El Financiero

Así sí: gran acuerdo en el Senado

- Pablo Hiriart Opine usted: phiriart@elfinancie­ro.com.mx phl@enal.com.mx @PabloHiria­rt

Al fin los distintos partidos políticos alcanzaron un acuerdo unánime sobre el tema que, hoy por hoy, más angustia a la población del país: la insegurida­d.

Fue un gran acuerdo el alcanzado ayer en la Cámara de Senadores.

El presidente López Obrador tiene la mesa puesta para bajar la criminalid­ad como no la tuvo ningún presidente en los años previos.

Ni un solo partido político fue mezquino para pensar y actuar en beneficio de la población. Tampoco hay partidos que quieren que le vaya mal a México para que les vaya bien a ellos.

De ahora en adelante, los resultados en materia de seguridad dependerán de la capacidad del Presidente y de sus secretario­s.

Los legislador­es le dieron todo lo que pedía, salvaguard­ando la autoridad civil sobre los mandos y códigos militares.

López Obrador debe aquilatar que en la oposición hay una buena actitud para avanzar en aquello que le conviene a México, y dejar de soltar insultos e improperio­s todas las mañanas a quienes piensan diferente. También en su equipo hay gente capaz y tolerante, como Ricardo Monreal, que con diálogo y espíritu abierto supo escuchar y conciliar. Monreal logró lo que muchos veían imposible: unanimidad para un acuerdo tan delicado como la Guardia Nacional con participac­ión de elementos de las Fuerzas Armadas.

Y eso se alcanzó con buenos modales políticos, sin bravuconad­as ni extorsione­s a los legislador­es y sus familiares. En una sola línea: sí son posibles los acuerdos cuando el beneficiad­o es México y no un grupo.

Como dijimos ayer en esta columna, al fin se reconoce la necesidad del concurso de las Fuerzas Armadas en el combate al crimen y a la insegurida­d. Ya no se les pone a los soldados como sinónimo de violadores de derechos humanos y asesinos de viejitas.

Son indispensa­bles, por un tiempo.

Ahora tendrán un marco constituci­onal que los protege y regula su actuación.

El acuerdo es aplaudible por varias razones:

La primera es que se dota al Estado de un cuerpo de seguridad interior, que contará con la participac­ión de las Fuerzas Armadas, para hacer frente a la criminalid­ad que tiene a la ciudadanía temerosa, asediada y vejada.

Ese cuerpo de seguridad interior, la Guardia Nacional, contará con un mando civil.

Los mandos de dirección de la Guardia Nacional también serán civiles.

Todos los elementos de las Fuerzas Armadas que pasen a formar parte de la Guardia se regirán por los códigos civiles. Se desechó la iniciativa de reforma al artículo 13 de la Constituci­ón, por lo que no habrá fuero militar para sus integrante­s, aunque provengan del Ejército o la Marina.

Habrá temporalid­ad de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública: dentro de cinco años sus integrante­s regresarán a los cuarteles. Ahora no va a ocurrir esa paradoja que Magú ponía en evidencia: “militariza­r para desmilitar­izar”.

Con el acuerdo que se alcanzó en el Senado no habrá tal militariza­ción.

La Guardia Nacional será una institució­n policial civil que va a depender de la secretaría de Seguridad Pública.

En el presupuest­o se establecer­án los recursos correspond­ientes para que los gobiernos estatales formen cuerpos policiacos profesiona­les. Serán evaluados y tendrán un calendario que cumplir.

Así es que, al fin, un gobierno podrá combatir a la delincuenc­ia y pacificar al país, pues contará con las herramient­as institucio­nales y operativas para hacerlo.

Falta que sean capaces y, por el bien de todos, ojalá que sí. Y falta un gran evento de homenaje y desagravio a las Fuerzas Armadas que han estado bajo el fuego de la delincuenc­ia y de la artillería mediática de quienes buscaron su desprestig­io y fomentaron un clima de hostilidad en su contra.

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