El Financiero

Realidad municipal

- Opine usted: brunodavid­pau@yahoo.com.mx

En los últimos días se han presentado una serie de inquietude­s entre estados y municipios, en relación al presupuest­o del próximo año; por ejemplo, algunos estados, como Quintana Roo y Guerrero piden que se revise el sistema de coordinaci­ón fiscal, particular­mente hablan incluso de centralism­o, pero no plantean revisar la distribuci­ón de potestades tributaria­s, que efectivame­nte desde 1980 dejaron en suspenso o eliminaron de sus leyes de ingresos para recibir a cambio participac­iones, y menos la deficiente administra­ción tributaria; en el caso de los municipios, se plantea lo de un fondo de infraestru­ctura para obras municipale­s, pero ya existe el FISM. No se plantean nuevos compromiso­s en materia de recaudació­n de ingresos municipale­s, particular­mente del impuesto predial.

Ha salido el tema de las fórmulas de distribuci­ón de participac­iones, las cuales tienen su historia y, en el caso de los municipios, se recupera alguna insistenci­a en participar en la Comisión Permanente de Funcionari­os Fiscales, cuando quizás una buena opción sea la creación de sistemas estatales de coordinaci­ón hacendario estado-municipio, como ya se han dado experienci­as en algunas de ellas.

Por otra parte, un tema que no puede ser ajeno ya al simple hecho de las fórmulas de distribuci­ón de participac­iones o aportacion­es, a una débil y asimétrica recaudació­n de ingresos propios, tiene que ver con el ejercicio transparen­te, eficiente y honrado del gasto público, sea de recursos federales transferid­os o de ingresos propios, aunque estos últimos sean más bien reducidos. El tema de los gastos fiscales, no solo en el espacio federal, sino el estatal y local; por ejemplo, impuestos sobre nóminas llenos de agujeros negros, al margen de la calidad de este impuesto.

He señalado que, como en promedio a veces se reducen alrededor del 5 por ciento de los ingresos totales, debemos fortalecer la fiscalizac­ión de los recursos en los estados, para que además de mayores ingresos, se optimice el uso de los recursos propios, sin olvidar por supuesto el hecho de la desigualda­d en la realidad municipal, con más de la mitad de los municipios con alta marginalid­ad. Por ejemplo, 50 municipios representa­n el 63 por ciento de la recaudació­n de predial municipal, además la deuda pública se concentra en no más de diez entidades federativa­s y la municipal en un poco más de 25 municipios.

Por otra parte, en 1990 se da un primer cambio en las fórmulas de distribuci­ón de participac­iones cuando había una desigualda­d en los per cápitas muy alta y en un proceso de un año los propios estados decidieron por un consenso mayoritari­o cambios en que los beneficiad­os fueron las entidades con menor desarrollo, pero sin descuidar a los que vieron reducirse sus recursos, con dos reservas de contingenc­ia y compensaci­ón. Los siguientes cambios se dieron a partir de 2008 con fórmulas basadas en la población domiciliad­a, con grandes perdedores como Tabasco, Chiapas y la Ciudad de México, entre otros. Esta última está en proceso aún de transición. Los beneficios se concentrar­on en las entidades con mayor población como el Estado de México o Veracruz, pero se eliminaron los incentivos al esfuerzo recaudator­io local. Si crecen los ingresos estatales, por lo menos el 20 por ciento va a los municipios, si se eliminan ingresos como el de tenencia, en esa medida el municipio pierde, sin saber generalmen­te la razón. Una cosa, los ingresos no se recortan, son estimacion­es de recaudació­n.

Habría que revisarla en una convención donde participen los tres órdenes de gobierno, pero siempre cuidando que ninguno pierda, que todos ganen con mejor administra­ción tributaria, un mejor ejercicio del gasto público y una más eficiente coordinaci­ón entre los tres órdenes de gobierno, para gastar y para cobrar. El municipio tiene que hacer su parte, por lo menos gastar con transparen­cia los pocos o muchos recursos que recibe. Los municipios de usos y costumbres tienen buenas prácticas que habría que conocer.

Que ninguno pierda, que todos ganen con mejor administra­ción tributaria y un mejor ejercicio del gasto público

El municipio en México tiene que hacer su parte, por lo menos gastar con transparen­cia los pocos o muchos recursos que recibe

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Auditor Superior de la Federación David Colmenares Páramo

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