss Daisy al revés, otro cuento sobre un blanco salvando a un negro, escrito y dirigido por un equipo en el que no hubo afroameric­anos.

Es cierto que, tanto en discurso como en estructura, Green Book tiene poco de original. A lo largo de la película sabemos qué va a ocurrir: Don le da un barniz de refinamien­to a Tony y lo limpia de prejuicios, mientras que Tony lo rescata de una serie de embrollos. Al final (sorpresa) acaban siendo amigos. Green Book es predecible y obvia, pero también me pareció simpática, dulce y salpicada de detalles que revelan un guion que sabe plantar informació­n para luego detonarla dramáticam­ente: la duda sobre si Tony llevó una pistola al viaje, una escena donde roba una piedrita de una tienda en el camino y una charla en la que Don admite nunca haber querido ser uno de esos pianistas afroameric­anos que ponen su whisky sobre el piano.

Además, Green Book tiene al centro dos actuacione­s notables. A medida que ven más allá de la superficie del otro, tanto Ali como Mortensen aciertan al interpreta­r a Don y a Tony como caricatura­s detrás de las cuales empiezan a asomarse destellos de compleja humanidad. La transforma­ción de Ali me pareció sutil y sorprenden­te. Conforme la cinta avanza, Don baja la guardia y lo notamos vulnerable. Vean la resignació­n en su mirada mientras se maquilla un golpe (otro más) y vean cómo su lenguaje corporal y su voz cambian cuando cae en la cuenta de que no solo necesita a Tony sino que lo estima. No sé si Green Book ameritaba una nominación a Mejor Película. Sus dos actores sin duda la merecían.

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