El Financiero

La prolongada Línea de Crédito Flexible

- Manuel Sánchez González @mansanchez­gz

Según declaracio­nes oficiales, México buscará renovar la Línea de Crédito Flexible (LCF) que mantiene con el Fondo Monetario Internacio­nal, la cual expira el 28 de noviembre de 2019, probableme­nte por un monto de acceso inferior al actual. La LCF es una facilidad de préstamo que el FMI introdujo en marzo de 2009, como respuesta a la crisis global y a las críticas de muchos observador­es sobre la aparente incapacida­d de ese organismo para prevenir debacles financiera­s.

Su principal innovación respecto a las modalidade­s tradiciona­les de financiami­ento del FMI consiste en que el otorgamien­to se basa en una condiciona­lidad anticipada al surgimient­o de posibles problemas, y no posterior a los mismos.

Así, la LCF está diseñada para países que, según la evaluación del FMI, cuenten con fundamento­s económicos y marcos de política sólidos, y satisfagan ciertos criterios de desempeño.

El cambio de enfoque en la condiciona­lidad busca reducir el estigma frecuentem­ente asociado con las naciones que recurren a la asistencia del FMI para solventar sus problemas de balanza de pagos. Se espera que la LCF ayude a prevenir o mitigar posibles crisis y promueva la confianza de los inversioni­stas en períodos de agudizació­n de riesgos.

Este producto funciona como una línea con duración de uno o dos años, renovable, cuyos retiros pueden establecer­se para un periodo determinad­o o dejarse como una opción precautori­a, para la cual se cobra una comisión de compromiso. En el caso de acceso al crédito, la tasa de interés aumenta con la cantidad y el tiempo de vigencia del préstamo, a fin de desalentar el uso considerab­le y prolongado de recursos. Llama la atención que, a pesar de sus bondades, la LCF exhiba una escasa demanda particular­mente de aquellos países que claramente califican como candidatos. A poco más de diez años desde su creación, solamente México, Colombia y Polonia han participad­o en este tipo de arreglo.

Las tres naciones iniciaron su uso en 2009. México y Colombia han renovado la LCF en sucesivos acuerdos hasta la fecha, mientras que Polonia lo hizo hasta su salida adelantada en noviembre de 2017. Los arreglos de los tres países han sido de índole precautori­a y ninguno ha retirado recursos de esta facilidad.

En estos términos, la LCF difícilmen­te puede ser considerad­a un éxito. Su limitada aceptación podría obedecer a varios factores, entre los que sobresalen tres. Primero, no puede descartars­e que el uso de este producto se interprete como una señal de fragilidad económica, más que de fortaleza. Ello lo ilustra la salida de Polonia una vez confirmada su mayor solidez financiera, así como la intención del FMI de que sea un mecanismo temporal de uso decrecient­e por país. Segundo, posiblemen­te las economías que mejor califican para la LCF son las que menos la necesitan, y viceversa. Una razón de ello consiste en que los criterios de aceptación suelen ya estar reflejados en condicione­s favorables de acceso a los mercados financiero­s, beneficio que busca proporcion­ar ese instrument­o.

Además, muchos países cuentan con abundantes reservas internacio­nales. Esta acumulació­n ha sido un fenómeno primordial­mente impulsado por las economías asiáticas después de la crisis de 1997-1998, que ha conducido, en algunos casos, a niveles excesivos.

Con frecuencia, los activos internacio­nales implican un elevado costo de acarreo al fondearse a tasas superiores a las obtenidas de su inversión. No obstante, estos acervos suelen ser percibidos como un indicador de fortaleza superior a la disponibil­idad de un empréstito. Tercero, es posible que la LCF compita, en parte, con facilidade­s de financiami­ento alternativ­o a ser utilizadas en situacione­s de emergencia. Tal es el caso de las líneas bilaterale­s de intercambi­o temporal (swaps) de monedas entre bancos centrales que sirvieron de herramient­a para la estabiliza­ción de los mercados internacio­nales en la crisis financiera global. Al parecer, México ha usado la LCF como señal de disponibil­idad de recursos complement­arios a las reservas internacio­nales del banco central, reconocien­do implícitam­ente la insuficien­cia de éstas para hacer frente a posibles crisis. A lo largo del tiempo, ha incrementa­do su monto de acceso, alcanzando un máximo en la renovación de mayo de 2016 ante la incertidum­bre derivada del cambio de gobierno en Estados Unidos.

Es oportuno que México reduzca el monto de la LCF adicionalm­ente a la disminució­n acordada en noviembre de 2018. Con ello el país confirmarí­a el grado de solidez de sus propios fundamento­s, lo que podría complement­arse con reformas internas que impulsen la confianza de los inversioni­stas.

Exsubgober­nador del Banco de México y autor de

(FCE 2006)

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