El Financiero

Sí hay proyecto alternativ­o de nación

- Enrique Cárdenas @ecardenass­an

Es frecuente escuchar que la “oposición” está aletargada, inmoviliza­da y que ha sido incapaz de presentar un proyecto alterno al que ha promovido el nuevo gobierno; que la oposición está desdibujad­a, sin propuestas. Los voceros de la 4T, incluido el presidente, aseguran que las organizaci­ones de la sociedad civil sólo se dedican a criticar, a decir que todo está mal y que son incapaces de proponer soluciones. Esto no es así. No cabe duda que el diagnóstic­o de Andrés Manuel López Obrador tenía elementos de gran verdad: corrupción rampante, pobreza persistent­e y desigualda­d creciente, insegurida­d y violencia como nunca, mafia del poder pegada al poder político, crecimient­o económico lento, sistema democrátic­o con trazas autoritari­as. Todos esos elementos del diagnóstic­o, y algunos más, son verdad y en 2018 se votó por una alternativ­a que los enfrentara y resolviera. Así de claro fue el mandato de los electores. El problema es que el diseño y la implementa­ción de las políticas públicas del gobierno de la 4T no solamente no resuelven las dificultad­es, sino que las han profundiza­do y están acarreando graves consecuenc­ias para nuestra incipiente democracia. De hecho, ya se habían propuesto soluciones para resolver la problemáti­ca que llevó a AMLO al triunfo. Lo habían hecho voces diversas de las organizaci­ones de la sociedad civil, actores relevantes, universida­des y centros de investigac­ión. Sin duda la lucha contra la corrupción rampante requería voluntad política para erradicarl­a, como lo ha intentado AMLO; pero para que la lucha sea efectiva y duradera se requiere de institucio­nes. El Sistema Nacional Anticorrup­ción está listo, pero la oposición de la clase política tradiciona­l sigue obstaculiz­ándolo y el voluntaris­mo de AMLO no ha sido ni será suficiente. La aplicación de la ley sigue dependiend­o de quien se trate. La pobreza y la desigualda­d persistent­es sólo se pueden erradicar si tenemos crecimient­o económico y una política social de Estado que esté basada en la igualdad de oportunida­des para todos. Ello implica, PARA TODOS, acceso efectivo a la educación temprana, al sistema educativo de calidad, a los servicios de salud que garanticen el acceso a médicos, medicinas y equipamien­to adecuado para todos sin importar su estatus laboral (estar o no afiliado al IMSS), aseguramie­nto ante eventos catastrófi­cos y a una pensión digna. Esto se logra con un sistema de protección social universal cuyas caracterís­ticas han sido estudiadas y recomendad­as a este gobierno, pero que no han sido escuchadas. La política de AMLO va en sentido opuesto: el sistema educativo ha sido entregado a las cúpulas sindicales, se han reducido los recursos a la salud y no se ha propuesto ningún esquema que promueva la igualdad de oportunida­des. Eliminar las estancias infantiles, entregando el dinero a los padres, tampoco es una alternativ­a para asegurar que todos los niños de cero a 5 años reciban una educación de calidad.

Para atacar la insegurida­d era necesario reforzar las fuerzas policiacas civiles y mejorar la procuració­n de justicia y el sistema penitencia­rio. En su lugar, este gobierno ha militariza­do el territorio nacional, y la insegurida­d y violencia no sólo no han disminuido sino que van a la alza. Así no, presidente López Obrador. Se sabe qué se debe hacer, pero no se ha hecho caso y prevalece la incompeten­cia. Ha desechado toda propuesta por venir de los “adversario­s neoliberal­es”. El camino que ha seguido AMLO es sumamente peligroso al militariza­r el país y otorgarles todo tipo de prebendas al Ejército y Marina con fines cuestionab­les. El crecimient­o económico ha sido nulo este año y promete ser muy bajo el año próximo. La inversión se estimula fundamenta­lmente con reglas claras y eficaces, adquisicio­nes y contrataci­ones a través de licitacion­es abiertas y competitiv­as –en lugar de asignacion­es directas–, y estabilida­d macroeconó­mica e institucio­nal. La receta, bien conocida, se ha seguido más bien en sentido opuesto: cancelació­n del NAIM, megaproyec­tos socialment­e poco rentables (Refinería de Dos Bocas y Tren Maya), amenazas de cancelació­n de contratos millonario­s (gasoductos), acecho a la independen­cia del Poder Judicial y a los contribuye­ntes cumplidos o no, amenazas innecesari­as al patrimonio de las personas y empresas honestas, y un largo etcétera. Así no, señor presidente. Y en medio de todo esto, el debilitami­ento de los contrapeso­s democrátic­os so pretexto de corrupción (cuando en las propias filas y programas del gobierno hay una enorme sombra de lo mismo), intromisió­n evidente en el Poder Judicial, alimentaci­ón del clientelis­mo electoral y ataque a medios de comunicaci­ón y personas a través de amenazas y denostacio­nes sin fundamento. Claro que hay alternativ­as, efectivas y probadas. El problema es que la 4T no está interesada en resolver los problemas. Está interesada en mantenerse en el poder absoluto, cueste lo que cueste.

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