El Estado y los abuelos
les proviene de mujeres de entre 25 y 45 años de edad, segmento en el cual la opinión desfavorable asciende a 55 por ciento, y de mujeres con nivel medio de estudios, cuya opinión negativa alcanza el 56 por ciento. Aunque podría detallarse aún más, este perfil básico por edad y escolaridad nos dice mucho: por un lado, confirma que el principal desacuerdo con la medida proviene del grupo de edad con una mayor proporción de madres con hijos pequeños, y, por otro lado, sugiere que la oposición a la medida proviene principalmente del segmento de mujeres que muy probablemente trabajan en actividades no profesionales que requieren niveles medios o incluso bajos de especialización. De ser así, los recortes en las estancias familiares no solamente tocan un tema de género, sino también uno de desigualdad de oportunidades. Los recortes a las estancias podrían tener efectos asimétricos: las mujeres de menores recursos podrían resultar más afectadas que las mujeres con mayores recursos. La alternativa ofrecida por el gobierno es hacer transferencias de efectivo a las familias con hijos pero, entre lo más mediático, se destacaron las declaraciones del secretario Urzúa, de que los
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abuelitos pueden ayudar al cuidado de los niños. Ciertamente, la idea provocó que algunos segmentos de la opinión pública levantaran las cejas, pero también conecta con una buena parte de la población mexicana, donde persiste el apego a los valores tradicionales y de familia extendida.
De acuerdo con la encuesta, la declaración de Urzúa respecto a los abuelitos provocó división de opiniones: 46 por ciento manifestó una opinión positiva y el 37 por ciento una opinión negativa. De nuevo, el mayor desacuerdo proviene de mujeres entre 25 y 45 años y de mujeres con nivel medio de estudios (62 por ciento en cada caso), aunque hay que destacar que los hombres con estudios universitarios son los que más desacuerdo expresan ante la idea
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de Urzúa, con un 70 por ciento. Las medidas en torno a las estancias infantiles ilustran que la popularidad presidencial no en todo caso se vuelve apoyo a propuestas y políticas públicas específicas. Tampoco quiere decir que el desacuerdo con esa propuesta se traduzca en desaprobación al Presidente. Según la encuesta, los segmentos de mujeres más críticas a los recortes no registran una baja en la popularidad. Pero en el mediano plazo, y con las elecciones de 2021 como la primera gran prueba política de la cuarta transformación, los futuros candidatos de Morena ya podrían tener frente a sí a un potencial votante cambiante o swing voter, al cual tendrán que convencer: las madres jóvenes que trabajan en actividades no profesionales.