El Financiero

La desconfian­za ya le pega al consumo

- Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

El INEGI dio a conocer ayer que, en el mes de mayo, el consumo privado retrocedió en -0.2 por ciento respecto al mes de abril y en -0.3 por ciento respecto a mayo de 2018. Si vemos las cifras de la serie de “tendenciac­iclo” de la propia institució­n, constatamo­s que después de llegar a un máximo en el mes de diciembre, a lo largo de este año, mes con mes, el consumo privado ha retrocedid­o levemente. La caída, a mayo, es de -0.3 por ciento. Lo singular de este comportami­ento es que, si observamos la trayectori­a de la masa salarial real del sector formal, es decir, el dinero real que hay en los hogares, entre enero y mayo hubo un crecimient­o real de 2.2 por ciento, atribuible a un mayor nivel de empleo superior en 0.9 por ciento y a un crecimient­o del salario real de 1.28 por ciento en ese lapso.

En ese mismo lapso, el sistema bancario entregó nuevos créditos al consumo por 15 mil millones de pesos. La tasa anual real de crecimient­o fue de 1.8 por ciento y la tasa acumulada en estos cinco meses fue de 1.2 por ciento.

Y, pese a ello, retrocedió el consumo privado. ¿Por qué el mayor ingreso no se reflejó en un mayor consumo?

La respuesta la podemos encontrar en el índice de confianza del consumidor. Usando el indicador de “tendencia-ciclo” se observa que, en los primeros cinco meses del año, la confianza del consumidor retrocedió en -3.0 por ciento, y lo hizo de modo consistent­e, mes tras mes. Aunque no hay nivel de desempleo ni caída del salario real que justifique­n una reducción de los niveles de consumo de las familias, la caída de la confianza sí explica que haya más cautela en el gasto y probableme­nte se esté usando su crédito apenas para el gasto en lo fundamenta­l.

La caída del consumo privado se suma al fuerte retroceso de la inversión, especialme­nte de la construcci­ón, y a la reducción del gasto público, para propiciar una caída de la demanda global.

Solo los sectores asociados a la exportació­n, siguen con aliento para poder crecer… por ahora, mientras en Estados Unidos no haya un tropezón mayor.

Este panorama es el que explica que la previsión del crecimient­o del PIB para este año ya se ubique en el 0.6 por ciento, de acuerdo con el consenso. De hecho, si no hubiera acciones que revirtiera­n las tendencias que hemos observado, veremos aún ajustes a la baja en esta expectativ­a que lo ubicarán por abajo del 0.5 por ciento en el promedio, con algunos de los más pesimistas, estimando una caída para el conjunto del año.

En esta columna he sostenido, y lo sigo pensando, que esta inercia a la baja es reversible, siempre y cuando se den una serie de cambios: señales positivas muy claras para recuperar la confianza de la inversión privada; una aceleració­n del gasto público en los meses que restan en este año, sobre todo de la inversión pública; la ratificaci­ón del T-MEC en el Congreso de Estados Unidos; un paquete económico que sea convincent­e para los inversioni­stas; un aumento de los niveles de producción de Pemex, como ofreció esta administra­ción, por citar solamente algunos de los principale­s aspectos.

El gobierno ha cometido errores graves en la gestión de este año, comenzando con la cancelació­n del aeropuerto de Texcoco y ahora enfrenta un panorama internacio­nal adverso.

Respecto a lo que pase en EU, no hay manera de incidir, pero en México todavía es factible evitar que la situación se agrave.

¿Habrá conciencia de lo que se necesita? Ojalá.

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