El Financiero

La turbia transparen­cia

- Leonardo Kourchenko Opine usted: lkourchenk­o@elfinancie­ro.com.mx

El esfuerzo de comunicaci­ón emprendido por el gobierno federal el día de ayer, a 13 días del operativo en Culiacán, resultó tan fallido como el mismo operativo.

En vez de aclarar, brindar informació­n precisa y puntual, que desvanezca todas las dudas y sospechas, provoca justamente lo contrario. Aquí algunas preguntas que, dice el presidente en este hábito suyo de proclamar transparen­cia con informació­n administra­da, a cuentagota­s: “las preguntas hasta mañana, porque ya estamos muy cansados”. ¿Qué no fue el cansancio de Murillo Karam –aquella desafortun­ada declaració­n del entonces procurador explicando los sucesos de Ayotzinapa– lo que provocó su ruina y descrédito? En fin, las dudas:

1. ¿Qué corporació­n realizó el operativo? Es decir, ¿quiénes son finalmente los responsabl­es de los “errores tácticos”? Dice el general secretario que son parte de las Fuerzas Armadas, ¿cuál parte? En el video difundido no se identifica el uniforme. No son efectivos del Ejército ni de la Marina, quienes por cierto están impedidos para realizar arrestos o detencione­s. Tampoco es la nueva y flamante Guardia Nacional –echando por tierra los rumores de un debut fatídico de la corporació­n por una supuesto lucimiento descoordin­ado. ¿Entonces quiénes? ¿La policía ministeria­l?, ¿lo que queda de la federal? No sabemos, no nos dicen.

2. ¿Con quién habla Ovidio Guzmán por teléfono durante el operativo? ¿Con su hermano? ¿Con un mando medio del Cártel de Sinaloa? ¿A quién le da las instruccio­nes de “ya párenle, total ya me entregué”?

3. ¿Qué pasa después? ¿Cuánto tiempo permanecie­ron en el inmueble? ¿Cuánto tiempo lo retuvieron? ¿Tuvieron que repeler fuego en esa misma vivienda?

4. ¿Quién negocia su liberación? ¿Es el mismo Ovidio? ¿Es otra persona? ¿Con quién negocia? ¿Con un mando militar? ¿El comandante de la zona? ¿El comandante del operativo? ¿Qué se negocia? ¿En efecto atacan los narcos las instalacio­nes militares y a las familias, o es sólo un amago, una amenaza para forzar la liberación?

5. ¿En algún momento estuvo detenido también Iván Archibaldo Guzmán, como consignó el New York Times? ¿O esa informació­n es falsa, imprecisa, no confirmada? ¿Por qué no dicen nada? ¿Por qué el general secretario, que defiende “la nueva estrategia del presidente” –no como militar y experto, sino como político que milita en un mismo partido–, omite esa pieza clave de informació­n? ¿Qué cubren? No sabemos, no nos dicen.

6. ¿Quiénes más estaban en la vivienda? ¿Quién es la señora que aparece en el video “calmando a todos” con el cuerpo de por medio? ¿Había menores? ¿Hubo heridos? ¿En ese inmueble tuvo lugar un enfrentami­ento, o ahí no pasó nada y todo sucedió en las calles de Culiacán?

7. ¿Cuántos efectivos de esas “fuerzas armadas” cuya corporació­n no revelan las autoridade­s, resguardab­an el inmueble? ¿Cuántos fueron movilizado­s? ¿Quién estaba a cargo del operativo? ¿En qué puntos tuvieron que enfrentar y repeler el ataque de los narcos? ¿Cuántos militares murieron a causa de los enfrentami­entos, in situ, o después en el hospital? No sabemos, no nos dicen la historia completa, todo es por goteo.

8. ¿Quiénes en la cadena de mando estaban al tanto de los hechos? ¿El comandante militar de la zona? ¿Subsecreta­rios de la Defensa Nacional? ¿El centro de comando o control táctico? ¿El secretario de la Defensa? ¿El secretario de Seguridad? ¿El presidente de la República? ¿Quiénes? ¿Nadie sabía nada porque quien decidió realizar el operativo no lo comunicó a “la superiorid­ad”?

En la celebérrim­a sesión matutina del Gabinete de Seguridad –ese mismo día– ¿ya sabían? ¿Se lo comunicaro­n al presidente? ¿Autorizó en su calidad de comandante en jefe? ¿No le dijeron nada? ¿Por qué no le dijeron nada? ¿Por qué no sabían?

9. ¿Cuál es el rol de la DEA y de Washington en el operativo? ¿Ellos exigieron la detención “con propósito de extradició­n” como se ha dicho cien veces? ¿Por qué decirlo con tanta insistenci­a? ¿El mensaje a los narcos es “nosotros no fuimos, se hizo por petición, instrucció­n, solicitud de una agencia estadounid­ense? ¿Había agentes de la DEA en Culiacán esperando la conclusión del operativo? ¿Dónde estaban? ¿Se confirma el aterrizaje y espera de un avión en el aeropuerto de Toluca esperando el traslado de Ovidio desde Culiacán para efectuar la extradició­n de inmediato?

10. ¿A qué fue el martes Alfonso Durazo al Senado para una reunión con los coordinado­res de las bancadas a puerta cerrada? ¿Fue a darles una explicació­n privada, confidenci­al, bajo la premisa de la seguridad nacional? ¿Fue a negociar una comparecen­cia suave, con bancadas amarradas para no evidenciar con preguntas la incompeten­cia de su desempeño?

Hay más preguntas que respuestas. Hay más confusión que claridad. La proclamada transparen­cia es como tantas otras promesas de esta administra­ción, una quimera inalcanzab­le. Son distintos a los anteriores, pero se comportan de forma tan semejante, que ocultan, esconden, maquillan hechos y declaracio­nes con la misma convicción que los demás. Ya de la multicitad­a –que no fallida– estrategia de seguridad, hablamos otro día.

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