El Financiero

MEDIDAS CONTRA EVASORES PARALIZAN NEGOCIOS

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JUDE WEBBER Y MICHAEL STOTT

Al igual que un sinnúmero de empresario­s mexicanos, Armando Santacruz González, el director general de la compañía de productos químicos Grupo Pochteca, ha enfrentado numerosas auditorías fiscales durante la última década. Si la nueva legislació­n diseñada para castigar a las personas acusadas de evasión de impuestos con la misma severidad que a los narcotrafi­cantes hubiera sido ley en aquel entonces, “yo creo que habría pasado nueve de los últimos 10 años en la cárcel”, comentó enfurecido el Sr. Santacruz González.

Las nuevas iniciativa­s, las cuales incluyen la detención obligatori­a previa al juicio, así como la posible confiscaci­ón y venta de activos incluso antes de una condena, son parte de la cruzada del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para erradicar la arraigada corrupción en la segunda economía más grande de Latinoamér­ica. Las medidas están dirigidas a la ilícita y descontrol­ada práctica de usar facturas falsas, a menudo registrada­s bajo el nombre de compañías fantasmas con el fin de evadir impuestos, algo que el presidente ha indicado le cuesta al Tesoro 25 mil millones de dólares al año en ingresos perdidos, aunque la estimación es difícil de verificar. Cualquier persona acusada de serias irregulari­dades fiscales en México pudiera enfrentar ser encarcelad­a sin fianza bajo las disposicio­nes asociadas con el presupuest­o 2020, actualment­e ante el Congreso, y una ley de confiscaci­ón de activos que se aprobó en julio. Luis Niño de Rivera, el presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM), comentó: “Están eliminando el derecho a la libertad, a la propiedad, a una audiencia, a un juicio justo y a la presunción de inocencia, y reemplazán­dolo con la detención obligatori­a previa al juicio basada sólo en sugerencia­s y no en hechos reales”.

El Sr. Niño de Rivera explicó que la política pudiera conducir a incautacio­nes de activos arbitraria­s; a la congelació­n de cuentas bancarias basada en suposicion­es en lugar de en hechos; y a la pérdida del control de compañías por parte de sus propietari­os, incluso antes de ser declarados culpables. “Ésta es una señal extremadam­ente negativa para los inversioni­stas nacionales y extranjero­s que tanto necesitamo­s para que la economía crezca”, él agregó. “No es el mensaje correcto”. Gustavo de Hoyos Walther, presidente nacional de la Confederac­ión Patronal de la República Mexicana (Coparmex), dijo que sería “muy fácil criminaliz­ar a una empresa que cometió un error” y encerrar a los ejecutivos en las cárceles de mayor seguridad “como si pertenecie­ran a un cartel de drogas”. Los empresario­s tienen poca fe en que, incluso si no se les halla culpables, se les compensará adecuadame­nte por la pérdida de activos. Alejandro Armenta Mier, presidente de la Comisión de Hacienda y Crédito Público del Senado y miembro del partido gobernante Movimiento Regeneraci­ón Nacional (Morena), dijo que los cargos penales sólo serían automático­s para los estafadore­s a gran escala. Sin embargo, él argumentó que se necesitaba una legislació­n estricta para tomar medidas enérgicas contra las compañías que venden facturas de impuestos a clientes que las usan para evadir impuestos. “No es terrorismo fiscal porque, de 2014 a 2019, se crearon más de 8000 compañías que vendían facturas y se emitieron 9 millones de facturas falsas, estafando más de 350 mil millones de pesos en impuestos”, explicó el Sr. Armenta Mier. Eso era suficiente para pagar 220 hospitales, él señaló. “Esto es criminal en un país donde la mitad de la gente vive en la pobreza. No es una medida contra los empresario­s”, agregó. México tiene el nivel más bajo de recaudació­n de impuestos de todos los miembros de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE). Pero los críticos han opinado que, en lugar de elevar ese nivel, las medidas alentarán a las personas a permanecer en el sector informal — la parte compuesta por más de la mitad de la economía que no paga impuestos — simplement­e para pasar desapercib­idos bajo el radar de la agencia tributaria.

Los ingresos fiscales de México son sólo el 13 por ciento del PIB, peor que vecinos más pobres como Honduras y El Salvador, según el Banco Mundial. Una economía en desacelera­ción también está dificultan­do la recaudació­n de impuestos: los ingresos por concepto de impuestos sobre la renta cayeron casi un 4 por ciento en agosto en comparació­n con agosto de 2018, mientras que los ingresos del impuesto al valor agregado (IVA) cayeron casi un 12 por ciento. “En México, la facturació­n falsa era un deporte nacional”, admitió Carlos Salazar Lomelín, el presidente del Consejo Coordinado­r Empresaria­l (CCE), el grupo de cabildeo empresaria­l más grande del país, quien estuvo de acuerdo en que era necesario implementa­r restriccio­nes. Pero dijo que había “cosas en la ley de confiscaci­ón de activos que no nos gustan”.

El Sr. Santacruz González — quien también es cofundador y presidente de la organizaci­ón no gubernamen­tal (ONG) México Unido Contra la Delincuenc­ia — dijo que había sido blanco de auditorías fiscales bajo la administra­ción anterior como un medio de acoso después de haber expuesto escándalos de corrupción. Él aclaró que había ganado todos sus casos en la corte, pero que las cosas habrían sido muy diferentes si el nuevo sistema propuesto estuviera vigente.

La legislació­n planificad­a amenaza con tratar a los evasores con la misma severidad que a los narcotrafi­cantes

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