El Financiero

NACHA POP NO VIVE EN LA NOSTALGIA, PERO TAMPOCO RENUNCIA A SUS INICIOS.

“En Zagreb, en Londres o en París la sensación fue casi la misma, los grupos ochenteros eran caradura; en Inglaterra lo vimos con los punkies y los new wave”.

- EDUARDO BAUTISTA ebautista@elfinancie­ro.com.mx MAURICIO MEJÍA mmejia@elfinancie­ro.com.mx

EL 20 DE NOVIEMBRE DE 1975, Nacho García Vega brincó de la emoción cuando se enteró que el dictador Francisco Franco había muerto. Solo tenía 14 años. En el fondo sabía que esa era una buena noticia para España. Pero también había otro motivo para estar feliz: las clases se habían suspendido a nivel nacional. Su alegría, sin embargo, fue interrumpi­da por una bofetada de su padre, quien le dijo: “nunca debes alegrarte por la muerte de una persona. Tu abuelo y yo vivimos la guerra, fuimos combatient­es, y eso nunca debe ser motivo de alegría”. Años después, Nacho fundaría con su primo Antonio Vega —fallecido en 2009— Nacha Pop, un grupo que emergió para confrontar a la sociedad española de los 80, plagada de prejuicios morales y autocensur­a.

El grupo madrileño se presentará mañana en el Roxy Fest 2019 de Guadalajar­a, donde Nacho no beberá un solo tequila, porque la última vez que lo hizo, hace 15 años, acabó en una ambulancia.

¿Cómo ha vivido Nacha Pop los cambios culturales y políticos de los últimos 30 años?

Surfeando los tiempos. Hay que sentirse joven en cada momento, ser participat­ivo de lo que está sucediendo. Tuvimos la suerte de vivir el auge de un cambio cultural, político y social importantí­simo en España. Son nuestros orígenes como grupo. Desde entonces hemos vivido el tiempo en el presente. No somos per-

sonas de mirar hacia el pasado, pero desde luego no renunciamo­s a lo que significan nuestros inicios. Siempre hemos vivido los momentos según sus circunstan­cias. Nacha Pop no es nostalgia: es una máquina muy viva y lubricada con mucha potencia. Nos gusta seguir de cerca el acontecer político de España, aunque eso no necesariam­ente se traduce en un grupo con postura política. Ya hay mucha gente que habla de eso en el mundo.

¿Cómo vive la banda en esta España tan distinta a la del final del franquismo?

España es una potencia cultural. Tenemos todavía algunos complejos, alguna falta de autoestima, pero pese a ello jugamos un papel muy importante en Europa. A lo largo de nuestra historia hemos tenido que superar el complejo de no integrarno­s bien en una cultura europea y latina. Somos un poco pesimistas. España es un país muy alegre, hablamos muy fuerte, salimos a la calle, nos acostamos tarde, pero en la intimidad somos inseguros. Es una pincelada del cuadro que describe al español, tanto para lo bueno como para lo malo.

¿De qué manera permeó la dictadura de Franco en ustedes?

Influyó muchísimo. Mi generación tuvo informació­n muy directa sobre los efectos del autoritari­smo. Nuestros padres lo sufrieron y nuestros abuelos vivieron la guerra. Los míos me contaron esos horrores. Los 80 fueron especiales no solo para España, sino para toda Europa. Siempre he pensado que la Movida Madrileña estuvo anclada a un cambio social muy profundo, pero en realidad eso sucedió en todo el continente. En Zagreb, en Londres o en París la sensación fue casi la misma. Los grupos ochenteros eran caradura. En Inglaterra lo vimos con los punkies y los new wave. Fue música de mucho desparpajo, naturalida­d y atrevimien­to: primero cantabas y bailabas, y luego pensabas lo que decían las canciones. Y ya con eso valía la pena.

¿Cuáles fueron las influencia­s poéticas de Nacha Pop?

La poesía está presente en la música y en la letra. Mi primo Antonio y yo fuimos a un colegio francés, don- de aprendimos y leímos cosas muy modernas para la época que entonces se vivía en España. Provenimos de una música y una literatura muy libre. De una educación que siempre nos motivó a pensar de una forma independie­nte. Pienso en un poeta como Paul Verlaine, por ejemplo, que fue una gran influencia. La verdad es que siempre fuimos un grupo muy serio. Mientras otros se iban de farra nosotros nos encerrábam­os en un garaje para ensayar hasta la madrugada. Muchos quizás prefiriero­n pintarse los pelos de colores, pero nosotros sólo intentábam­os ser nosotros mismos. Y eso ya era bastante salvaje, porque en Nacha Pop siempre hemos tenido personalid­ades muy voraces.

En una industria musical en la que las grandes bandas viven de la nostalgia, ¿cómo habitan ustedes el presente?

Los españoles estamos muy integrados en la globalidad. Y no lo digo propiament­e con ilusión y alegría, porque la globalidad lleva consigo pérdida de identidad, de personalid­ad, de originalid­ad y de diversidad cultural. Pero España no puede evitarlo: es un tren que va a una dirección inexorable, y ni tú ni yo lo podemos parar. Por eso pienso que es importante seguir apoyando a las minorías culturales, a las lenguas locales, al undergroun­d, porque todo eso no rema hacia la globalidad. Es importante seguir alimentand­o la cultura desde vertientes no ortodoxas. Es cierto que España tiene problemas de identidad: ahí está el caso de Cataluña, el auge de partidos que proponen una democracia muy directa, la ruptura del bipartidis­mo... Algo ha cambiado en los últimos 20 años y eso es apasionant­e para quienes vivimos de la cultura y el arte. Nacha Pop no vive de la nostalgia. No somos un museo. Somos una máquina potente que rebosa de vitalidad.

“No somos personas de mirar hacia el pasado, pero tampoco renunciamo­s a lo que significan nuestros inicios”.

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Editor Soft News: Mauricio Mejía Coeditora: María Eugenia Sevilla Editor Gráfico: Oswaldo D. Aguirre Coeditor Gráfico: Sergio Espinosa Diseñadora: Mariana Daza
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